El arzobispo dicharachero
TODO UN PERSONAJE
No por ser nosotros ateos redomados, muy alejados de los asuntos de la Iglesia, dejamos de enterarnos por interés profesional de que Luis Argüello, arzobispo de Valladolid muy conservador, pero dicharachero y tuitero, fue elegido hace días presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), y no a pesar de su, por así decir, enemistad con el Papa, sino precisamente por ello. Hasta los ateos nos lo figurábamos. Hay dos tipos morfológicos de obispos y príncipes de la Iglesia. Enjutos, secos, severos, de nariz aguileña, pómulos altos y mirada intimidante por el fulgor de la fe. Es el modelo de Rouco Varela, y acaso del papa Inocencio X que pintaron Velázquez y Francis Bacon. A veces pueden dar miedo Y luego están los orondos y melifluos, de cara redonda, boca pequeña y gesto obispal humilde, más que apacible untuoso, inequívocamente clerical. Monseñor Argüello, personaje que se ha caracterizado por negar o minimizar la pederastia de la Iglesia (no es para tanto, son cosas que pasan en todas partes), y no sólo en púlpitos sino en redes sociales, pertenece a este segundo tipo. Sólo morfológico, decíamos. Algo mofletudo y de cuello corto, donde apenas cabe el alzacuello, el nuevo presidente de la CEE en sustitución del cardenal Omella, preferido del Papa y retirado por edad, no parece el más más indicado paque ra afrontar los escándalos de pederastia de la Iglesia española, pero quién sabe. Nuestros obispos son como son, y quizá pretenden escribir recto con renglones torcidos, como Dios, tarea en la que ha destacado el tuitero negacionista monseñor Argüello. Un maestro de la ambigüedad en el que lo dicharachero favorece lo escurridizo, y también sabe guardar silencio como nadie. Con expresión afable. ¿Y es importante conocer al presidente de la Confederación Episcopal? Sí, en España sí.