No es un peaje, es un impuesto
Sí. No hay día en que alguno de los miles de clientes (profesionales y particulares) a los que prestamos servicio jurídico no nos manifieste temor o preocupación por cuestiones de índole no legal, pidiéndonos promover algún tipo de «acción popular» contra un sistema que cada vez les exige más y del que reciben menos. La última cuestión es eso del pago por uso de las vías de tránsito común, existiendo incluso la posibilidad de que se extienda a toda la red nacional para desincentivar «la huída» de las vías desdobladas a las peligrosas secundarias. Los conductores no podemos más. Se ha pretendido hablar de esto como si fuera un «debate», cuando se trata de un compromiso del Gobierno para poder acceder a los fondos europeos para la recuperación. Así que de debate nada. Y luego están los argumentos: hay que invertir en el mantenimiento de las vías, y eso tienen que pagarlo los usuarios. Como si no lo hubiéramos pagado ya, vía impuestos, el mantenimiento y la construcción. Por hacer un par de números: las necesidades de financiación del mantenimiento de las vías son de 1.800 millones de euros (de los que ya se gastan 900), mientras que la automoción ingresa en las arcas del Estado por distintos conceptos una cifra superior a los 30.000 millones de euros anuales ¿De verdad que no lo estamos pagando ya, si se comparan los 900 millones necesarios con los 30.000 recaudados? Y eso, sin contar con el efecto en la subida de los precios por el coste del transporte y el impacto en el empleo, cifrado en 5.000 personas en el sector del transporte por carretera. Además, quiero poner el acento en que los impuestos no son finalistas; así que las constructoras que se lo tomen con calma porque si esperan sacar tajada de este sablazo al conductor pueden esperar sentados. Lo que se saque irá a la caja común y ya veremos luego lo que le toca a las carreteras; que será muy probablemente, lo mismo que se dedica ahora. Tengámoslo claro y llamemos a las cosas por su nombre: no es un peaje, es un impuesto.