YO, ROMANOV
En el centenario de la Revolución entrevistamos al zarévich, el gran duque Jorge de Rusia. El último representante de una dinastía de leyenda.
En el centenario de la Revolución rusa, Jorge de Rusia es el último representante de una dinastía de leyenda.
o permita Dios que veamos una revuelta rusa, sin sentido ni piedad!”. Su alteza imperial el gran duque Jorge de Rusia (Madrid, 1981) cita a Alexander Pushkin para explicarme el russkaya dusha, el carácter nacional de su pueblo. “Hay quien nos idealiza, otros nos presentan como bárbaros. Nadie tiene razón. Cuando un ruso nombra su patria dice: ‘La Santa Rusia’. En mi país lo primero no es la belleza ni la fuerza militar, ni siquiera el patriarcado o el pasado, sino la santidad, que se encuentra en el amor. La especificidad del alma rusa radica en la habilidad para amar intensamente. Por desgracia, a veces se transforma en su antítesis: el odio”, reflexiona.
Este año se celebra el centenario de uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX: la Revolución Rusa, que derrocó a los zares e instauró el comunismo. Los Romanov están participando en todos los actos conmemorativos que sirvan a la reconciliación. “La Casa Imperial no es roja ni blanca. Las guerras civiles y las revoluciones siempre infligen un gran sufrimiento al pueblo. La culpa de aquella tragedia no es exclusiva de los bolcheviques o de los revolucionarios de distintas tendencias. No eludimos nuestra responsabilidad, pero llamamos al perdón y nos disculpamos por nuestros pecados y errores”.
El zarévich pisó por primera vez Rusia con 11 años para asistir a los funerales del gran duque Vladimiro Kirílovich, su abuelo. Obtuvo la nacionalidad un año después. En 2006, hizo su primer viaje oficial. “Pronto podré decir que vivimos en Rusia pero viajamos con frecuencia al extranjero”. Mantienen excelentes relaciones con el Gobierno. “Putin es un experimentado estadista. Nunca se embarcaría en una aventura bonapartista. Compararlo con un zar es demagogo y fantasioso”.
Formado en Oxford, durante años trabajó en Bruselas con la vicepresidenta de la Comisión Europea, Loyola de Palacio, que falleció de cáncer en 2006. Muy afectado, en 2013 estableció en Londres la Russian Imperial Foundation for Cancer Research. Y si Catalina II, el antepasado al que más admira junto a Pedro I y Alejando III, levantó el Museo del Hermitage en San Petersburgo, él hace lo propio con su lobby, Romanoff & Partners. “Un trabajo interesante pero menos aventurado y audaz de lo que se ve en las películas de Hollywood”. Hablando de show business, el creador de Mad Men, Matthew Weiner, rueda The Romanoffs. El gran duque apela al rigor histórico. “El público puede tomar por ciertas groseras mentiras”. Sucedió con Nicolás II. “Su muerte no es un misterio, está suficientemente documentada. Fueron todos fusilados y la dinastía perdura como institución histórica”.