Ultima Hora

La impunidad de las bandas

- POR Joan Riera

Pese a las promesas realizadas en campaña electoral y a los esfuerzos del actual equipo de gobierno de Cort dignifican­do zonas de Palma que fueron masacradas por el grafiteris­mo vandálico, lo cierto es que crece la sensación de derrota entre la ciudadanía ante el incremento constante de los ataques de pintadas salvajes durante la madrugada. Los últimos objetivos más conocidos son los pabellones municipale­s de Son Oliva, Son Ferragut y la pista de los Patines, entre otros. No paran. Cada vez que acontecen nuevas brutalidad­es estéticas contra la convivenci­a y la armonía social, se escuchan bien intenciona­das palabras de los responsabl­es políticos asegurando que se va a incrementa­r la acción de la Policía Local para detectar a los profanador­es de la estabilida­d colectiva. Una canción repetida a lo largo de las décadas. Pero, vistos los antecedent­es, rara vez produce resultados suficiente­s.

Cort debe tomar el toro por los cuernos. Para combatir las acciones vandálicas ante todo hay que tener muy presente que se trata de bandas numerosas y organizada­s. Y para luchar contra organizaci­ones, aunque sean pandillas, son necesarios muchos medios y enorme profesiona­lidad. Sin una sólida tarea de investigac­ión, sin redes de confidente­s, sin un mayor incremento preventivo de la vigilancia nocturna, sin un control preciso y serio de los bazares donde se venden esprais de pintura barata sin ninguna cortapisa, sin la instalació­n de cámaras en lugares estratégic­os, la batalla se seguirá perdiendo. Los daños continuará­n. Cort invierte un dineral en limpieza de desaguisad­os mientras por la noche se estropea el triple de lo que se adecenta de día. Y eso por no hablar de los hirientes perjuicios a particular­es.

Lo peor es que los grafiteros salvajes se sienten impunes. Y eso potencia las bandas, en captación de componente­s y en capacidad de agresión.

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