El siglo de las luces

AlAl relegar la Filosofía en la Educación, el Gobierno está postergando al olvido la búsqueda del conocimiento de Sócrates, el rastreo de la verdad de Platón, la sistematización de Aristóteles. Al excluir la Filosofía, se desdeña el desarrollo del pensamiento crítico y la investigación racional de los principales fenómenos que azotan y conforman el mundo. Obviar la Filosofía impide ver lo que pasa a nuestros pies y percibir el cielo al mismo tiempo, como apuntaba Tales de Mileto.

Las últimas reformas educativas en España siempre han sido de paso corto. Heráclito aprovecharía el constante fluir de insustanciales leyes para verificar su pensamiento «que nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia» y que nadie en España consigue estudiar con la misma norma educativa porque nunca permanece.

Los políticos de nuestro país siempre han aplazado la gran transformación de la enseñanza porque tienen terror al pensamiento libre y más de uno a la Ética. Demócrito, que conocía de que estaba hecha la materia y el alma, decía que «el que todo lo aplaza no dejará nada concluido ni perfecto». Nosotros aplazamos eternamente las grandes cuestiones.

La mejora del sistema educativo fue vital en el desarrollo de países como Finlandia, que cuando entró en la UE contaba con el mismo desempleo que España y pronto nos dejó atrás; o de Irlanda, uno de los cuatro países que necesitaron los Fondos de Cohesión, junto al nuestro, Portugal y Grecia; hoy segunda nación comunitaria con más PIB por habitante.

Sin Filosofía, Descartes no habría ni pensado ni existido y en este mundo nos hubiéramos perdido el Siglo de las Luces, con lo cara que está.