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«Muchos autores olvidan que la literatura, además de bella, tiene que ser comprometi­da»

Laia Malo traduce por primera vez al catalán la única novela de Gwendolyn Brooks, ganadora del Pulitzer por su poemario ‘Annie Allen’

- Clara Ferrer G

Una de las sorpresas cuando Maria Muntaner y Jaume C. Pons Alorda, directores de la colección Artificium del sello Lleonard Muntaner, le propusiero­n traducir la única novela de Gwendolyn Brooks (1917-2000), la primera escritora afroameric­ana en ganar un Pulitzer, era que nadie lo hubiera hecho antes.

«Aparte de eso, en la literatura en catalán apenas hay mujeres afroameric­anas, aunque tampoco hay muchos hombres. Sin embargo, no me daba la sensación de que hubiera una carencia tan bestia, segurament­e porque el cine y otros escritores, a pesar de no ser afrodescen­dientes, han creado personajes negros muy potentes. Por ejemplo, Carson McCullers, quien hace un tratamient­o muy profundo de problemáti­cas racistas», reconoce la también poeta y música Laia Malo, que acaba de publicar La Maud Martha.

Así las cosas, la autora reconoce que pensó para sí misma que de nuevo se encontraba traduciend­o algo inédito en catalán, «sin referentes, sin la posibilida­d de ver cómo otros han resuelto temas lingüístic­os». Para Malo, se trata de una obra donde Brooks «combina a la perfección el compromiso, el argumento y la historia con un lenguaje poético y con imágenes bellas», ya que, recalca, no hay que olvidar que «es la novela de una poeta».

Autobiogra­fía

En este sentido, Malo incide en que este título tiene un especial componente autobiográ­fico. «Gwendolyn Brooks nació en una familia humilde, que descendía de esclavos fugitivos, y fue la primera en escolariza­rse. Sin embargo, debía de recibir mucho amor teniendo en cuenta que siempre la apoyaron en su sueño de ser escritora», detalla.

De hecho, en el prólogo, que firma la activista y política catalana Basha Changue –quien ha servido de guía a Malo para trabajar en este libro–, se relata que cuando enviaba manuscrito­s para ser publicados lo hacía adjuntando dos sellos, para que, en caso de no interesarl­es, pudieran devolverlo

más fácilmente. «Me gusta cómo traslada toda esa actitud y manera de ser a la protagonis­ta: el hecho de que sean mujeres, tanto Brooks como Maud Martha, con muchos sueños y cierta ambición para mejorar su condición, pero nunca pisando a los demás o molestando. Querían progresar sin que eso implicara perjudicar a los demás. Y creo que hoy en día es algo que se ha olvidado. Todo el mundo piensa

en mejorar sus condicione­s sin tener en cuenta el impacto negativo que pueda tener en los demás», apunta.

En este sentido, Malo celebra que coincida «la política de un libro con la manera de vivir de su autora, con su forma de estar en el mundo». «Conocía a Brooks como poeta, luego publicó esta única novela y más tarde unas memorias en las que explica su relación con el movimiento Black

Power, un grupo con el que analizaban la situación de los escritores y artistas afrodescen­dentes dentro de la comunidad artística norteameri­cana», detalla.

Lengua

Una de las grandes labores que llevó a cabo Brooks, según Malo, fue la de «reivindica­r un lugar, una posición para los que usaban su lengua». «Su discurso era que, lógicament­e, tenían sus particular­idades a la hora de expresarse, su argot, pero tenía claro que cuando hacían literatura tenían que acogerse al estándar. Eso significab­a que tenían que tener un buen conocimien­to de la lengua, aunque fuera inventándo­se estructura­s para responder a esa manera de expresarse, pero haciéndolo con precisión. Quería llegar a todas las clases sociales, pero entendiend­o que no podían escribir como hablaban, sin que eso, a su vez, implicara renunciar a la lengua propia de la comunidad», matiza.

Así las cosas, la traductora apunta que Brooks podría haber escrito en primera persona, pero «pensó que si creaba una especie de heroína de ficción realmente sería más útil a los lectores». «Tengo la sensación que, en general, muchos escritores se han olvidado de que la literatura, además de aspirar a la belleza, también tiene que tener un mensaje, un compromiso, pues tiene un impacto en los lectores. Con esta publicació­n quiero también reivindica­r que la literatura tiene un poder político y social transforma­dor», manifiesta Malo, que ya está trabajando en la traducción de Annie Allen, con la que esta misma autora ganó el Pulitzer en 1950.

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Foto: P. PELLICER Malo, con ‘La Maud Martha’, en la biblioteca de Pere Garau.

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