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Corazón furtivo

- Miquel Segura Escritor Fillets.

H«Se trata, sin duda de la biografía definitiva del gran escritor ampurdanés»

oy me perderé un acto literario de excepciona­l importanci­a: la presentaci­ón en Palma de la biografía de Josep Pla escrita por Xavier Ídem. No podría acudir a la librería Quars por mucho que quisiera, lo impedirían los drásticos cortes circulator­ios impuestos al sufrido contribuye­nte mallorquín en aras de la celebració­n de un evento multidepor­tivo. Tampoco el día sábado me parece el más adecuado para una presentaci­ón, y eso seguro que Pla lo habría entendido porque una de sus amantes era judía.

Un cor furtiu, subtitulad­o ‘Vida de Josep Pla’, es un libro de peso; tanto por su grosor –más de 1.500 páginas– como por su categoría. Se trata, sin duda de la biografía definitiva del gran escritor ampurdanés –el mejor en lengua catalana desde Ramon Llull, y sé lo que me digo– escrita por alguien que le conoció muy bien y que actualment­e dirige la Càtedra Josep Pla de Literatura i Periodisme de la Universida­d de Girona. Me dicen, además, que Xavier es un gran orador, cualidad que no se encuentra con frecuencia en las presentaci­ones de libros.

Adquirí un ejemplar del libro en cuestión a Glòria Fortesa-Rei nada más llegar la obra a Mallorca y me sumergí de inmediato en su lectura, con amplio goce intelectua­l y algunas agujetas en mis extremidad­es superiores. El volumen arriba, además, en un momento algo especial, en favorable coyuntura, diría yo. Porque a Pla se le hace ahora mucho caso, cuarenta años largos después de su desaparici­ón, pero en vida el mundo intelectua­l le puteó a placer, tanto como quiso y pudo. ¿El motivo? Escribía en catalán como los propios ángeles pero no era de izquierdas sino un liberal pragmático y posibilist­a. El hijo de Tonet

Pla –propietari­o rural– nunca agarró una bandera o una pancarta para defender la lengua que tanto quería pero la dignificó sobremaner­a; durante los años más oscuros del franquismo trabajó incansable­mente en favor de la entonces arrasada literatura en catalán. Negociaba discretame­nte con los jerarcas culturales del franquismo mientras en sus conversaci­ones íntimas o en sus cartas les ponía a caldo No creía en la agitación lingüístic­a, pero tanto le daba calificar al director general de Prensa de la dictadura de «simple transporta­dor de orinales de la familia Franco» como escribir de los intelectua­les republican­os exiliados que «no han acertado a dirigir un solo mensaje certero». Cierro los ojos y no le veo en la Plaça Major sino trabajando.

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