un ‘affaire’ de hollywood
1 Obama condecora con la medalla() de las artes al CEO
de DreamWorks Jeffrey Katzenberg. 2 Bryan Lourd, de Creative () Artists Agency, y el actor George Clooney.
3 Pascal junto a la actriz y directora() Angelina Jolie y el actor Brad Pitt en los Screen
Actors Guild Awards en enero de 2012. 4 Seth Rogen en el set de rodaje() de La
entrevista. 5 Amy Pascal y el guionista ()y productor Aaron Sorkin en la presentación de la película La red social. 6 El presidente y CEO de Sony() KazuoHirai durante una conferencia de prensa en
Las Vegas.
la actriz más famosa de la nación, Song Hye Rim”, escribió Amy Nicholson en L. A. Weekly. En 1978, Kim, firmemente decidido a importar talento, ordenó que se raptara a un reputado cineasta surcoreano y a la exmujer de este, que era actriz, y obligó a ambos a rodar filmes propagandísticos y una copia de Godzilla. Kim Jong Il era “el villano perfecto, no solo por lo peculiar que resultaba, sino porque ninguna persona en sus cabales trataría de defenderlo jamás”, me explican Roger y Goldberg en un email.
Los guionistas presentaron a Sony la idea de la película: una especie de comedia de colegas en la que el insulso presentador de un programa televisivo de entrevistas, Dave Skylark, a quien interpreta Franco, y su productor, un personaje bastante caótico al que da vida Rogen, son reclutados por la CIA para asesinar a Kim Jong Il. “Antes incluso de llegar al aparcamien- to tras la reunión, Sony nos llamó para decirnos que la compraba —cuenta Goldberg—. Lo único que querían comentar era si debíamos hacerla sobre el auténtico régimen norcoreano, o si era mejor hablar de un dictador ficticio; pero nos dijeron que lo iríamos decidiendo a medida que avanzásemos”. El 17 de diciembre de 2011 Kim Jong Il moría de un infarto agudo de miocardio. Pero los directores no tenían de qué preocuparse. Aunque solo tenía 28 años, Kim Jong Un, el hijo y el sucesor de Kim Jong Il, no tardó en asesinar a su tío por ser un “traidor” y alguien “peor que un perro”. Supuestamente, también mató al viceministro de Defensa por no haber mostrado suficiente dolor por lamuerte de su padre. El filme seguía en pie.
El primer título que se propuso era Matar a Kim Jong Un, pero después se cambió por La entrevista, de tono menos agresivo. Sin embargo, las discusiones para decidir si la película se ambientaba en la Corea del Norte de verdad y se asesinaba a su dictador real, o si se recurría a un país ficticio, continuaron durante los primeros ensayos con guión, que se llevaron a cabo con la presencia de Rogen, Goldberg y un equipo de cómicos y actores de primera categoría, entre los que se encontraban Jonah Hill y Sacha Baron Cohen. “Le planteamos la pregunta al grupo y todos estuvieron de acuerdo en que situarla en Corea del Norte haría que la película fuera más graciosa e interesante”, recuerdan.
Los problemas empezaron cuando se avanzó un tráiler de la cinta en el mes de junio. En Tokio, el director general de Sony, Kazuo Hirai, presidente y consejero delegado de Sony Corporation, la empresa matriz, mostró “una gran inquietud respecto a la película”, según unos emails internos que se filtraron tiempo después. Hirai creía que la cinta podía enfurecer al inestable enemigo y vecino de Japón, y no se equivocaba. (En la actualidad, Sony es el único estudio cuyos dueños son japoneses, a quienes los norcoreanos odian desde que Japón ocupó Corea de 1910 a 1945).
El 25 de junio, la Agencia Central de Noticias de Corea publicó una declaración del ministro de Exteriores del país, en la que este atacaba duramente a EEUU por haber “sobornado a un cineasta desvergonzado” para que creara “una película dedicada a insultar y asesinar al supremo líder”. Elministro amenazaba con tomar represalias enérgicas y despiadadas.
Rogen y Goldberg, que conocieron estas virulentas reacciones por internet, se quedaron perplejos. “Sabíamos que era probable que hicieran unas declaraciones exageradas y beligerantes —rememoran—. Pero nos sorprendió que aquello sucediera tan deprisa”. Públicamente los cineastas actuaron como si la amenaza fuera algo digno de celebrarse. “¡Era emocionante!”, suelta Rogen.
Amy Pascal los apoyaba, pero de repente le llegó por primera vez la exigencia de cambiar un largometraje desde la sede de Sony en Tokio. “Necesitamos que Seth introduzca todos los cambios en lapelícula y luego rezar para que Kaz se sienta cómodo”, escribió la directiva en un email. Para que el presidente y consejero delegado de Sony Corporation se sintiera cómodo, Rogen y Goldberg tenían que suavizar la escena final, en la que la cabeza del dictador explotaba brutalmente. El 15 de agosto, Rogen le escribió a Pascal que no estaba dispuesto a renunciar a la comicidad de la escena. “Es imposible que la explosión de la cabeza se vea menos de loque se ve, porque de otro modo la broma no funcionaría. Ahora resulta que unos estadounidenses van a cambiar una película para que los norcoreanos no se enfaden. No dice nada bueno de nosotros”.
“No estamos hablando de un mindundi— replicó Pascal—. Estoy lidiando con el presidente de todo Sony Corporation”.
Tras muchas discusiones, se efectuaron los cortes. Con el visto bueno de Kazuo Hirai, se retrasó la fecha de estreno del otoño a las Navidades, una época en laque el largometraje iba a tener que medirse con importantes estrenos como Into the woods, de Disney, e Invencible, de Universal.
Mientras en público no rehuían la polémica, en privado Rogen y Goldberg buscaron datos concretos. Se pusieron en contacto con Rich Klein, de Mc Larty Associates, quien “les hizo un resumen de cuál había sido la actitud de los norcoreanos desde la década de 1980”. Klein advirtió a los cineastas de que el Gobierno de Corea del Norte había promovido la participación del país en actos terroristas y asesinatos, también en el rapto de civiles, y que los funcionarios de la nación habían “actuado de forma irracional cuando se han sentido acorralados”. Sin embargo, la Rand Corporation, un centro de estudios sobre política global, de cuya junta Lynton es miembro, aseguró al directivo que Sony no corría ningún riesgo al estrenar la cinta. Lynton también habló con el vicesecretario de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico, quien no preveía que surgieran problemas con Corea del Norte con motivo de la película.
“VOY AVER A OBAMA. ¿LE PREGUNTO SI LE HA GUSTADO ‘DJANGO’ O ‘12AÑOSDEESCLAVITUD?” ( PASCAL)
Los muros de Sony Pictures Entertainment son altos y blancos y, hasta ahora también han sido inexpugnables. Sin embargo, resultó evidente que Sony había dejado de ser inexpugnable cuando, el 25 de noviembre de 2014, cuatro de los largometrajes del estudio que aún estaban por estrenar (entre los que se encontraba Annie) aparecieron en páginas web piratas.
Mientras Pascal y Lynton se apresuraban a eliminar las películas pirateadas de la red, el equipo de gestión de crisis de la empresa se reunió en una sala del edificio Gene Kelly. “Estamos jodidos”, le dijo al grupo David Hendler, el director financiero de la productora. No solo les habían saqueado los sistemas informáticos, sino que además una “bomba incendiaria” los había destruido enteros, algo “de lo que no había precedentes” en los anales de ataques a grandes empresas.
El día anterior, cuando la pantalla de la muerte se había instalado en todos los ordenadores de Sony, los ejecutivos de la compañía habían llamado a Fire Eye, Inc., una empresa de ciberseguridad cuyo jefe de operaciones, Kevin Mandia es, seguramente, elmejor investigador cibernético de todo EEUU. Al cabo de veinticuatro horas, casi una docena de losmejores colaboradores de Mandia llegaron a los estudios de Sony. Además, un equipo de agentes del FBI se puso manos a la obra.
“Todo el mundo estaba en torno a una mesa mientras iban trayendo comida y trabajábamos de forma casi ininterrumpida, analizando los datos... En la sala reinaba el silencio hasta que alguien encontró algo”, me cuenta Mandia. La primera pista se descubrió a las 9:11 de la mañana del sábado 29 de noviembre, momento en el que Kevin Roose, editor senior de Fusion.net, se convirtió en uno de tantos periodistas que recibieron un extraño email: “Hola, soy el jefe de los GOP. Ya les hemos contado que habíamos difundido películas de Sony Pictures. Pero ahora vamos a difundir datos de Sony Pictures en la red”.
Kevin Roose estuvo a punto de pulsar el botón de borrado. Sin embargo, abrió aquello “sin pensárselo mucho”, y ahí, en carpetas ordenadas y etiquetadas, había 26 archivos en los que el editor encontró lo que más tarde denominaría un “impensable” caudal de información interna de Sony Pictures. Lo más llamativo era una hoja de cálculo en la que se detallaban los sueldos de los empleados de Sony, incluidos los de los ejecutivos más importantes.
Roose envió un correo al departamento de comunicación de Sony para comprobar la veracidad de los datos. No obtuvo respuesta. El 1 de diciembre, el joven publicó el primer reportaje sobre el vaciado de datos. “Los documentos pirateados muestran la sorprendente brecha salarial en función del sexo y la raza”, rezaba el titular. En el reportaje se revelaba que 15 de los ejecutivos mejor pagados de Sony eran blancos, y todos, a excepción de Pascal, hombres.
Al día siguiente, Roose publicó un segundo reportaje sobre la filtración en la que, según escribió, se incluía “una hoja de cálculo en la que aparecen los nombres, fechas de nacimiento y números de la seguridad social de 3.803 empleados de Sony Pictures, entre los que se encuentran todos los ejecutivos más destacados de la empresa. También hay otra hoja en la que constan los empleados de Sony Pictures a los que se despidió en 2014 dentro de la operación de reorganización de la compañía, así como los motivos para prescindir de estas personas, y evaluaciones detalladas sobre trabajo de todas ellas”.
En ese momento, los empleados de Sony, cuyos datos confidenciales se habían filtrado, empezaron “a ir a trabajar con miedo”, según recuerda un ejecutivo. En total hubo ocho filtraciones, en las que se produjo un sinfín de revelaciones humillantes y en las que se publicaron unos 38 millones de archivos. Parecía que los piratas sabían dónde “se podía hacer más daño”, como diría más tarde el guionista Aaron Sorkin. Utilizaron a los medios para que se conociera aquello que les interesaba: comentarios negativos de los empleados sobre la compañía; cuentas de pérdidas y ganancias de películas y programas de televisión; guiones de futuros programas televisivos y largometrajes de Sony, incluido el guión de la última película de James Bond, Spectre y una infinidad de emails.
El 5 de diciembre llegó otro correo, firmado por “el jefe de los GOP”, que incluía una amenaza aterradora y que recibieron muchos empleados de Sony: “Por favor, firme su nombre para mostrar su rechazo a las falsas [sic] que cuenta la empresa en la dirección de correo electrónico que aparece abajo, si no quiere resultar perjudicado. De lo contrario, no solo correrá
peligro usted, sino también su familia”.
Ahora la amenaza era personal. Pero Lynton, Pascal y otros ejecutivos de Sony seguían sin tener muy claro el motivo. “No han exigido nada”. Entonces, el 8 de diciembre, al personal de la productora le llegó un mensaje con la exigencia de los GOP: “¡Dejen inmediatamente de exhibir la película La entrevista de terrorismo que puede romper la paz regional y causar una Guerra! Ustedes, SONY & FBI, no pueden encontrarnos. Somos perfectos en mucho [sic]. ”. Un día después, Amy Pascal se encontraba en su despacho cuando alguien le dio la noticia: “Tienen tus emails”. “¡Oh, no!”, gritó.
Pascal es una comunicadora empedernida, exuberante, desinhibida... Una maestra en el arte del email, que manda mensajes de forma ininterrumpida a través de su ordenador de sobremesa, de su portátil, de su smartphone (Sony Xperia, por supuesto). Demasiados para contarlos. Se escriben. Se envían. Se olvidan. Sin embargo, de la noche a la mañana, la tecnología se había convertido en un arma.
Pascal trató de recordar qué comentarios indiscretos podía haber hecho, y luego llamó (no escribió, por su puesto) a todos los que podían verse afectados. Les advirtió de que podían salir unos correos en los que apareciesen cosas que ella quizá hubiera dicho en un momento de rabia, frustración o decepción.
Cuando los fragmentos más dañinos de sus mensajes se publicaron en varias páginas web, la actividad empresarial en Hollywood quedó suspendida mientras
los miembros del sector leían las páginas que habían sacado las peores partes.
“Intenté no mirarlo, pero... — me confesó un agente de Hollywood—. Siempre decimos: ‘Me encantaría poder observar las cosas a través de un agujerito’, y esos emails nos permitieron conocer muchísimas conversaciones secretas”.
Algunas de las revelaciones más explosivas aparecían en los acalorados diálogos entre Pascal y su exjefe, el irritable productor Scott Rudin, muy dado a sembrar el pánico entre sus ayudantes. En sus emails, Rudin ponía a Angelina Jolie a caer de un burro, la llamaba “mocosa mimada” y “actriz de feria” con un “ego consentido y desmadrado”.
El 10 de diciembre, Buzz Feed publicó una conversación entre Pascal y Rudin en la que esta le preguntaba a su jefe qué debía preguntarle al presidente Obama cuando lo viera en un desayuno para recaudar fondos en Los Ángeles. “¿Le pregunto si le ha gustado Django?”, escribió Pascal en un momento que ella después denominaría “un instante de irref lexión”. “12 años”, respondía Rudin, en referencia a Doce años de esclavitud. “O El mayordomo...”. Aquello era una charla privada e informal pero cuando se hizo pública, causó un furor sin parangón. Tanto Pascal como Rudin se disculparon públicamente. La ejecutiva llamó incluso a la Casa Blanca para pedir disculpas. Sin embargo, los piratas lograron dejar aislada a Amy Pascal.
“El departamento de publicidad de Sony le pidió a un productor que hiciera unas declaraciones para apoyar a Amy —recuerda un agente de Hollywood—. El productor lo rechazó. Porque todavía quedaban miles de correos por difundir y no se sabía qué podía aparecer al día siguiente”. Dos hombres salieron a la palestra para apoyar a Pascal y a Sony. “Voy a escribir algo”, le dijo Aaron Sorkin a la ejecutiva. El artículo que Sorkin publicó en The New York Times se tituló El pirateo a Sony y la prensa amarilla. En él, el guionista atacaba duramente a los medios por haberse aliado con los piratas y defendía a Pascal y otras víctimas del ataque informático.
George Clooney, que tiene un acuerdo de producción con Sony, había programado una comida con Pascal. Esta le pidió a Lynton que se uniera a ellos. Ya sentados, Clooney les habló de una carta de protesta que el actor había redactado junto a su agente. “Este ataque no va dirigido únicamente a Sony —habían escrito—. Afecta a todos los estudios, a todas las cadenas, a todas las empresas y a todos los individuos de este país. Estaremos unidos”. Clooney añadió que Lourd y él querían que los líderes de los estudios cinematográficos y televisivos, de las discográficas y de otras industrias firmaran la carta como muestra de solidaridad. “Nadie se prestó a ello”, le declaró más adelante Clooney a Mike Fleming Jr., de Deadline.com, que había publicado la carta en internet. Ni siquiera la Motion Picture Association of America, la organización profesional que representa a los seis estudios más importantes de Hollywood, estuvo dispuesta a salir en defensa de Sony. El 16 de diciembre, el director financiero de Sony llamó a Michael Lynton. “Acabo de recibir un email”. El correo decía así: “El mundo no tardará en ver qué película tan espantosa ha hecho Sony Pictures Entertainment. El mundo se llenará de miedo. Recuerden el 11 de septiembre de 2001. Les recomendamos que no se acerquen a los lugares en los que sucedió aquello. (Si vive usted cerca, más le vale marcharse)”.
La mención al 11- S hizo que la actividad se volviera aún más frenética. El estudio enseguida puso escoltas a los productores y a las estrellas de La entrevista. Rogen se encontraba en Nueva York con James Franco, en el último tramo de la gira de promoción. “Estaba previsto que yo saliera en los programas de Fallon y Meyers, entre otros —declara el actor—. En cuanto llegaron las amenazas, todos mis encuentros con laprensa se anularon”. El primer cine que renunció a proyectar la cinta fue el Landmark’s Sunshine Cinema, del Lower East Side de Manhattan, en elque se iba a celebrar el estreno neoyorkino de La entrevista. “Seth estaba volviendo en avión a Los Ángeles, pero yo me encontraba en Sony y pude ponerme en contacto con los ejecutivos del estudio —recuerda Goldberg—. Dijeron que iban a tratar de encontrar un sitio alternativo. Al cabo de unos minutos me enteré de que la primera cadena de cines importante no iba a exhibirla. Y a partir de entonces aquello fue igual de espantoso que ver cómo caen las fichas de un dominó”. El 17 de diciembre, Sony lanzó un comunicado de prensa: “Dado que la mayoría de nuestros exhibidores no desean proyectar la película, hemos decidido renunciar al estreno de la cinta, que estaba previsto para el 25 de diciembre”.
“Durante cierto tiempo dio la impresión de que era completamente factible que nuestra película dejara de existir”, me aseguran Seth y Rogen. Llamaron a los ejecutivos de Sony y “les rogamos que ofrecieran a cualquier cine que quisiera proyectar el largometraje la posibilidad de hacerlo. Nos aseguraron que se estrenaría”.
El 19 de diciembre, el FBI lanzó un comunicado en el que el organismo aseguraba contar con las pruebas suficientes para concluir que el Gobierno de Corea del Norte había estado detrás del ataque. Ese mismo día, Lynton se encontraba en la CNN, preparándose para una entrevista con Fareed Zakaria, cuando el presidente Obama apareció en el televisor del camerino, en la rueda de prensa de Fin de Año. A Lynton le sorprendió que preguntaran a Obama por la decisión de Sony de no estrenar La entrevista. “Creo que se han equivocado”, declaró el presidente. “Ojalá lo hubieran comentado conmigo antes. Les habría dicho: ‘No empiecen a actuar cediendo a la intimidación de esa clase de ataques delictivos’”.
A Lynton se le hizo un nudo en el estómago. En junio se había puesto en contacto con el Departamento de Estado para hablar de la película; en un primer momento, el guión se le había enseñado a un miembro del equipo de Hillary Clinton, por aquel entonces secretaria de Estado, y el directivo también había hablado de la cinta con una persona que trabajaba en la Casa Blanca, para cerciorarse de que el ciberataque a Sony estaba recibiendo la atención debida. Lynton
esperaba que Obama declarase que iba a tomar medidas contra Corea del Norte, o contra quien fuera el responsable del ataque, y que la Casa Blanca iba a ayudar a Sony. Se sintió herido y defraudado, pero Lynton apenas traslució emoción alguna en la CNN. “No nos hemos agachado —aseguró—. No nos hemos doblegado. Hemos seguido en nuestro sitio”. Para Rogen y Goldberg, la reprimenda pública de Obama fue como una ayuda caída del cielo. “Fue algo emocionante y surrealista —me aseguran—. Aquello dio a Sony el impulso necesario para poner la película en circulación”. Lo que Lynton no había revelado, ni a los cineastas ni a la CNN, era que, en cuanto los cines habían rechazado la cinta, él había empezado a buscar vías de distribución alternativas como Google.
Google había sobrevivido a ciberataques perpetrados desde otros países, así que sup residente ejecutivo, Eric Schmidt, accedió a ayudar. Los sistemas de Google eran capaces de “asumir la carga” de ofrecer la película en streaming a millones de espectadores. El 24 de diciembre, Lynton también logró obtener el compromiso de Xbox Video, de Microsoft. Cines independientes de todo Estados Unidos también se mostraron más que dispuestos a proyectar el largometraje. Al final, La entrevista sí iba a estrenarse en Navidades.
El 24 de diciembre, a las 10:30 de la mañana según la hora del Pacífico, La entrevista apareció en internet. Se alquiló o se compró dos millones de veces en los primeros cuatro días. En muchas de las salas independientes de todo EEUU se agotaron las localidades. A finales de enero, la película se había convertido en el estreno de Internet más taquillero de todos los tiempos: había recaudado 35millones en ventas digitales, y también estaba disponible por streaming en Netflix.
En febrero, Sony Pictures Entertainment anunció que Amy Pascal abandonaba su puesto de copresidenta. Asegura que ahora sus emails son más breves y más prudentes. En el resto de Hollywood, la comunicación electrónica suscita ahora unos nuevos recelos. “Todos se han dedicado a hacer limpieza, a buscar correos comprometedores”, asegura un veterano productor. “A borrar, borrar y borrar”.