Comisiones... ¿de qué?
Cada día nos enteramos de una nueva lista de citados a comparecer en las comisiones del Congreso y Senado que pretenden averiguar los trapicheos con las mascarillas de la pandemia. Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido, la cantidad de casos conocidos y el manto de silencio con el que las administraciones han intentado tapar sus vergüenzas, cabe preguntarse: comisiones... ¿de qué? ¿De verdad les interesa saber quién se lucró con mascarillas inservibles que contribuyeron a incrementar los contagios y las muertes? Todo hace indicar que la voluntad última es la de enfangar la vida política. Si las comisiones de investigación en las Cortes no han servido nunca para casi nada, ahora se está rozando el esperpento. Es la Justicia la que debe dilucidar si existe responsabilidad penal o administrativa en los gobiernos autonómicos que otorgaron los contratos fraudulentos o en el Ayuntamiento de Madrid, con los comisionistas de alta alcurnia. Si los Koldo, Ábalos y tantos otros estafaron al Estado. Eso es lo que interesa a la ciudadanía y ese no es el objetivo de estas comisiones del ‘y tú más’. La dificultad de supervivencia del Ejecutivo de Pedro Sánchez tras las elecciones catalanas y el posible batacazo en las europeas y, sobre todo, la falta de presupuesto ha exacerbado la batalla política y ya todo vale. Hasta el Fondo Monetario Internacional ha mostrado su preocupación por la fragmentación política en España y alerta del riesgo de que de prolongarse esta situación «empeore la confianza empresarial, la inversión y el crecimiento». La imposibilidad de llegar a pactos en ningún aspecto de la vida pública empieza a preocupar en Europa a la vista de que, ni siquiera con un comisario por medio, PP y PSOE logran un acuerdo de renovación del Consejo del Poder Judicial. Mientras la polarización hace inviable la aprobación de ningún proyecto de ley, nuestros diputados se distraen proponiendo nombres de comparecientes que puedan dañar a Sánchez o a Ayuso o a la presidenta del Congreso.