Vanity Fair (Spain)

ARANTXA Sánchez Vicario ¿ ARRUINADA O MILLONARIA?

¿ Miente en la guerra contra sus padres?

- Por DAVID LÓPEZ

Debía haber sido una de las noticias de los periódicos del sábado 29 de junio de 2013. “Los Sánchez Vicario firman la paz”, habrían dicho los titulares. O al menos así estaba previsto que reaccionar­a la prensa tras el comunicado que la familia había preparado para los medios. Tres párrafos firmados por los padres de la extenista (Emilio Sánchez y Marisa Vicario), Arantxa y su marido, Josep Santacana, que nunca hasta hoy han visto la luz: “Hemos decidido resolver de forma definitiva todas aquellas cuestiones que distanciab­an a la familia [...] desde el aprecio y el respeto mutuo [...] y sin que exista contrapres­tación, indemnizac­ión ni compensaci­ón alguna entre las partes. [...] Todos lamentamos los hechos y

"ESTOY EN LA RUINA. QU IERO QUE MI FAMILIA EXPLIQUE POR QUE TENGO DEUDAS"

acontecimi­entos que nos han llevado al enfrentami­ento público”. Tres párrafos medidos a la coma que acababan, por fin, con más de un año de guerra familiar pública desde que en febrero de 2012 la extenista publicara sus memorias, Arantxa, ¡vamos! (Ed. La Esfera de los Libros), en las que acusaba a su familia de habermalve­rsado la fortuna de 45millones de euros que ella calculaba haber ganado a lo largo de su carrera. “Arantxa necesitaba recuperar su prestigio. Sentía que, a pesar de todo lo que se había esforzado en la vida, no tenía el reconocimi­ento que merecía”, desvela una de las personas que trabajó con ella en la edición del libro. Asegura que la deportista quería mostrarse como una víctima de las decisiones de su padre y contar cómo había sido su vida de sacrificio. “El resultado fue catártico: tenía ganas de vomitar todo lo que sentía. Y lo hizo”.

Pero el día 28 de junio de 2013 las memorias de Arantxa ya eran historia y el comunicado familiar estaba preparado y dispuesto para ser firmado antes de lanzarse a la prensa. Solo faltaban las rú- bricas de la protagonis­ta, sus padres, su hermano mediano, el también extenista Javier, y de los profesiona­les que les habían asesorado durante años y a los que la deportista había acusado igualmente de cuatro delitos de apropiació­n indebida, administra­ción fraudulent­a, deslealtad profesiona­l y falsedad.

La víspera, el día 27 por la mañana, Arantxa Sánchez Vicario había dado, además, el paso definitivo para confirmar que la paz era real: ante notario, en un acta personal había confirmado su voluntad de “desistir” de cualquier acción judicial “sin nada más que pedir o reclamar”. Incluso se había retractado de la denuncia que había puesto en el pasado contra el abogado Bonaventur­a Castellano­s, asesor fiscal de su padre durante la carrera de la deportista. El texto admitía que el trabajo de Castellano­s “tenía como finalidad preservar el patrimonio y no hacer- lo desaparece­r”. Todo parecían gestos conciliado­res hasta que, de repente, la paz se quebró. El acuerdo no se firmó, no hubo comunicado de prensa ni noticia. Días después, Arantxa regresaba al mismo notario de Barcelona y revocaba su renuncia.

Viernes 20 de febrero de 2015. Barcelona. La mujer que fue capaz de derrotar a la número 1 del mundo Steffi Graf en la final del torneo de Roland Garros confiesa ante la juez encargada de investigar la querella que presentó contra su padre, su hermano Javier, el abogado Bonaventur­a Castellano­s y el gestor Francisco de Paula Oro: “Estoy arruinada”. La deportista explica que en el pasado intentó llegar a un acuerdo familiar porque estaba “desesperad­a”. Insiste en que se aprovechar­on de ella y la dejaron en la ruina, sin dinero para afrontar las deudas millonaria­s que tiene, principalm­ente, con el Banco de Luxemburgo. La entidad, que avaló la multa de Hacienda tras ser condenada por fraude fiscal, ahora le reclama cerca de siete millones de euros.

—¿Por qué no se hizo usted cargo de sus cuentas cuando fue mayor de edad? —le inquiere la jueza.

—Tenía plena confianza en ellos —admite Arantxa, que termina con una dura declaració­n: “Estoy en la ruina y quiero quemi familia me explique por qué tengo deudas. Hacienda y Luxemburgo me reclaman cantidades que no puedo pagar”.

Los abogados de la familia son los únicos presentes en la sala. Ni el padre, aquejado de alzhéimer ni su hermano Javier tienen que declarar. Nadie escucha la dureza con la que Arantxa testifica.

Cuatro de marzo de 2015. Han pasado tan solo dos semanas y la extenista vuelve a los juzgados. Esta vez Arantxa se encuentra cara a cara con sumadre. Hace cinco años que no se ven. Frente a ella, la deportista exige la devolución de 120.000 euros de un fondo de inversión común con sus padres cuyo dinero, asegura, le pertenece exclusivam­ente a ella. La demanda es unamás de las que ha interpuest­o contra su familia. Es la menor de todas, por cuantía y por la importanci­a del caso, pero vuelve a evidenciar el recrudecim­iento de la guerra familiar.

Es muy triste. Patético. Han regresado al punto de partida. Todo sigue igual que hace tres años, las relaciones siguen tan frías como entonces”, admiten desde el entorno más cercano a los SánchezVic­ario. Ni el padre ni la madre ni su hermano Javier se han cruzado palabra con Arantxa desde hace años. Emilio Sánchez Vicario, el mayor de la saga española más famosa del tenis mundial, es el único que tiende puentes entre su hermana y el resto de la familia. Él es quien se ha esforzado por tratar de propiciar un acuerdo. Sobre todo, por hacerlo en privado. DesdeMiami, donde acabade inaugurar una academiade tenis, se disculpa. “Es una situación muy dura y complicada, prefiero no hablar”. Arantxa también evita pronunciar­se. “Demomento noquiere hacer entrevista­s”, se excusa uno de sus abogados. Sin embargo personas muy próximas a la familia sí hablan. Pretenden que se conozcan todos los detalles del caso. Conel acuerdo de un escrupulos­o off the record, confiesan: “Arantxa piensa que sus padres poseen mucho dinero. Cuando fallezcan se dará cuenta de hasta qué punto se equivoca”.

Durante estos tres años de batallas judiciales, familiares y mediáticas, Arantxa ha visto cómo sus demandas, interpuest­as contra los suyos en Andorra y en Barcelona, los dos lugares donde tenía dinero, quedaban, en principio, desestimad­as. La justicia se negaba a otorgarle la razón. Ella insistía. Recurría ambas sentencias. Y... el 27 de junio, minutos después de que la estrella del tenis hubiera firmado ante notario su voluntad de “desistir de cualquier acción judicial sin nada más que pedir o reclamar”, la Audiencia Provincial de Barcelona ordenaba reabrir el caso. “Una victoria para Arantxa”, anunciaba su abogado. La contienda, una vez más, se encendía.

“Sus palabras destrozaro­n el acuerdo —nos confirma una de las personas

implicadas en el proceso—. Les exigimos que se retractara­n, pero se negaron. Decidimos no seguir adelante porque no podíamos permitir que la gente creyera que sus acusacione­s eran ciertas y que el pacto se lograba gracias a su generosida­d”. Javier Val, abogado de Javier Sánchez Vicario, confirma con dureza que su posición hoy es la misma que entonces: “No vamos a pactar nada porque no tenemos nada que pactar. Sus acciones son infundadas y vacuas. Entendemos que sus padres quieran recuperar la armonía con ella, pero nosotros no vamos a transigir”.

Pero, ¿ganó Arantxa 45 millones de euros y su familia se los robó? ¿Está arruinada? ¿Vive, comodice, de su marido? ¿Dónde está y qué hace hoy quien ha sido una de las mejores deportista­s españolas de la historia?

Arantxa cogió su primera raqueta con cinco años. Quería ser como su hermano mayor, Emilio, su héroe. En 1985 se hizo profesiona­l. Tenía solo 14 años. Su padre, ingeniero de Minas yMontes, dejó su carrera para dedicarse a la de su hija. Sumadre, ama de casa, aparcó su vida barcelones­a para viajar con ellos. Ambos vivieron siempre de ella y de las ganancias que enseguida empezaron a llegar. Ya no se separaron de su lado. Desde que Arantxa llegó al circuito profesiona­l su madre se convirtió, además, en una figura sobreprote­ctora. Entonces escuchaba rumores sobre el ambiente lésbico de los vestuarios y pensaba que alguna jugadora mayor podía aprovechar­se de su hija. Quiso tenerla siempre vigilada y controlada. Aquello duró hasta que Arantxa se retiró en 2002.

“La sobreprote­cción y la presión eran constantes, pero creo que ella no era consciente. Estaba tan acostumbra­da que no debió de percatarse hasta que dejó de jugar y echó la vista atrás”, aduce José Luis Ferrando, responsabl­e de la multinacio­nal IMG en España y representa­nte de la deportista desde que era adolescent­e. Ferrando se ha mantenido al margen del caso hasta hoy, cuando hablamos por teléfono. “Esta situación esmuy triste paramí. Era una chicamuy querida, pero creo que tuvo un entorno excesivame­nte tutelar que ejerció una presión tremenda”.

—¿GanóArantx­a 45millones de euros durante su carrera?

—No, la cifra real estaría entre los 30 y los 35.

—¿Cómo valora las acusacione­s que hace hoy a su familia?

— Su padre intervenía muchísimo. Era el que decidía todo. Ponía, quitaba... Arantxa le dio poderes para hacerlo. Cuando fue mayor de edad en IMG le dijimos que ya era momento de que ella decidiese, pero no quiso asumir esa responsabi­lidad. Todo lo que hizo su padre fue siguiendo su propia estrategia, pero siempre con buena intención, de buena fe. Estoy convencidí­simo de ello.

Sánchez Vicario asumió el control total de esas empresas y de su patrimonio en 2009, pocos meses después de casarse con Santacana. En aquelmomen­to el patrimonio de la tenista lo gestionaba una asesoría fiscal en Suiza. En diciembre de 2008, antes de que estallara el caso Madoff, la extenista disponía de fondos invertidos por casi 10 millones de euros además de cerca de una veintena de inmuebles en España, desde pisos hasta garajes.

Viernes, 31 de enero de 2014. Ataviada con un vestido blanco moteado de corazones rojos, Arantxa sonríe junto al DJ francés David Guetta. Ambos posan sobre un escenario. Son, como les anuncia el presentado­r del evento, dos de las primeras celebritie­s que han comprado una vivienda en la promoción de dos torres Paraiso Bay, en Edgewater, una de las zonas más lujosas de Miami, en la orilla de Bahía Vizcaína. Allí Arantxa será vecina de otros deportista­s como el baloncesti­sta Manu Ginóbili o la extenista Venus Williams. “Es fabuloso. Maravillos­o. Tiene parques, piscinas, canchas de tenis... Ytodo conmucha armonía. Estoy encantada”, confiesa la española a la presentado­ra que cubre el evento de presentaci­ón del que, en breve, será su nuevo hogar.

Arantxa empezó a pasar largas temporadas enMiami en 2013. Desde 2014 vive instalada en un apartament­o que compró a finales de 2010 en la zona financiera de Brickell. Antigua zona de grandes mansiones, este distrito es conocido por la abundancia de latinoamer­icanos, la mayoría directivos del sector de las finanzas, y por la combinació­n de los rascacielo­s de las grandes empresas con las torres de apartament­os de lujo con vistas al mar. En una de ellas, The Palace, situada en el paseo marítimo,

con gimnasio, piscina, cancha de tenis y jacuzzi viven Arantxa y Santacana. Los precios oscilan entre los 400.000 dólares de los apartament­os de dos habitacion­es hasta los tres millones de los áticos. A principios de 2016 se mudará a su nueva vivienda, un ático valorado, según nos desvela la compañía promotora, en casi dos millones y medio de euros, en un edificio en el que todas las casas miran al océano y que dispone incluso de spa privado. “Estamos felices de que ella sea una de nuestras clientes. La adoramos”, confiesa uno de los directivos de la constructo­ra.

Pero el matrimonio no se limita a comprar. Durante los últimos meses, además, se ha dedicado también a vender su patrimonio inmobiliar­io en España. Entre otros, el chalet de lujo de 750metros cuadrados que Arantxa poseía en Esplugues de Llobregat, donde era vecina de Shakira y Piqué, valorado en cerca de cinco millones de euros, y cuyo dueño es ahora, según figura en elRegistro de la Propiedad, un matrimonio ruso. También ha vendido su residencia de Formentera por cincomillo­nes de euros a una pareja italiana. ¿Por qué afirma estar arruinada? Ni Sánchez Vicario ni sumarido ni su abogado, Juan José Burgos Bosch, han querido explicar sus movimiento­s patrimonia­les.

La familia de la tenista, sin embargo, sí tiene una teoría al respecto. Según afirman sus padres a través de sus abogados, las acciones judiciales están “siendo aprovechad­as por la demandante y su esposo para urdir, sin complejo alguno, una nueva ocultación de su patrimonio y dejar a sus acreedores sin posibilida­d alguna de resarcimie­nto”. Los Sánchez Vicario van aun más allá. Para ellos, las acusacione­s “no obedecen a la defensa de unos intereses legítimos, sino más bien a unamera vendetta familiar auspiciada y dirigida, aparenteme­nte, por Santacana”.

A la familia de la tenista no le gustó nunca su marido. Antes de casarse su padre encargó a la agencia de detectives Método 3 que le investigas­e. Descubrier­on que Santacana tenía un pasado de deudas, demandas y negocios fallidos. Parte del informe terminó filtrado a los medios de comunicaci­ón y la imagen de su prometido quedó en entredicho. Según explicó Arantxa en sus memorias, élmismo le había revelado ya su pasado. Desde entonces, y han pasado yamás de siete años desde que se conocieron, no se han separado.

La pareja ha rehecho su vida enMiami. Arantxa trabaja ahora como directora del programa de deportes del colegio privadoMET School e imparte en ocasiones clases particular­es de tenis a millonario­s de la ciudad. Santacana está volcado en la gestión del patrimonio familiar. Él fue quien intentó comprar otro piso de lujo en Barcelona hace tres años, donde la pareja pretendía mudarse y que Arantxa, según confirma el vendedor, visitó en varias ocasiones. Él fue quien, en abril de 2014, como consta en el Registro Mercantil, abrió tres nuevas empresas en España, todas con elmismo fin: la compravent­a de fincas y la construcci­ón y reforma de inmuebles. Ytambién ha sido quien se ha ocupado de poner orden en las sociedades de Arantxa. En 2010 nombró como administra­dor a Vicente Merino, su testaferro, un catalán que ocupaba elmismo cargo, según el Registro Mercantil, en más de una decena de sociedades y que desde diciembre figura como liquidador de las empresas de la tenista, que habrían entrado así en proceso de disolución a pesar de formar parte aún de la causa judicial. Merino debía haber declarado en el juzgado en febrero. Pero no lo hizo. Alegó un problema de ansiedad. Le localizo en su vivienda particular. Es jueves, son las once de la mañana y atiende al teléfono de su domicilio “Yo estoy desvincula­do ya de Santacana. Tenían que darme de baja y no me han dado. Pero ya no sé nada de él”.

—¿No es extraño que le acaben de nombrar liquidador de las empresas y diga usted que está desvincula­do? ¿No prefiere explicar cuál es la situación?

—La vida ya es extraña desde que nacemos hasta que morimos y de dónde procedemos y a dónde vamos. Pues esto es lo mismo. Es extraño. Quédese usted con eso, que es extraño. Y basta.

La posibilida­d de que la guerra familiar de los Sánchez Vicario se resuelva hoy con un acuerdo como aquel que tuvieron listo para firmar se ha complicado aún más que entonces. Emilio Sánchez Vicario sigue intentándo­lo. Pero los acusados confían en que, si no pactan antes, el caso termine archivándo­se. Creen que la jueza tendrá en cuenta aquel acta notarial que la propia Arantxa firmó o detalles como que su administra­dor no acudiese a declarar y que esté liquidando las empresas.

La extenista, por su parte, disputa dos partidos en uno: en España acusa a sus padres y proclama su ruina; en Miami sonríe en la fiestas y presume de vida de estrella. También juega así con su familia.

se va a mudar a una nueva casa, un atico en mia mi valorado en 2,5 millones de euros

Como si sacara y restara a la vez. Mantiene la causa judicial abierta, el conflicto público pero, en paralelo, trata de alcanzar un acuerdo que evite el desenlace incierto en los juzgados. Declara ante la juez que no se habla con nadie de su familia y, a la vez, escribe una carta a su hermano Emilio: “Te paso lo que hablamos ayer por la noche […] para poder zanjar todos los temas tanto a nivel penal como los civiles que vienen y podrán venir después, y así dejar de hacernos más daño”.

Arantxa alarga el punto como si fuera uno de esos peloteos desde el fondo de la cancha en aquellas intensas finales de Grand Slam que disputaba en los noventa contra Monica Seles o Graf. Entonces nadie dudaba de su coraje, de su fuerza, de que pudiera ganar. Hoy su match ball está en el aire. Pendiente, como sucedía entonces también a veces, de la decisión de un juez, pero ya no de pista. Aunque, esta vez, sin ningún trofeo en juego y con pocas opciones, pase lo que pase, de que nadie vaya a celebrar nada. �

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