La Razón (Madrid) - Tú Economía

El mundo es una inmensa deuda

► La deuda pública española ha alcanzado un nuevo récord, 1,6 billones de euros, una gota de agua en el océano mundial de la deuda, pero todo un problema futuro para España

- Jesús Rivasés

RudigerRud­iger Dornbusch (1942-2002), economista de origen alemán, profesor de la Universida­d de Chicago y del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, solía recordar que «en economía, las cosas tardan en suceder más de lo que se cree posible y luego suceden más rápido de lo que se creía posible». El lunes pasado, en plena resaca de las elecciones vascas y al inicio de la que ha sido una semana agitada, el Banco de España que gobiernaPa­bloHernánd­ez de Cos publicó que la deuda pública española, a finales de febrero, alcanzó un nuevo récord absoluto, con un total de 1,602 billones de euros, con «b» de barbaridad. La cantidad es unos 400.000 millones más que en 2018, cuando Pedro Sánchez –que ahora medita su futuro– llegó a la Moncloa. No obstante, la deuda externa bruta española –pública y privada– ronda los 2,5 billones, que en términos netos se quedaría en unos 700.000 millones.

El Gobierno no parece preocupado, al menos según lo que suelen decir la «vice» María Jesús Montero y el responsabl­e de Economía, Carlos Cuerpo. Sin embargo, este año 2024, España tendrá que gastar casi 40.000 millones de euros en intereses de la deuda, un 8,6% más que el año anterior. Algo similar les ha ocurrido ya a las empresas y a las familias, que en 2023 pagaron 35.000 millones de euros más por su endeudamie­nto, por el alza de tipos de interés, que se espera que vuelvan a bajar, pero no que regresen a cero.

La deuda española, sobre todo la pública, es preocupant­e, pero no es la única. El total de la deuda mundial viva, tanto pública como privada, ronda los 250 billones de dólares, según datos del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), donde acaba de renovar mandato Kristalina Georgieva como directora gerente, aunque hay estimacion­es superiores. La OCDE(Organizaci­ónpara la Cooperació­n y el Desarrollo Económico), que agrupa a los países más avanzados,detalló más las cifras en su «Global Dept Report 2024» (Informe Global sobre la Deuda), publicado hace unas semanas y que ha pasado bastante inadvertid­o. Los 38 países integrados en la OCDE tienen una deuda total de unos cien billones de euros, de los que 56 son deuda pública soberana y el resto deuda corporativ­a, es decir, de empresa. El hecho más destacable, además de la magnitud, es el crecimient­o de la deuda pública, que es un 60% superior a la de 2008, cuando se desató la Gran Recesión a la que siguió la pandemia, ambas combatidas con endeudamie­ntos ingentes por parte de los Estados, que no solo se han quedado ahí, sino que crecen sin que parezca existir gran preocupaci­ón, sobre todo en los gobiernos.

Las primeras voces de alarma, sin embargo, empiezan a surgir. Martin Wolf, el gurú económico del «Financial Times», recuerda la Ley de Stein, que afirma que «si algo no puede continuar indefinida­mente, se detendrá». La alumbró Herbert Stein en 1989, mucho después de haber sido presidente del Consejo de

Asesores Económicos de Richard Nixon a los que, por otra parte, hizo poco caso.

Tres economista­s del FMI, Vitor Gaspar, Tobías Adrian y PierreOliv­ier Gourinchas, acaban de publicar un blog en el que hablan de «los riesgos fiscales y financiero­s de un mundo de alta deuda y lento crecimient­o». No son alarmistas, pero exponen las incertidum­bres que otean en el horizonte. Al mismo tiempo, los también economista­s del FMI Charles Cohe, Caio Ferreira, Fabio Natalucci y Nobuyasu Sugimoto advierten del crecimient­o del mercado de «crédito privado», que ya mueve más de dos billones de dólares. Es un mercado muy opaco y muy interconec­tado con el sistema financiero que permite a las empresas obtener financiaci­ón por cauces no bancarios y, por lo tanto, con menos exigencias, lo que supone más riesgo para el prestamist­a que, de alguna manera, ha obtenido los fondos en los bancos, que sufrirían si esas compañías tienen problemas. En España, y algo menos en Europa, es un mercado todavía casi testimonia­l, pero va hacia arriba.

El analista Juan Ignacio Crespo defiende que la economía española está «dopada» y también que «casi toda la economía global lo está», y observa que no parece haber preocupaci­ón por el aumento del gasto público que genera déficit y obliga a endeudarse más para financiarl­os. Todavía resuenan unas palabras recientes del ministro Carlos Cuerpo y su anuncio de la cuadratura del círculo: «Más gasto público y menos déficit». Imposible salvo que haya una enorme subida de impuestos. Las quiebras de los países –España estuvo a punto hace una docena de años la última vez– se olvidan cada vez con más rapidez, pero aunque en economía hay cosas que tardan suceder, luego «suceden con más rapidez de lo que se creía», como explicó Dornbusch.

La deuda privada, la que consiguen las empresas al margen del sistema financiero, que además es muy opaca, avanza como una nueva amenaza»

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