La Razón (Madrid) - Tú Economía
Astronomía pública
LosLos dirigentes políticos siempre han mirado hacia el cielo en busca de respuestas. A lo largo de la historia, la mayoría de los gobernantes no ha querido compartir el poder ni siquiera con el devenir. Tenían a su cargo augures y astrólogos que exploraban las entrañas y los astros para conocer la voluntad de los dioses.
De esto no hace tanto tiempo. Tras el atentado que casi le cuesta la vida, Ronald Reagan contrató a una astróloga como consejera, Joan Quigley. Ésta comenzó con cosas nimias y terminó organizando la agenda del mandatario estadounidense. El Jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Donald Regan, pidió al presidente que escogiera entre él o la astróloga. El antiguo actor no dudó, el amigo Donald terminó en la calle.
François Mitterrand, socialista y presidente de la laica república francesa, solicitó los horóscopos de amigos y enemigos como George Bush padre o Sadam Hussein.
La astrología es el antiguo remanente de un anhelo nada científico, que el destino humano está escrito en las estrellas. Los políticos de hoy día saben que su destino está escrito en la papeleta electoral y que las matemáticas más prácticas son las derivadas de la estadística, la contabilidad tributaria y, especialmente, del gasto público.
Saber distribuir los dineros del abnegado contribuyente puede dar o quitar la victoria en las urnas. Es el caso de indexar, sin límites, las pensiones al IPC o de, con la séptima deuda pública más alta del mundo, aprobar la mayor oferta de empleo público de la historia, 44.700 puestos, entre ellos cuatro astrónomos, porque ahora, científicamente, sigue siendo conveniente observar el cielo.