Vidas Privadas
Él, con su inconfundible porte aristocrático british, es el Conroy Sandon, octavo conde de Harrowby. Ella, la decoradora y escritora novelas de amor de cierto tinte erótico Caroline . Y ambos, los dueños de Sandon Sandon Hall, la señorial mansión neojacobina en Staffordshire (Inglaterra) que ha pertenecido a su familia desde 1776.
Conducir por la sinuosa carretera hacia la finca es como atravesar el túnel del tiempo. Hectáreas de silencio, naturaleza virgen y rebaños de ovejas inmóviles. La residencia está flanqueada por enormes leones de piedra que tuvieron que ser trasladados de los escalones de la entrada hace dos siglos porque solían asustar a los caballos. Desdemediados del siglo XIX la edificación había permanecido casi intacta, con un invernadero en ruinas y habitaciones que no se habían pintado en 150 años. Hasta el verano pasado, cuando comenzó a reformarse.
Sandon Hall se mantuvo como residencia privada hasta mediados de los años ochenta. “Entonces, mis abuelos hicieron una jornada de puertas abiertas para la familia, algo terriblemente anticuado”, recuerda Conroy, de 63 años. “Cuando éramos niños Sandon Hall era el paraíso parami hermana y para mí, pero realmente no se cuidó lo suficiente por las inversiones que precisaba”. Desde 2007, cuando Conroy dejó de trabajar como
perito colegiado y la familia se trasladó desde su casa de Oxfordshire a Sandon Hall, las finanzas se convirtieron en su preocupación: debía encontrar la manera de mantener la finca de 600 hectáreas con las cuentas en positivo. Surgieron algunas ideas al respecto —“Queríamos crear un certamen musical, pero el famoso festival demúsica pop V Fest se celebra justo aquí al lado”— antes de que se decidieran finalmente por la celebración de bodas. De ahí el cambio de imagen del ala pública y de 50 hectáreas de jardín. Conroy no quiere revelar cuánto costó, pero admite que fue una cantidad en libras de seis cifras. El invernadero se reformó, los agrietados azulejos Minton se reemplazaron por originales traídos de la célebre fábrica de Stoke- upon-Trent y la condesa de Harrow by se ocupó del jardín con la ayuda del nuevo jefe de jardineros.
Cuando trabajan en la mansión, la familia se recoge en su ala privada, un teso- ro de muebles heredados, adornos y retratos (incluyendo uno enorme de Caroline). “Me temo que es demasiado victoriano”, explica Conroy. Allí es donde escribe la condesa, que ya ha publicado una novela de época basada en otra mansión de su familia, BurntN orton, en Cotswolds. Al guionista y director inglés
Julian Fellowes ( Downton Abbey) le gustó tanto la obra que accedió a escribir el libreto para una película. Actualmente Caroline prepara su segundo libro, ambientado en la región italiana de Umbría durante la Segunda Guerra Mundial, y ha prometido que el tema del siguiente será Sandon Hall.
Los condes tienen siete hijos entre los dos — Conroy tres chicos y una chica ( , el mayor y heredero, , Hugo Frederick y ) y Caroline una niña, Henry Emily , y dos hijos, y —y Clemmie Henry Eddie todos ellos utilizan la casa como cuartel general, donde se reúnen en ruidosas celebraciones. Su tarea más difícil esmantener bajo control al travieso perro de Eddie, un king charles spaniel de nombre Winston. “Siempre se las arregla para hacer pis en los muebles más caros”, dice Eddie. “Yes conocido por saltar sobre lamesa y comerse la comida de nuestros platos”.
La propiedad se encuentra hoy en condiciones mucho mejores que cuando Conroy y Caroline la heredaron. Un gran alivio para Hugo, de 33 años, un exfinanciero que dejó Notting Hill para vivir con su novia, ,
Breige Siegen- Smith en una casa de campo a un par de kilómetros de la mansión. Él cuida el vivero y ella, la florista de las bodas, cultiva las tradicionales rosas inglesas en el jardín. Conroy es feliz al verlos involucrados. Todo lo que él desea es mantener la finca en la familia elmayor tiempo posible. “No quiere ser la generación que tenga que venderla”, explica Caroline, y sentencia: “Se puede sentir a los antepasados decir: ‘Está sobre tus hombros ahora, amigo. No lo estropees”.