El maquillaje de la vergüenza
Hace tiempo ya que en España los datos se discuten. Las maniobras que se han visto en algunos organismos oficiales, tan importantes como el INE, han logrado que su fiabilidad sea cuestionada. Obviamente, los datos relativos, por ejemplo, a la evolución del PIB son corregidos. Cuando se ofrecen públicamente no recogen todas las magnitudes y es cuando ya con todos los datos encima de la mesa se ofrece el dato definitivo. Todos los países lo hacen. Lo que no hacen todos los países es cambiar los criterios de ponderación de esos datos porque al Gobierno de turno no le gusta el resultado. Tampoco es normal que se maquillen, por ejemplo, los datos de desempleo. Cierto que ya lo hizo en su día un ministro de Trabajo llamado Jesús Caldera. Ahora y desde que Yolanda Díaz es ministra de Trabajo y se aprobó la contrarreforma laboral se nos ha ido ocultando sistemáticamente el número de trabajadores fijos discontinuos inactivos. Desde todos los frentes se le ha venido reclamando esta información. Los servicios de estudios, los periodistas e incluso Bruselas. Por fin esta semana, en el Senado, la vicepresidenta se dignó adelantar que el número de trabajadores fijos discontinuos inactivos eran exactamente 55.300, un dato ridículo por comparación con los cálculos que diversos servicios de estudios venían cifrando en no menos de 800.000. Los fijos discontinuos son unos trabajadores que trabajan cuando la empresa les llama y que en los periodos de inactividad no figuran como parados. Ya sabemos que esta figura existía antes de los cambios en la reforma laboral, aunque apenas se usaba este tipo de contrato. Las estadísticas de esos años muestran como este tipo de contrato apenas representaba unos 7.000. Este viernes, el Instituto Juan de Mariana ha publicado un informe en el que asegura que sin el maquillaje estadístico hay en España un millón de parados más consecuencia de los fijos discontinuos y otras circunstancias. Es decir, la tasa de paro se situaría así realmente en el 15,8% y no en el 11,8%.