Vanity Fair (Spain)

VÍCTOR O VICTORIA

PANDROGINI­A ES LA CLAVE: BIENVENIDO­S AL PLANETA HOMBRES

- – RAQUEL PELÁEZ

Tomas Maier dijo en el último desfile omas Maier masculino de Bottega Veneta que los hombres empiezan a desempeñar el mismo rol que lasmujeres en lamoda: demandante­s de tendencias, atentos a las vanguardia­s y osados, en ocasiones. A juzgar por lo que se ve en las pasarelas, la afirmación es cierta: la ambigüedad sexual y la confusión deliberada de los códigos de género, que fue territorio exclusivo de los diseñadore­s más vanguardis­tas (¿recuerdan cuando ,

Kenzo Takada Rei Kawakubo o eran aquellos locos que les

Yohji Yamamoto ponían faldas a los hombres?) se ha convertido en recurso habitual. Las prima donnas de las grandes casas se encuentran con un gran dilema en la era de la democratiz­ación del fashionism­o: ¿ Deben llevar los mismos hallazgos de las coleccione­s femeninas a las masculinas o presentar propuestas completame­nte diferentes? ¿Han de romper las convencion­es de género o ser fieles a ellas? La lucha entre ambas posturas se libra en un ring que

convirtió para Moncler Gamme Bleu Thom Browne en escenario: su show era una oda al mundo del boxeo y su colección, un catálogo de elementos pugilístic­os. Las batas como capas de armiño o los shorts de raso tan propios de eran los nuevos elementos

Cassius Clay que el diseñador añadía a su sastrería teatral. Browne,

como para Dior Homme o como Kris Van Assche Frida Giannini para Gucci, no ha renunciado al elemento canónicame­nte distintivo de la ropa “de hombre”: el traje. Y eso subyace en las creaciones de cualquiera de los tres: la sastrería clásica. En el caso de Dior, en forma de esmóquines en brillantes colores azules. En Gucci, con un toque gamberro, a medio camino entre la estrella del rock y el playboy de la Costa Azul. En todos los casos, alejados del hombre desaliñado, oscuro y ambiguo que Hedi Slimane lleva proponiend­o en Saint Laurent desde su desembarco en el buque insignia parisino (¿o deberíamos decir california­no?) pero infinitame­nte distantes del señor asexuado que defiende Prada. La italiana, a la ropa que crea para el público masculino le pone un adjetivo propio: pandrogeni­a. No está Miuccia a favor de la diferencia de géneros y para demostrarl­o pone en la palestra prendas polivalent­es al son de la banda británica Phychic TV, cuyo cantante se sometió durante años a operacione­s para convertirs­e en un ser humano neutro. La neutralida­d es, desde luego, un camino más fácil para llegar a todos los públicos que el que escogen Balmain, Dolce& Gabbana, Valentino o Burberry. No es una tarea simple añadir testostero­na a chaquetas llenas de brocados ( ), mariposas

Domenico y Stefano y animales silvestres bordadas en colores vivos como fuegos artificial­es ( y ),

Maria Grazia Chiuri Pierpaolo Piccioli chaquetas de anchos hombros compuestas con pieles multicolor­es ( ) o gabardinas de tonos chillones

Olivier Rousteing matizados en degradé ( ). Pero sin riesgo

Christophe­r Bailey no hay moda.

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