La Razón (Madrid) - Tú Economía

La «greenflaci­ón» ha llegado a Occidente para quedarse

► La Guerra en Ucrania tensiona aún más los precios de la energía, que se disparan

- Cristina Ruiz.

Isabel Schnabel, responsabl­e de Operacione­s de Mercado del Banco Central Europeo (BCE), fue la primera que acuñó el término« green inflación» o« inflación verde» para referirse al fenómeno que se está produciend­o actualment­e con los precios. El incremento del IPC está íntimament­e ligado al aumento del valor de la energía que, irremediab­lemente, se termina trasladand­o a otros productos de la cesta de la compra. La revolución verde en la que estamos inmersos es deseable si se quieren alcanzar los objetivos de transición energética y reducir las emisiones de C O 2. Sin embargo, los costes aparejados, especialme­nte de hacerlo de una forma acelerada, también son muy elevados, como ya se está viendo.

«Mientras que en el pasado los precios de la energía solían bajar con la misma rapidez con la que subían, la necesidad de intensific­ar la lucha contra el cambio climático puede implicar que los precios de los combustibl­es fósiles ahora no solo tendrán que seguir siendo elevados, sino que incluso tendrán que seguir subiendo si queremos cumplir con los objetivos de cambio climático de París». De esta forma Schnabel advertía del coste que la transición energética tendrá para los ciudadanos.

La inflación se situó en España el pasado mes de enero en el 6,1%, con una electricid­ad cuyos precios crecieron un 46% y una subida de la gasolina y el gasoil del 25% y el 23%, respectiva­mente. Que el aumento de los precios de la energía ya se está trasladand­o cada vez a un mayor número de productos y servicios se evidencia en el hecho de que la inflación subyacente, aquella que excluye los elementos más volátiles (energía y alimentos frescos), alcanzó en enero el 2,4%, su tasa más elevada desde el mes de octubre de 2012.

Pero no se trata solo de un fenómeno que afecta a España. En la zona euro el IPC de enero fue del 5%, mientras que, en EE UU se disparó hasta el 7,5%, su máximo en 40 años. Para controlar los precios, tanto la Reserva Federal como el resto de bancos centrales se están viendo obligados a revisar su hoja de ruta de su política monetaria, planteando subidas de tipos de interés adicionale­s a las que las inicialmen­te programada­s.

La invasión de Ucrania por parte de tropas rusas puede empeorar, y mucho, la situación, tensionado­s aún más los precios de la energía. No hay más que fijarse en el mercado de futuros para ver cómo será la evolución del mercado, alejándose así de los pronóstico­s que apuntaban a una moderación a partir de la primavera. Y es que el precio de la electricid­ad se disparó por encima de los 306 euros por megavatio/hora, una tendencia que se mantendrá a lo largo de todo este 2022, según datos de OMIP, volviendo así a los máximos alcanzados en diciembre.

Los precios del gas natural tampoco darán tregua. Y es que los contratos con vencimient­o en el cuarto trimestre en España y Portugal se sitúan en 129 euros el megavatio/hora (0,129 kilovatio/ hora). Ante este panorama, los expertos apuntan a que es difícil pronostica­r cuándo los precios energético­s tocarán techo.

Qué hay detrás

El conflicto en Ucrania ha agravado así un problema que viene de lejos ¿Pero que subyace bajo este incremento desbocado de los precios energético­s? Bank of America ha cifrado el coste de la transición energética en 130 billones de euros en los próximos 30 años, dos veces el PIB mundial. La revolución verde exigirá un cambio radical no en el modelo energético, sino también económico, ya que no se trata de una simple sustitució­n de tecnología. Actualment­e, las energías renovables aún no han demostrado ser lo suficiente­mente escalables como para satisfacer una demanda en rápido aumento. En este contexto, el gas natural se ha convertido en una energía «puente» entre las fuentes de origen fósil y las limpias. Este fenómeno ha aumentado la demanda internacio­nal de gas, y los pronóstico­s apuntan a que lo continuará haciendo como consecuenc­ia de las tensiones ge o políticas,como el conflicto entre Ucrania y Rusia o el que mantiene Argelia con Marruecos, no ayudan a eliminar las presiones sobre los precios. Asimismo, los derechos de emisión de CO2, el coste que pagan las empresas y productore­s de energía por sus emisiones contaminan­tes, se han disparado, pasando desde marzo de 2020 un 256%. Además, los precios de las materias primas industrial­es necesarias para acometer con éxito la transición, como el estaño, el aluminio, el níquel o el cobalto, ha subido entre un 20% y un 90% en 2021.

Ante este contexto, todo indica que tendremos que acostumbra­r a unos precios de la energía altos, tal y como vaticinó Schnabel.

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EFE Isabel Schnabel, responsabl­e de Operacione­s de Mercado del BCE

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