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Robiols fritos

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(4 personas)

1 tacita AOVE

1 tacita agua

½ tacita anís

½ tacita herbes dolçes

¾ taza azúcar

5 tazas harina

Cabello de ángel Sobrasada de Mallorca picante Azúcar glas

Poner en un lebrillo el aceite, agua, azúcar, anís y ‘herbes dolçes’ y batir bien hasta que se deshaga todo el azúcar. Añadir harina poco a poco mientras vamos mezclando con una cuchara de madera o una lengua. Cuando la masa deje de pegarse es que ya no quiere más harina, esta se bebió en torno a unas 5 tazas. Los pasos anteriores los podemos hacer cómodament­e con un robot de cocina o Kitchen Aid. Espolvorea­r harina sobre el mármol, volcar la masa y amasar unos minutos. Espolvorea­r más harina sobre el mármol y extender la masa con ayuda de un rodillo hasta dejarla de un

grosor de algo más de ½ centímetro. Con un aro de 12 centímetro­s ir cortando círculos, uno junto a otro, para aprovechar bien la masa. Retirar la masa sobrante y reservar para hacer una segunda tanda. Pasar el rodillo sobre cada círculo para adelgazar un poco el grosor. En el centro de cada círculo pondremos media cucharada de cabello de ángel, si nos gusta el contraste dulce-salado podemos añadir al cabello de ángel un poco de sobrasada picante. Con un pincel o el dedo mojado en agua pintaremos el exterior del círculo y lo cerraremos como si fuera una empanadill­a apretando el borde con los dedos para que quede bien sellado. Podemos decorar el borde de la media luna con los dientes de un tenedor o con el tradiciona­l cortador de hojalata. Repetir la operación hasta que se nos acabe toda la masa. El relleno puede ser el que queramos: mermelada, chocolate, membrillo, requesón, dulce de leche… Hasta aquí todo se hace más o menos igual que los robiols clásicos horneados, pero en esta ocasión los haremos fritos en aceite. Es una receta antigua que se hacía en Mallorca y Menorca y que lamentable­mente se está perdiendo, imagino que por el trabajo que llevan o el temor a las grasas que nos inculcaron y que ahora nos dicen que la grasa es buena, necesaria para el cuerpo, claro está que con mesura. Pondremos una sartén al fuego con aceite que cubra ligerament­e los robiols. Cuando esté caliente introducir 2 o 3 robiols y cuando empiecen a dorarse darles la vuelta para que se doren por el otro lado. Retirar del fuego con una espumadera y colocar sobre papel de cocina con el fin de que absorba todo resto de aceite. A medida que los sacamos de la sartén espolvorea­mos generosame­nte con azúcar glas. La fritura de los ‘robiols’ es muy rápida, quiero decir que pasa del dorado al negro en un segundo, así que hay que estar vigilante. Comer fríos, y ya advierto que no se puede comer sólo uno, están riquísimos, con ese puntito que da el anís.

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Los ‘robiols’ fritos son muy golosos y es casi imposible comer solo uno.

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