Hombre en Bruselas
LLEGA ‘EXPO 58’ DE JONATHAN COEN
Esto es verdad: en 1958, en Bruselas, tuvo lugar la hasta entoncesmás grande de las Exposiciones Universales y la primera desde el final de la Segunda Guerra Mundial. La idea era que cada uno de los países erigiera un stand que cantara las bondades de su espíritu nacional. ReinoUnido (después de pensarlomucho, con más honestidad que espíritu político y demagógico) decidió reproducir hasta el másmínimo detalle de un típico pub británico: The Britannia. Y todos tan contentos.
Y esto es la ficción que sucede en la última novela de ,
Jonathan Coe Expo 58 (Anagrama): Un treintañero, Thomas Foley, civil servant de la Central Office of Information, se dirige a Bruselas a supervisar la obra. Fuera arrecia la GuerraFría. Y los traviesos anfitriones han tenido lamaliciosa idea de situar los pabellones de Estados Unidos y la Unión Soviética uno junto al otro.
Así, bienvenidos a una tan elegante como graciosa commedy ofmanners donde el polimorfo y perverso Coe vuel- Jonathan Coe (Bromsgrove, 1961) es una rara- vis de la actual novelística británica:
querido por sus lectores, celebrado por la crítica, pero difícil de ubicar junto a Amis, Barnes, McEwan y Rushdie. Expo 58 desborda de referencias al cine: un ‘prota’ con rasgos de Gary Cooper, cierto
ritmo slapstick de Jacques Tati y guiño a
Hitchcock. ve a descollar en lo suyo. Es decir: en todo. Porque él es uno de esos contados escritores al que todos los trajes le quedan bien. Coe siempre cumple con sus objetivos: divierte, conmueve, emociona y cambia demodelo sin alterar tamaño, unXL.
En Expo 58 y bajo la ominosa sombra delAtomium— esa escultura futurista representando al todopoderoso nuclear átomo— le toca al turno a algo que recuerda a las mejores farsas de o : un “héroe” que Evelyn Waugh P.G. Wodehouse no comprende por qué lo persiguen rusos y yanquis, lo reclutan un par de agentes de inteligencia dignos de Tintín, lo interroga un periodistamoscovita con modales KGB, lo acosa un decadente Sir cuasi victoriano. Y, faltaría más, le hace guiños una espía norteamericana. Pero está claro que Foley — admirador de Bond, James Bond— está más que dispuesto a beberse todos los martinis que le sirvan y a pasárselo a lo grande sin importarle demasiado las consecuencias o la importancia verdadera o falsa de algo llamado la máquina ZETA. Porque ya saben: solo se vive dos veces, hay que vivir y dejar morir, y todo eso. � Coe empezó a escribir “en serio” a los ocho años cuando pergeñó algo titulado El castillo del misterio. Sus primeras páginas aparecieron,años después, en su novela ¡ Menudo reparto!