CAMA Y POLÍTICA
Ellano soportaba aPodemos. Élno aguantaba aCiudadanos. JUANBONILLA relata conhumorcómolasituaciónpolíticaenEspañase interponeentreunapareja.
e dijo que a ver si nos tomábamos un café después de mucho tiempo sin saber de ella y dije que sí, claro, cuando quisiera. Casi ni me dejó sentarme a su mesa cuando me dio la noticia: había roto con X. ¿Y eso?, pregunté sin saber si felicitarla o darle el pésame. Es de Podemos, me respondió.
Por lo visto, la nueva política también se cuela en los dormitorios y pone en riesgo la convivencia familiar. Mi amiga, arquitecta, no soportaba que su pareja, músico, no viese, como veía ella claramente, que Podemos era un montaje buenrollista de discurso vacío y anecdotismo barato. ¿Es que no se conocían hasta ahora? Sí, se conocían lo que pueden conocerse dos personas que llevan años viviendo juntos. Pero hasta ahora la realidad apenas los había enfrentado más que en temas generales. Alos dos les asqueaba la corrupción, les emocionaba el vídeo del Yes we can de Obama y hablaban de regeneración. Pero a la hora de la verdad, de tomar decisiones, descubrieronquenoestabandeacuerdoen nada. Era una cuestión demera simpatía más que de ideología, porque la ideología es la tumba de las ideas y tener una visión previa del mundo antes de saber qué te va a proponer el mundo, no deja de ser como leer las cartas del Tarot: solo puede considerarse una ciencia con mucho humor. Así que mi amiga, de repente, ante un comentario banal de su pareja, músico, se temió lo peor: “¿De verdad crees que los de Podemos son gente seria con la que se puede ir a algún sitio? No hacen más que repetir eslóganes. Por no detenernos en la tontería esa del derecho a decidir. ¿Lo aplicarán a otros asuntos?”. El músico no supo callarse: “Por lo menos es gentemás fresca que esa carcundia deCiudadanos, que son ni fu ni fa y no semojan nunca en nada por no enfadar al Ibex 38”. “Es Ibex 35—le corrigió ella—, pero ya veo que te va repetir las consignas podemitas”.
Ah, el momento en el que el mundo se interpone entre dos, qué épico resulta siempre. Con la aceleración de episodios políticos vividos en España en estos últimos meses, la pareja poco a poco fue hundiéndose. Ya no era cuestión ideológica, ya era la voz melosa de RitaMaestre, las manos nerviosas de Albert Rivera, los discursos cursis de Pablo Iglesias o una rueda de prensadeBegoñaVillacís porque lehabían hecho una pintada en la puerta de su casa.
Elmúsico y la arquitecta fueron descubriendo que no soportaban las simpatías del otro y que, conforme a las tesis de Carl Schmitt, según las cuales en política solo hay amigos y enemigos y estos sonsiempre circunstanciales, la expresión de esas simpatías se volvía ataque personal. Podían haber acordado apagar el televisor o no comentar las jugadas de la jornada política, pero se vieron arrastrados por esta marea que nos entretiene las meninges sin quenadahayacambiado. Eracomosi cada una de las acciones de los partidos se debieran a un movimiento de la voluntad de ellos. Como si para el músico la culpable de que juzgaran a Rita Maestre fuera la arquitecta y como si, para la arquitecta, el culpable de que la alianza entre socialistas y ciudadanos quedara derrotada en la sesiónde investidurano fueran los diputados dePodemos, sino su compañero elmúsico.
Mi amiga me lo contaba insegura, como si le pareciese desproporcionado romper una relación por asuntos políticos. Habían decidido darse un tiempo, dejarlo correr. Quizá hasta que las aguas políticas se serenasen. Pensé en preguntarle si las desavenencias políticas no eran más que el disfraz que ambos aprovechabanparadejar algoque yano los satisfacía, pero preferí no incomodarla. Y nos pusimos a hablar de política, claro. �