El ROCK de Chiuri & Piccioli
En seis años han logrado lo que parecía imposible: reinventar la elegancia clásica de la casa, acercarla a la generación Instagram y subir las ventas. Todo, con un equipo de artesanos rejuvenecido. Nos encontramos en Roma con Maria Grazia Chiuri y Pierpao
Bello, bello, bellissimo!”, exclama Maria Grazia Chiuri mientras una modelo camina lentamente hacia un grupo de diseñadores y estilistas que la contemplan con atención. Luce un vestido de gasa de color crema y formas geométricas, adornado con expresivos símbolos florales de satén chocolate. Segundos después, media docena de personas ataviadas con inmaculadas batas de algodón blanco entran en la sala y sonríen con timidez. Chiuri y el hombre que permanece sentado a su lado, Pierpaolo Piccioli, se levantan y aplauden. El vestido es una de las creaciones en fase de desarrollo de la colección de alta costura otoño- invierno 2014, que Chiuri y Piccioli, directores creativos de Valentino, presentaron en julio en París. Y el aplauso, el reconocimiento al esfuerzo de los recién llegados a los talleres de la maison; a los empleados que han cosido los motivos en satén con tanta delicadeza que las puntadas apenas se ven. Novatos que ofrecen un aspecto de todo menos tradicional.
Para empezar, varios son hombres; hasta hace poco, en los talleres de alta costura de Valentino solo había mujeres. También son sorprendentemente jóvenes para una industria dominada por petite mains demás edad. La firma ha tenido que ampliar su plantilla para satisfacer una demanda creciente desde el nombramiento de Chiuri y Piccioli, hace seis años. En la actualidad, varios de los 67 artesanos de la casa rondan los 20 años. Los talleres bullen de jóvenes con barba y chicas con deportivas fluorescentes.
Sus jefes no parecen encontrarse fuera de lugar. Chiuri, de 50 años, y Piccioli, de 48, ofrecen un aspecto más cercano al de rockeros indies que al de un par de modistos de alta costura. Las pruebas de vestuario se desarrollan bajo los traviesos querubines que decoran los techos del Palazzo Mignanelli, la imponente mansión de finales del siglo XVII, junto a la Plaza de España de Roma, que alberga desde 1988 la sede de Valentino. Los diseñadores parecen vestidos para actuar en el Festival de Coachella.