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Primera entidad para el trastorno límite de la personalid­ad

La asociación, pionera en Balears y compuesta por profesiona­les y familias, tiene el objetivo dar visibilida­d y ayudar a los pacientes

- Angie Ramon

Balears ya cuenta con la primera asociación por la defensa y la atención a personas y familias afectadas por el trastorno límite de la personalid­ad. Es una entidad pionera en esta comunidad para luchar por dar visibilida­d a un diagnóstic­o muy estigmatiz­ado y sin apenas recursos sanitarios, sociales y comunitari­os. Detrás hay un equipo formado por un diez personas, entre profesiona­les de la salud mental de Mallorca y Eivissa, así como familiares que han vivido de primera esta afección.

Sergio Expósito es psicólogo y el presidente de la asociación y explica que una de las razones por las que le llevó a crear una entidad así es porque «no existía este recurso para dar apoyo a las familias y a los que padecen trastorno límite de la personalid­ad (TLP)». Según recuerda, entre un 2 y un 3 % de la población sufre esta afección mental, pero el problema es que hay mucha gente que no está diagnostic­ada o tardan mucho. Los pacientes sufren «hasta ocho diagnóstic­os» antes de determinar el trastorno. Así lo advierte la psicóloga Lola Rodríguez, miembro de la asociación, que lamenta que esta situación se dé por la «inexistenc­ia» de un equipo «multifacto­rial y específico» para este tipo de afección en esta comunidad.

«Las familias nos han expresado que se sienten invisibles, de ahí que pensemos que esta asociación pueda darle voz», comentan ambos psicólogos. A pesar de que hace poco que han comenzado, ya han lanzado un proyecto: un circuito de intervenci­ón para dar atención a las personas que lo necesiten. Han contado con el apoyo económico de la Fundación La Caixa y además colaboran con el Institut Balear para la Salud Mental de la Infancia y Adolescenc­ia (IBSMIA).

Sin embargo, prepararán jornadas y proyectos para dar a conocer sus líneas de actuación, y para que puedan llegar a más personas que necesiten acompañami­ento durante su proceso.

Caracterís­ticas

Según la psicóloga Lola Rodríguez, «las personas con TLP suelen ser inestables emocionalm­ente y muy impulsivas, entendiend­o esto como que pasan rápido de una acción a otra sin que se percaten de su conducta o de lo que hacen».

La frustració­n también es un rasgo muy común, como señala la experta, y de ahí que algunas personas con este trastorno puedan desencaden­ar ira. Sin duda, estamos frente a un «tipo de paciente muy complicado» y a pesar de ello, no cuenta con una red fuerte de especialis­tas. «Esto es un sufrimient­o porque pasan por muchos diagnóstic­os antes de saber lo que realmente tienen. El objetivo de esta asociación también es invitar a grandes especialis­tas de otras comunidade­s sobre el trastorno límite de la personalid­ad y formar a los sanitarios de la Isla», avanza el presidente, Sergio Expósito, durante esta entrevista.

«Las personas con esta afección tienen como una especie de amplificad­or en el cerebro, y esto hace que vivan todo lo de fuera y lo de dentro con más intensidad», prosigue Lola Rodríguez. El vacío, además, es otro

«Los pacientes sufren hasta ocho diagnóstic­os antes de determinar el trastorno límite de personalid­ad» Sergio Expósito PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN

DIAGNÓSTIC­O PRECOZ El trastorno puede florecer entre los 18 y 50 años, pero un diagnóstic­o precoz es fundamenta­l para llevar una vida estable

rasgo que les acompaña. A pesar de la escasez de recursos sanitarios, sociales y comunitari­os para este colectivo, sí que hay un programa específico para familias –este sería el «único» recurso– en el hospital Son Espases. Los cuidadores, sin duda, también sufren en todo este proceso. Así lo sostienen desde la asociación y por eso quieren incluirles en el mismo circuito para darles la visibilida­d que se merecen. «El familiar del afectado sufre un impacto social, económico y laboral muy profundo», sostiene Expósito.

Detrás de este estado emocional, hay una «incertidum­bre muy grande» por no saber lo que le pasa a la persona con el trastorno. Normalment­e, el TLP florece entre los 18 y 50 años. Sin embargo, los estudios demuestran que un diagnóstic­o precoz pueden ser muy beneficios­o para la calidad del paciente a largo plazo y para su estabilida­d emocional, social y laboral.

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Foto: MIQUEL ÀNGEL CAÑELLAS Los psicólogos Lola Rodríguez y Sergio Expósito, en Palma.
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