La REINA SOY YO
CÓMO CONTROLA LETIZIA ZARZUELA URDANGARIN, SU GRAN ENEMIGO YEL FIN DE SU CRISIS CONEL REY FELIPE
Llegó a Palacio con pocos apoyos. Cuestionada. Y se granjeó un enemigo mayorque el rey Juan Carlos: Iñaki Urdangarin. Diez años después, y tras sortear todos los obstáculos, Letizia, la primera reina plebeya de la Monarquía española, en tan solo un año le hada do lavuelta a las encuestas. Se ha convertido en la tabla de salvación de una institución dañada por los escándalos . ALBERTO PINTEÑO y PALOMA SIMÓN hablan con sus personas más cercanas y descubren cómo hasuperado lacrisis matrimonial con Felipe... y lade la propia Corona.
Seis y cuarto de la mañana. Suena el despertador en el Pabellón de los Príncipes. La reina recibe a su peluquera de confianza, la misma desde sus tiempos de presentadora en Televisión Española. Ya peinada, baja a la cocina para preparar con tranquilidad el desayuno a Leonor y Sofía. Es ella quien las despierta y las viste. Cereales, lácteos, fruta, e infusiones. Unmenú contundente, pero sano. Mientras las niñas se dirigen al colegio, ella aprovecha para leer la prensa y, si hay acto oficial, elegir vestido. Así arranca una jornada de Letizia. Sin doncellas ni ayudas de cámara. Es la
“Al principio existía una entente cordial, hasta que Letizia su poque Iñaki [Urdangarin] ponía a Felipe en contra de ella”
tónica de un reinado que empezaba el 19 de junio de 2014, no sin antes superar muchos escollos.
La primera reina plebeya de la Monarquía española llegó a palacio cuestionada. Muchos dudaban de la idoneidad de una profesional de clase media, divorciada, nieta de un taxista e hija de una sindicalista para contraer matrimonio con el heredero de la Corona. Víctima del menosprecio de un sector de la nobleza, en la Familia Real tampoco se lo pusieron fácil. Si con sus parientes políticos los vínculos nunca llegarían a estrecharse, con su suegro la falta de sintonía era evidente. Todo cambió con la proclamación. “Últimamente, y subrayo, últimamente, don Juan Carlos me ha comentado en privado que Letizia lo está haciendo muy bien”, revela Fernando Ónega. Aunque el monarca emérito no era su único oponente. “Urdangarin siempre fue el enemigo número uno de Letizia en la Familia Real, incluso antes de que estallara el caso Nóos”, revela una persona que conoce desde niña a la reina. “Ni el rey ni las infantas. Iñaki”, insiste. Antaño amigos y confidentes, Cristina e Iñaki pasaron de cobijar en su casa de Barcelona el noviazgo entre Felipe y Letizia a ser considerados personas non gratas. Esta áspera relación con la familia política junto al declive de una institución tocada por los incidentes de Botsuana y la aparición de Corinna zu Sayn-Wittgenstein pusieron en jaque a los entonces príncipes. Tensiones que agravaron una crisis matrimonial que trascendió a los medios en 2013. Rumores tan insistentes que obligaron a La Zarzuela a dar explicaciones. Desde la Casa Real se habló de “altibajos” en la pareja. “Sí, atravesaron una crisis. Y gorda. Nos temimos los peor”, admite alguien que durante esa época estaba muy unido a ella.
Nóos, Botsuana, Corinna... Letizia ha sorteado la peor etapa de la Monarquía desde 1975 y ha sabido reinventarse durante la última década. Ha aprendido a contenerse; a lidiar con el protocolo y con el personal de palacio. A ganarse el favor de la opinión pública. Ha pasado de ser el miembro menos valorado de la Familia Real a superar el 67 por ciento de popularidad en los últimos sondeos. En apenas un año, se ha erigido en la figura más visible de una institución que atravesaba sus horas más bajas. Hoy roza los niveles de aceptación entre la ciudadanía de los mejores tiempos de don Juan Carlos y doña Sofía. Cuando contrajo matrimonio con Felipe muy pocos confiaban en que Letizia se revelaría como la tabla de salvación de la Corona. Hoy, la reina es otra. Y la Monarquía, también.
Entre el “Sí, quiero” en la Catedral de la Almudena y la “Monarquía renovada para un tiempo nuevo” que Felipe VI proclamó en su discurso del pasado 19 de junio en las Cortes median diez años de luces y sombras. De alegrías con los na- cimientos de Leonor y Sofía; y penas como el fallecimiento de Érika Ortiz o de su abuela Enriqueta. Un largo camino hacia la proclamación que, muy pocos saben, pudo quedar truncado por un accidente que pudo ser fatal.
Sucedió una tarde lluviosa de octubre de 2003. Pocos días antes del anuncio que lo cambiaría todo. Como cada jornada, Letizia Ortiz se dirigía desde Valdebernardo a los estudios de Radio Televisión Española, en Madrid, para preparar el informativo. “Conducía su propio coche a gran velocidad. Le gustaba correr”, recuerda hoy Alfredo Urdaci. Reclinado sobre la silla, el que fuera su jefe en el ente público, rememora el suceso en su despacho como director de Informativos de 13 TV, en Boadilla del Monte. “Al salir del túnel que enlaza la M-30 con la calle O´Donnell la sorprendió una tromba de agua. Los vehículos se agolpaban en la vía. Ella intentó frenar, sin poder evitar el aquaplaning, y provocó una colisión múltiple. ‘Está usted viva de milagro, se podría haber matado’, le recriminaron los efectivos del SAMUR. Antes que a ellos, Letizia hizo una sola llamada telefónica. Fue al príncipe Felipe. Él la calmó y envió hasta el lugar de los hechos a dos agentes de la Guardia Real, que la condujeron en moto a Torrespaña. Al llegar estaba muy nerviosa. Se tomó una tila y siguió trabajando toda la tarde —asegura Urdaci—. Aquello le podía haber costado un disgusto”.
Esa noche, Letizia presentó uno de sus últimos informativos en Televisión Española. El 1 de noviembre la Casa Real emitía un comunicado en el que anunciaba su compromiso con el he-- redero de la Corona. Su vida daba un vuelco. La futura reina de España dejaría su profesión y su piso de Moratalaz. Y solo volvería a conducir en contadas ocasiones.
Su principal cometido sería adaptarse a su nuevo papel, aprender a lidiar con el protocolo y a desenvolverse en el engranaje de La Zarzuela. Desde el principio tuvo un grupo de incondicionales que hoy siguen a su lado. Entre ellos destaca José Manuel Zuleta y Alejandro. “La persona en quien más confía”, confirman desde Casa Real. El jefe de la Secretaría de la reina, teniente coronel de Caballería, es su mano derecha. Duque de Abrantes y marqués del Duero, acompaña a Letizia en todas sus actividades institucionales. Siempre dos pasos por detrás, el aristócrata y militar observa. Jamás interfiere. Su discreción, rayana en el hermetismo, tiene en Jordi Gutiérrez, director de Comunicación de la Casa, su complemento. Gutiérrez, periodista de formación, es quien contesta las preguntas incómodas de manera tajante, pero con una sonrisa. Quien anuncia que esta “Monarquía renovada” es también una “Monarquía sin titulares diarios. Ni los da ni los va a dar. Hemos atravesado una etapa de ansiedad informativa que se traducía en una noticia
diaria. Queremos recuperar la normalidad institucional de hace 20 años”, revela. La “normalidad” que precedió a la tormenta. Antes de que los escándalos y la corrupción alcanzaran a la más alta institución del Estado.
Enemigos Íntimos
22 de julio de 2010. El juez Castro, que instruye el caso Palma Arena, abre una pieza separada para investigar las supuestas actividades delictivas del Instituto Nóos, que preside Iñaki Urdangarin. Un año y medio más tarde el duque de Palma es apartado de la agenda oficial de Casa Real por su “comportamiento no ejemplar”. Desde el principio, Letizia se protege del matrimonio Urdangarin-Borbón, relación que ya se encontraba desgastada. “Al principio existía una entente cordial, hasta que Letizia supo que Iñaki ponía a Felipe en contra de ella”, asegura un testigo directo de este deterioro en la amistad con los duques de Palma, dato que también corrobora una de las personas del círculo de confianza de la reina. Los correos del exjugador de balonmano filtrados por la prensa pusieron en evidencia, tiempo después, la mofa de la que Letizia era objeto por parte de su cuñado. “Si antes la relación era fría, tras el caso Nóos se hizo insostenible”, continúa su allegado. Evitaba posar conellos en las fotos oficiales. O lo hacía a regañadientes. Letizia se alineó con la estrategia de La Zarzuela. “Cuando estalla el Caso Nóos, Rafael Spottorno, el entonces jefe de la Casa, tomó una decisión muy dura, pero acertada: la de apartar a Iñaki Urdangarin y a la infanta Cristina de toda actividad oficial”, explica un ex alto cargo de palacio. “Tanto el rey emérito como el actual tuvieron claro desde el principio que había que aislar el problema. Desde entonces, no creo que hayáis visto ninguna imagen del rey con su hermana”. Solo se encontraron con la oposición de la reina Sofía, que insistía en mantener la familia unida. Tanto es así, que en la conmemoración del 50 aniversario de la muerte del rey Pablo de Grecia puso en un aprieto a los entonces príncipes de Asturias al convocar también a la infanta Cristina. Felipe y Letizia hicieron lo imposible por evitar una instantánea juntos. “Era un acto familiar, no oficial. Nopudi mos hacer nada”, la mentan des de La Zarzuela. Esa misma fuente confirma que en el primer desayuno del equipo tras la proclamación, en julio de 2014, Jaime Alfonsín, actual jefe de la Casa, apostó por mantener a Cristina e Iñaki lejos. “Nunca hablamos de Botsuana, Corinna o Nóos. Ella es muy discreta con eso”, aseguran desde su círculo más íntimo.
La relación de Letizia con la familia de Felipe “nunca fue fluida”, relata una persona del entorno más cercano del rey. “Yahora es distante”, añade. “En las dos únicas ocasiones en las que coincidí con la todavía princesa de Asturias ella semostró tensa y envarada. Torpe. En la boda del príncipe Nicolás de Grecia y Tatiana Blatnik, en agosto de 2010, una celebración estrictamente familiar, sin prensa, en la isla griega de Spetses, se levantó en medio de la cena para sentarse junto a su marido. Ningún matrimonio compartía mesa. Nos quedamos atónitos”, recuerda una invitada a la boda.
El periodista Fernando Ónega, que visitó con frecuencia al rey Juan Carlos para la preparación del libro El hombre que pudo reinar, asegura que “la última oportunidad de encuentro familiar seprodujo en Navidad. Al final, no se consumó. Enunmomento dado, Felipe le dijo a don Juan Carlos: ‘Debo telefonear a Cristina para pedirle que no venga’. Y su padre le contestó: ‘Esa llamada la tengo que hacer yo’. Perola llamada nose produjo”. “Ni Felipe ni Letizia asistieron a la fiesta de Navidad que ofreció la infanta
Pilar en su casa de Puerta de Hierro”, atestigua un familiar cercano, que confirma que entre el rey y su hermana el contacto es inexistente. Todo lo contrario que con los Ortiz-Rocasolano. Paloma Rocasolano es uno de los puntales de Letizia. “Aunque cuida a su padre, con quien vive, le ayuda con sus hijas”, constata una de las personas que ha frecuentado a Paloma. El padre de la reina, el periodista Jesús Ortiz, sigue también de cerca los progresos de Leonor y Sofía, y hasta se las ha llevado de viaje a Cantabria. El círculo íntimo de Letizia, más allá de su familia, lo conforman sus amigas de siempre, todas periodistas. Un grupo de fieles que, insisten, “no hablan de trabajo con la reina”. Se suelen reunir cada dos semanas, bien en casa de alguna de ellas, bien en un restaurante. Allí es Letizia, a secas.
Un Despacho en RTVE
Las luces se acaban de apagar. Va a dar comienzo la película Dos vidas, del alemán Georg Maas, cuando dos personas irrumpen en la sala de los cines Ideal, en la plaza Jacinto Benavente de Madrid. Su sombra se proyecta sobre la pantalla y algún espectador los reconoce. Hace solo un mes que han sido proclamados reyes. “Desde que es reina sale más que nunca, otra cosa es que los paparazzi no lo documenten —aseguran desde su entorno—. Siempre la fotografían cuando acude al cine, o con los pantalones rotos, pero en realidad visita muchísimas exposiciones de forma privada y sin repercusión pública”. ¿Las últimas? La de Nikola Tesla en la Fundación Telefónica, a la que acudió con el rey y sus hijas; y Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay, en La Casa Encendida. “Me dijo con entusiasmo que estaban muchos de sus referentes culturales: Walser, Kafka, Baudelaire, Pasolini... Insistió mucho en que fuera a verla. Está muy pendiente de la vida cultural de Madrid y cuando tiene un hueco a mediodía aprovecha para acudir a este tipo de citas”, revela Ma-tías Rodríguez, codirector de la empresa de RRPP Muy Personal Comunicación y amigo desde su época de periodista en RTVE. Los reyes cenan en restaurantes del barrio de Justicia o de Las Letras; se sorprenden con el cine de Carlos Vermut o el humor del Ultrashow de Miguel Noguera, o leen las novelas de Agustín Fernández Mallo. En su tiempo libre también frecuentan el Teatro Real, han sido espectadores de obras como la adaptación operística de Brokeback Mountain y Tristán e Isolda.
Gustos que Letizia introdujo en la pareja y a losque no quiso renunciar como hizo con su profesión. Aunque hubo un tiempo, poco antes de la boda real, en el que hasta se llegó a plantear la posibilidad de que la hoy reina continuase con su trabajo. “Ella intentó seguir ejerciendo como periodista. Durante tres semanas realizó llamadas insistentemente, proponiendo incluso ocupar puestos sin gran relevancia. El entonces director de RTVE, José Antonio Sánchez, y yo nos reunimos con La Zarzuela para valorar las opciones, una de las cuales consistía en habilitar un despacho desde el que Letizia dirigiese programas especiales. Pero era casi imposible mantener en secreto en qué iba a estar trabajando la princesa de Asturias. Todo acabaría por magnificarse. El asunto se llegó a consultar con otras Casas Reales europeas. Finalmente, la idea se desechó”, revela el ex jefe de los Servicios Informativos de TVE.
18de febrero de 2015. Fundéu, la Fundación del Español Urgente —creada por la Agencia EFE y el BBVA—, celebra su décimo aniversario. El antiguo palacio del marqués de Salamanca está repleto de académicos de la RAE y profesionales del perio-----
dismo como Darío Villanueva, Soledad Gallego-Díaz, Victoria Prego, Raúl del Pozo o Luis María Ansón, entre otros. Letizia está cómoda y se nota. Sube al atril y dirige su discurso a los invitados con una perfecta dicción. Gesticula. Actúa como si de un Telediario se tratase. Nada más acabar el acto, busca a sus colegas de profesión para intercambiar impresiones. “Me siento especialmente contenta por acompañaros hoy”, confiesa.
“Ella misma escribe sus discursos, pero son convenientemente revisados por quienes tienen la responsabilidad de gestionar la institución”, afirma Matías Rodríguez. “También mete pluma en los de Felipe, a quien le gusta mucho escribir —confirma un antiguo colega de profesión—. Él los redacta mano a mano con el jefe de la Casa, Jaime Alfonsín”. Como si de una reportera en activo se tratara, en 2004 Letizia irrumpió en La Zarzuela “libreta y bolígrafo en mano. Fue preguntando uno a uno a todos los empleados qué hacían y cómo o cuánto tiempo llevaban trabajando allí. Esa actitud le granjeó el respeto de los trabajadores, que interpretaron el gesto como el de alguien que llega para ponerse manos a la obra”, descubre alguien que la frecuentó entonces en RTVE.
Letizia adopta esamisma actitud incisiva y curiosa en los actos oficiales. Para lo bueno y para lomalo. Se le escapa un “tía” cuando interpela. Rompe el protocolo con frecuencia. Como el pasado 29 de enero. “Menudo cabreo se ha cogido don Felipe”. El comentario, cazado al vuelo entre uno de los asistentes al 25 aniversario de Antena 3, resume una de las anécdotas de la gala. El rey esperaba a su esposa a las puertas de la sede del Ayuntamientode la capital. Con él aguardaban la alcaldesa, Ana Botella; elministrode Industria, José Manuel Soria, el presidente del Congreso, Jesús Posada, y otras personalidades. Esa misma noche, el jefe del Estado volaría a Etiopía en solitario. Doña Letizia se resistía a abandonar el acto. “Suele pasar cuando Su Majestad se siente cómoda”, dice Jordi Gutiérrez mientras mira el reloj de refilón. “Nos tendríamos que haber marchado ya”, reconoce. La prisa del equipo de seguridad de la reina no era menor que la del director de Comunicación de la Casa Real.
Los reyes habían llegado al Palacio de Cibeles alrededor de las nueve; posaron en el photocall y siguieron el discurso del consejero delegado de la cadena. Después, se mezclaron con el público. Doña Letizia charló en varios círculos con políticos y periodistas. José Manuel Zuleta aguardaba mientras doña Letizia hablaba con antiguos colegas de profesión, se hacía selfies con los actores de Farmacia de Guardia o confesaba al actor Miguel Ángel Silvestre que su hermana Telma y ella veían Un paso adelante, la popular serie que emitió la cadena entre 2002 y 2005. Cuando estrechó todas las manos que consideró conveniente y conversó con quien se acercó a saludarla, Letizia abandonó el Ayuntamiento. Fuera, el frío arreciaba.
Es unamujer impulsiva, muy directa. Ha tenido que construirse un personaje y acatar que su posición ha de ser neutral. Su papel consiste en estar detrás del rey. No ser, no sentir, no opinar. Le ha costadomucho trabajo asumirlo”, reflexiona Urdaci. Tanto, como sobrellevar la actitud del rey emérito o de los duques de Palma, que a punto estuvieron “de dilapidar la herencia que iba a asumir sumarido”, añade. A finales de 2013 hasta la prensa generalista recogía las disputas en público de los príncipes, las salidas de tono de Letizia y la frialdad entre ambos en los actos. Incluso se publicaron las capitulaciones matrimoniales en caso de separación. “El caso Nóos le afectó mucho. Se mostraba distante, a la defensiva. Pero si hubo mal rollo entre ambos, ya desapareció. Ahora van de la manita”, zanja un ex alto cargo de la Casa. La proclamación, y el anclaje a la Corona, parecen haber reforzado los lazos afectivos de Felipe y Letizia. “El equipo se ha fortalecido. Felipe es el jefe del Estado; ella es la reina consorte, con responsabilidades, pero de distinta índole. No hay confusión ni zonas grises ni titubeos”, asegura su amigo Matías Rodríguez. James Costos, embajador de Estados Unidos en España, que conoce bien a Felipe y Letizia (los invitó a su casa de California), identifica a los reyes con “una nueva generación que representa el espíritu empresarial, la innovación, la apertura y la transparencia”.
“Me dijo que en esa exposición estaban muchos de sus referentes culturales: Walser, Baudelaire, kafka, pasolini...” (Matías Rodríguez)
“Va a Hacer Cosas Importantes”
Adiferencia de doña Sofía, Letizia no fue educada para guardar las apariencias. También en ese sentido ha acabado por imponer su estilo. Si la reina emérita fue para ella un ejemplo durante los primeros años de matrimonio con Felipe, todo cambió con Nóos. Fuentes de Casa Real confirmaban año y medio antes de la proclamación que “Letizia vuela sola”. Se implica a fondo en las causas que abandera. Su conocimiento de la diabetes o las enfermedades raras es “exhaustivo”. Se documenta como si de preparar un reportaje se tratara. Igual que cuando trabajaba en TVE. Es más: su interés por todo lo concerniente a la salud se remonta a esa etapa. Un compañero de profesión recuerda cómo Letizia “acompañaba un día a la semana al subdirector de Informativos de TVE de la época, Andrés Martín Velasco, a visitar a su hermano, enfermo de leucemia, al hospital. El gesto salía de ella; no era impostado”. Hace escasas semanas Letizia acudió de forma privada a un hospital de cuidados paliativos. El padre de uno de sus mejores amigos estaba allí ingresado. Durante esa visita algunos familiares de enfermos la abordaron: “¡Cómo te pareces a la reina!”. “Soy yo, soy yo”, insistía. No la creyeron y hasta enseñó fotos de su móvil de las infantas para probar su identidad. “¡Eso lo has sacado de Internet!”, le repetían.
“Su inquietud por servir a la sociedad vamás allá de su posición como reina de España”, reflexiona el cardiólogo Valentín Fuster, premio Príncipe de Asturias de
Se levanta a las seis y cuarto de la mañana, le prepara el desayuno a sus hijas. Hace ‘ footing’ y monta en bici en Zarzuela . No tiene entrenador
Investigación Científica y Técnica 1996 y amigo personal de Felipe desde entonces. “Conozco a la reina desde hace tiempo, y no abandera la defensa de la salud o la educación por su condición de mujer del jefe del Estado. Lo lleva dentro. Va a hacer cosas importantes”, insiste el director general del CNIC. De ahí que temas hasta ahora tabú hayan irrumpido en la agenda real. Tan solo una semana después de la proclamación, el 24 de junio de 2014, los reyes organizan una de sus primeras audiencias. En la convocatoria, ni presidentes de Comunidades Autónomas ni empresarios. Ni tan siquiera los poderes del Estado. No. Felipe y Letizia reciben a 350 representantes de ONG: Down España, Atención a la Parálisis Cerebral, Confederación de Sordos, Secretariado Gitano... y el colectivo gay. Era la primera vez que los reyes auspiciaban un encuentro con la Plataforma de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales. Y en el Palacio de El Pardo. “La reina Sofía no tuvo palabras muy acertadas hacia nosotros [hace referencia a las declaraciones que se recogieron en el libro de Pilar Urbano, La reina, muy de cerca]. Para Juan Carlos no existíamos. Letizia es todo lo contrario”, explica Boti García Rodrigo, presidenta de la Plataforma. Tras el acto, los reyes hicieron corrillos, Letizia se acercó a Boti, le extendió la mano y le dijo:
—Muchas gracias por asistir. Continúa con tu labor en pro de la visibilidad. Entiendo bien tus palabras. Esto importa mucho.
“Letizia pertenece a una generación totalmente distinta a la de doña Sofía. Se deja asesorar. No actúa. Siempreme pide mis discursos para no pisarme. Este año hasta me dijo: ‘Oye, que esto al final no lo has mencionado’. Y tiene una ideología social que, sin ser de izquierdas, le hace estar al tanto de lo que pasa, de los problemas de la ciudadanía”, afirma Luciano Poyato, presidente de la Plataforma Nacional del Voluntariado. En su día se especuló sobre si la futura reina de España era republicana, laica y de izquierdas. Urdaci lo desmiente. “Nunca hablamos de política. Pero lo que sí te puedo decir es que, antes de casarse con Felipe, era una mujer tremendamente conservadora en lo concerniente al matrimonio. A veces caemos en la ligereza de pensar que alguien divorciado es liberal”, advierte el ahora director de Informativos de 13 TV.
Alta Cocina en Palacio
“Panceta ibérica en caldo de trufa con boletus. Carabinero con ensalada de contrastes y caviar de aceite. Bacalao confitado con zanahoria, naranja y txangurro. Chocolate que desaparece con toques de café de Colombia”. Un menú vanguardista para sorprender a los 110 invitados a la cena en honor al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Y un cambio evidente. La alta cocina española, representada por el chef dos estrellas Michelin Ramón Freixa, irrumpe en el Palacio Real. Una apuesta personal de la reina. Le interesa especialmente la alimentación. Se sabe de memoria las recomendaciones de la FAO y la OMS. Supervisa personalmente los menús de las cenas de gala y decide qué se debe comer. Detesta la bollería industrial, los productos manufacturados y las máquinas expendedoras. Es muy estricta con ella y con los demás. ¡Nos da un coñazo con el tabaco!”, revela una amiga.
Otra de las medidas que ha promovido es la mejora en la organización de la Casa: “Es una estructura cada vez más organizada y funciona de forma más eficaz”, admiten desde La Zarzuela. “Se intenta que los actos oficiales se celebren en días laborables, pero no siempre es posible”, concluyen. “Está convencida de que el futuro del país sería más esperanzador si los horarios fueran dignos y le molestan las críticas, porque cree que si se pronuncia en este asunto, lo hace por los demás”, confirman desde su entorno. Es frecuente que la reina trabaje también desde sus dependencias personales, donde tiene habilitado un “ámbito de trabajo”. Aunque su despacho oficial está en la planta primera de La Zarzuela. Una estancia pequeña, aséptica, con una mesa, un ordenador, muchos libros y retratos familiares. “No es nada representativo, como de jefe en cualquier ministerio”, describen desde Casa Real.
Escrutinio Físico
“El problema que afrontan estas royals jóvenes y modernas es equilibrar la visión que tienen de sí mismas con las expectativas públicas que generan. Sus herederas lo tendrán más fácil”, prevé Suzy Menkes. La editora internacional de Vogue publicó el pasado verano un artículo muy crítico con la sobreexposición mediática de las princesas herederas y las soberanas europeas. Con la presión a las que las somete una sociedad más preocupada por su indumentaria que por la labor que desarrollan. “A Letizia el escrutinio físico le molesta, pero no le obsesiona. Simplemente le enfurece que eclipse su mensaje—asegura un íntimo—. Es tremendamente austera, no aprecia los regalos ostentosos”. Ella misma escoge su vestuario, no tiene enlace con las marcas ni estilista, compra las prendas o las encarga por catálogo. “Lo que le interesa es ir correcta. No busca ni la tendencia ni la elegancia ni nada de eso”, zanja Matías Rodríguez. Sobre sus polémicos retoques estéticos, sus más íntimos aclaran: “Solo se ha operado la nariz, jamás se tocó el mentón y es completamente falso, como se ha publicado, que vaya a someterse a una braquioplastia [intervención para tratar la flacidez de los brazos]. ¡Pero si es pura fibra!”. Anochece en La Zarzuela. Si no ha tenido un acto vespertino, Letizia cierra una jornada jalonada de reuniones de trabajo o repaso de la agenda oficial. También busca un hueco para hacer ejercicio. “Le gusta hacer footing por las inmediaciones de Palacio omontar en bicicleta. Y no, no tiene entrenador personal”, revela una de las personas quemejor la conoce. Y todos sus amigos coinciden en algo: Letizia parece estar al fin en su papel, el de reina. “La vemos muchomás feliz ahora. Pero ella insiste en que sonríe y trabaja igual que antes”. �