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Reacción tardía

El Mallorca cae por la mínima ante el Madrid tras jugar en la cueva todo el primer tiempo e intentar la reacción tras el gol de Tchouameni

- Miquel Alzamora

MIQUEL À.BORRÁS

El Real Mallorca cayó ayer contra el Real Madrid por la mínima. Un gol de Tchouameni al poco de arrancar el segundo tiempo con la colaboraci­ón de Morlanes fue suficiente para que el conjunto blanco se llevara el triunfo de Son Moix. Entraba en los planes perder por muchos motivos, por el desgaste de la Copa y también por la calidad del líder. Pero el Mallorca renunció a plantar cara y regaló demasiados minutos el balón al Madrid, sobre todo en el primer tiempo. Entregar el partido es jugar con los once en tu campo y eso hizo Aguirre. Ese es su estido. Unas veces sale bien y otras no. Ayer salió cruz y perdió ante un Madrid que marcó de rebote y casi pierde dos puntos en el minuto 94.

En la primera parte el tratado de intencione­s quedó claro desde el primer minuto. Aguirre no pretendía pisar el campo del Madrid y Ancelotti quería a los suyos lejos de Lunin. El conjunto bermellón venía de jugar la final de Copa y eso fue la excusa perfecta para que el mexicano situara un doble autobús en defensa con el fin de intentar hacer el partido lo más incómodo al Madrid. Lo consiguió. No se le puede negar. Eso sí, a cambio de un aburrimien­to soporífero. Una tortura. Así de claro. El encuentro entró desde el primer instante en esa fase de tedio absoluto porque el once rojillo dejó el balón al rival y este intentó por todos los medios superar la primera línea defensiva en la zona de tres cuartos, pero justo ahí se le apagaban las luces.

El Mallorca se mostraba práctico, no arriesgaba y dejaba pasar los minutos sin que ocurriera nada. Pero nada es nada. A

los nueve minutos se animó Son Moix con el homenaje a Abdón Prats. Gritos de !Abdón, Abdón, Abdón! dejaban bien claro que Aguirre pude ser un entrenador que haya logrado llevar al equipo a la final de Copa, pero que la estima y el respeto lo tiene el futbolista al que negó un solo minuto en la final.

El choque fue transcurri­endo por la senda del más absoluto aburrimien­to. Entre uno que no quería y otro que no podía, los minutos fueron pasando sin nada reseñable. Solo podía ocurrir algo en caso de error del Madrid y eso fundamenta­lmente de darse sería por un error de concentrac­ión o por la típica cantada de Lunin. Se produjo la primera circunstan­cia a los 30 minutos. El Mallorca pisó campo contrario y forzó corner. Dani Rodríguez se dispuso a tirar y envió el balón al segundo palo para buscar y encontrar el salto de Raíllo. El cordobés se elevó por encima de Nacho y encontró la respuesta, esta vez sí, de Lunin, que rechazó el esférico.

El mejor Mallorca llegó cuando dio un paso adelante en el segundo tiempo con el marcador en contra.

El fútbol es así. Quien menos había hecho durante todo el primer tiempo era quien más merecía el gol porque la única oportunida­d fue para el cuadro balear. Se cumplía la media hora de partido y la respuesta del Madrid no se hizo esperar. Avanzó metros el conjunto blanco y Bellingham atrapó el esférico en la frontal del área para dibujar un arco perfecto en su disparo estrelland­o el balón en el larguero. La estirada de Rajkovic habría resultado inútil y la fortuna se alió con los bermellone­s, que seguían vivos en el partido.

A partir de ahí más idas y venidas y otro susto para el Madrid. Lato centró al corazón del área y el balón se fue abriendo poco a poco. Lunin salió a por uvas y la pelota casi llega a Maffeo. Casi, pero no llegó. Debía intentarlo más el Mallorca en la segunda parte porque el Madrid concedía en defensa cuando el equipo rojillo apretaba un poco el acelerador.

En la reanudació­n las cosas no podían empezar peor. Bellingham avisó en un tiro raso que interceptó Rajkovic, pero el Madrid tenía

las ideas claras y siguió viviendo en las inmediacio­nes del área rival y cuando esto sucede puden pasar cosas. Y pasaron. Tchouameni cazó un balón en la frontal del área y probó suerte. Su disparo rozó en Morlanes y dejó descolocad­o a Rajkovic, que solo pudo hacer la estatua. Cero a uno y toda la segunda parte por delante.

Tras el gol encajado, Aguirre reaccionó y empezó a mover el banquillo. Dio entrada a Darder, Abdón y Mascarell en un ejercicio de tratar de reaccionar cuando el equipo iba ya por debajo en

el marcador. Como casi siempre. Sin embargo, fue Brahim quien la tuvo primero en un disparo a bocajarro que rechazó Rajkovic y después ahogándose de balón ante el guardameta del Mallorca.

Vinicius entró al campo y el Madrid buscó el segundo, pero también el Mallorca que pasó a tener más el balón y a generar más oportunida­des con la presencia de Sergi Darder. Un centro suyo a los 65 lo remató a corner Nastasic. El once balear trataba de despertar, pero Vinicius también inquietaba y hasta en dos

ocasiones tuvo el gol. La más clara fue en un centro a Valverde, cuyo disparo final fue rechazado por Nastasic en la misma línea de gol.

La réplica la puso de nuevo Darder en un potente y certero disparo desde la frontal que rechazó Lunin a corner. Y al final pudo incluso llegar el empate en un centro aparenteme­nte sin problemas al interior del área del Madrid. Lunin no acertó a blocar y Muriqi casi remata a gol. Pero no pudo ser. Al final derrota por la mínima. Ahora toca Sevilla.

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Fuerza. La presencia de Abdón Prats y Sergi Darder sobre el terreno de juego fue un revulsivo para un Mallorca que hasta su entrada tuvo muy poco protagonis­mo con el balón. En el segundo tiempo equilibró algo más el juego en todos los sentidos.
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Tchouameni celebra el gol ante Morlanes, que fue quien por mala suerte desvió el balón a la red.

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