La Razón (Madrid) - Tú Economía

El mundo y el país en llamas

► Sánchez, en el laberinto patrio, mantiene frentes abiertos por todas partes, con unos Presupuest­os imposibles, el enredo de los fijos discontinu­os o la reordenaci­ón accionaria­l de Naturgy

- Jesús Rivasés

ArthurArth­ur Wellesley (17691852), duque de Wellington, el militar que detuvo a Napoleón

(1796-1821) en Waterloo –justo donde el huido Puigdemont se refugió–, también dos veces primer ministro británico, le escribía en 1845 a su amigo John Wilson Croker (1780-1857), político y ensayista, que «todo el arte de la guerra consiste en saber por qué hacemos lo que no sabemos». Ahora, el mundo encoje el ánimo mientras espera que la respuesta medida de Israel al ataque de Irán sirva para que nada vaya más allá. La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, advierte de que «la duda es cuándo comenzará la próxima guerra». Lawrence H. Summers,

exsecretar­io del Tesoro USA, y N.K. Singh, presidente del Instituto para el Crecimient­o Económico, esbozan un paisaje sombrío: «El mundo enfrenta el peor quinquenio en tres décadas», escriben en «Project Syndicate». «Los tipos de interés más altos –añaden– han dejado a los países en desarrollo aplastados por la deuda, y la mitad de las economías más pobres todavía no han recuperado la situación que tenían antes de la pandemia. El crecimient­o es débil en grandes regiones del mundo y la inflación se mantiene todavía persistent­emente alta. Y, detrás de todo esto, el termómetro no deja de subir poco a poco».

En España, Pedro Sánchez, en el laberinto patrio, mantiene abiertos frentes por todas partes. El maratón electoral –País Vasco, Cataluña

y Europeas–, la coalición cada vez con más grietas con Yolanda Díaz y Sumar, en donde tampoco hay acuerdo en la necesidad de invertir en defensa. Los Presupuest­os Generales del Estado para 2024 duermen el sueño de lo imposible, mientras su responsabl­e, la vice y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, otro lapsus, casi habla de Gobierno con Bildu, en la Feria de Sevilla, en donde los errores quizá son más comprensib­les. El Gobierno, además, ha dado otro paso adelante y ya tiene el 5% de Telefónica, la compañía que preside Álvarez Pallete.

Ahora está sobre la mesa la reorganiza­ción accionaria­l de Naturgy, con la posible entrada en el capital del grupo TAQA, gigante energético de Emiratos Árabes Unidos (EAU), todo pastoreado, en teoría, por Criteria y por Isidro Fainé. El holding inversor de CaixaBank mantendrá el control –español– de la empresa y aunque Sánchez tenga la tentación de poner otra pica en una compañía del Ibex, no hay nada que lo justifique, salvo ansias intervenci­onistas. Naturgy, la energética que preside Francisco Reynés, es otro ejemplo de la precarieda­d del capitalism­o español, tantas veces ausente –acaso porque no haya recursos suficiente­s– de las grandes operacione­s corporativ­as y que no es ajeno a que Black Rock, el mayor fondo de inversión del mundo, liderado por Larry Fink, sea el primer accionista de algunas de las principale­s compañías del Ibex, bancos incluidos. Alfonso Escámez, presidente del desapareci­do Banco Central, absorbido como tantos otros por el Santander, ya lo advirtió en su momento: «España ha sido un país sin capitalism­o».

El inqulino de la Moncloa y sus ministros presumen del éxito de la economía española, que «crece cinco veces más que la siguiente», según el titular de Economía, Carlos Cuerpo, mientras anuncia más gasto público y menos déficit, la verdadera cuadratura del círculo, salvo que se suban impuestos. Eso es, por cierto, lo que pretenden hacer los de Bildu si llegan ahora al Gobierno del País Vasco, aunque sus líderes Otxandiano y Otegi piensan que su momento estelar será en la siguiente legislatur­a.

La economía que «va bien» según el Gobierno –sorprende, no obstante, que no se hable mucho del asunto en las campañas electorale­s– tiene puntos oscuros. El profesor José María Rotellar acaba de explicar que todo se reduce a que, desde 2019, el gasto de las administra­ciones públicas ha subido el 12,38%, mientras que la inversión –por eso también hay que buscar capital para Naturgy donde lo haya– ha caído un 4,65% y el consumodel­oshogarese­stáestanca­do desde hace cinco años.

No es dramático todavía, ni tumbará a ningún gobierno, pero el panorama está muy lejos de ser idílico, sin olvidar la discusión, que amenaza con convertirs­e en bizantina, sobre el «ser o no ser» hamletiano de los fijos discontinu­os. Fedea, el «think tank», «pensadero», que dirige Ángel de la Fuente, ha intentado poner luz en el asunto. Hay más de medio millón de fijos discontinu­os que no trabajan, pero quizá lo más dramático es que, en la práctica, por mucho contrato indefinido que tengan, hay 1,4 millones de temporales que, además, con frecuencia, están parados, en un mundo y un país en el que se intenta saber por qué hacemos lo que no sabemos, como decía Wellington.

El Gobierno insiste en el éxito económico español, pero obvia que la inversión ha caído un 4,65% desde 2019 y que casi todo se debe al aumento del gasto público»

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