DESAPRENDER EL ODIO
Que ellos quieran serpoderosos es positivo. Que lodeseen ellas es repulsivo. La escritora SIRIHUSTVEDT reclama la conquista de la ambición. Sin géneros.
aciudaddelasdamas, obra deChristine de Pizan publicada en 1405, empieza así: “Un día estaba sentada en mi estudio rodeada demuchos libros, porque desde hacemucho tiempo suelo dedicarme a la búsqueda del conocimiento”. La autora coge un texto deMateolo llenodeinfamesataquesalasmujeres. Ofendida, deja de leer y se pregunta por qué “tantos hombres […] han dicho y siguen diciendo y escribiendocosas tanespantosas ydesfavorables sobre lasmujeres y sus costumbres”. Más de seiscientos años después, me siento enmi estudio rodeada demuchos libros, porque desde hacemucho tiempo suelo dedicarme a la búsquedadel conocimiento, ymeplanteo lomismo. ¿Por qué la antiquísima lacra de la misoginia sigue viva? ¿Cómo es posible que un hombre que compara a las mujeres con los perros y los cerdos, que alardea de haber perpetrado acoso sexual, no solo sea candidato a la Presidencia de EEUU, sino que tenga millones de fanáticos seguidores?
DonaldTrumptienemuchos equivalentes en todo el mundo. Un líder fuerte, grandilocuente ymasculinoresultamuy atractivo. Una mujer con las mismas cualidades parece una criatura del género de terror fantástico. En unas investigacionesde la UniversidaddeYale se descubrió que cuando se afirmaba que un políticodesexomasculinoaspirabaaobtener poder, se le percibía de forma positiva. Se les veía fuertes, decididos, tenaces. Cuando se describíaalaspolíticasdelmismomodo, tanto hombres como mujeres “experimentaban sentimientos de indignación moral (es decir, desprecio, rabia y/o repulsión) hacia ellas”. Y esos sentimientos se daban en personas de todoel espectropolítico. ¿Porquélasmujeres poderosas suscitan este rechazo?
No existe una respuesta sencilla. Casi ninguno de nosotros puede expresar por qué albergamos los prejuicios que tenemos. La misogina se halla tan arraigada en un sinfíndeculturasquecuestadesentrañar sus orígenes. El hecho de que todas las personas pasen el período de gestación dentro del cuerpo de una mujer, que nazcan de ella, que mueran si ésta u otra persona no las alimenta y las cuida, constituye probablemente uno de los factores de la ecuación. Es York para conmemorar el 50 aniversario del sufragio de las mujeres en EE UU. posible que la certeza de que todos hemos estado indefensos y hemos sido dependientes resulte algo desagradable, sobre todo paramuchos hombres a quienes les asusta que los consideren débiles y femeninos. Nadie surge por generación espontánea, pero los Trump de este mundo fingen ser personas“hechas a símismas” ydenuncian los peligros de un “Estado excesivamente protector” mientras se esfuerzan por limitar la libertad de la mujer. La antigua división entre cuerpo y mente que ha estado en vigor en Occidente desde la época de los griegos, y que la doctrina cristianaafianzó, esotrode loselementosque conformanelodioalasmujeres. Lamenteoel alma son algomasculino, racional, espiritual y limpio; el cuerpo, femenino, irracional, natural y sucio. Si esta dicotomía no siguiera dominándonos, ¿podría Trump haberse burlado abiertamente de lamenstruación? ¿Existirían las camisetas en las que aparece la inscripción “Trump the Bitch” [Vence a la zorra]? ¿Se habrían criticado las brillantes intervencionesdeHillaryClintonen losdebates por “demasiado ensayadas”? ¿Habría tuiteado un redactor de la revista The Atlantic que Clinton debería dejar de “dar sermones” y “sonreír” más? Deun modo más positivo, ¿habríacreadoun jovenblanco, expartidariodeSanders, unblog enTheHuffingtonPost titulado “Desaprender mi odio sexista porHillary”?
Clinton avanza porunterreno resbaladizo. IgualqueObama, que fue el primer presidente negro de EEUU, carece de precursor. MehehartadodeMateolo, de los cientosde libros que he leído de filosofía, literatura y ciencia, del pasado y del presente, en los que se proclama o insinúa un desprecio por todo lo femenino. Me entristece la denigración a la que se ven sometidas las conquistas de las mujeres, yaseaenel campodelapolítica, las matemáticas o la literatura. Durante años he escrito libros en una tenaz búsqueda del conocimiento. Pero nodejade sorprenderme la condescendencia y la crueldad con que se nos trataalasquehemosdecididonoocultar nuestras ambicionesni fingirquesabemosmenos de loque sabemos. La misoginia perjudica a lasmujeres y a loshombres. Ha llegadoel momento de desaprender ese odio. L