Cocina de Actor
LA FACETA MENOS CONOCIDA DE ROBERT DE NIRO ES LA DE EMPRESARIO AL FRENTE DE LOS HOTELES Y RESTAURANTES NOBU. ESTUVIMOS CON ÉL — Y SUS SOCIOS— EN MARBELLA
Si hacemos una lista de las cosas menos favoritas de Robert De Niro ( Nueva York, 1943), los viajes de promoción estarían solo un poco por debajo de Donald Trump —“Si entrase en uno de nuestros restaurantes, no le negaría el servicio. Pero me iría”, advierte el protagonista de Taxi Driver o Casino—, excepto si estos periplos son en compañía de su socio y amigo Matsuhisa Nobu, el chef japonés que da nombre a la cadena de hoteles y restaurantes que poseen.
Ambos llevan un mes en Europa para inaugurar sus establecimientos de lujo que funcionan como la cocina de Nobu: una fusión de elementos en la que el Japón ancestral se deja querer por Europa y Sudamérica. Son ya 38 los restaurantes que regentan desde que en 1993 inauguraran el primero en Nueva York. “Viajamos mucho, ya sea por rodajes y promociones o, en el caso de Nobu, para investigar técnicas culinarias. Este tipo de vida te permite conocer gente interesante, hacer contactos y ver sitios que dices: ‘Este sería un buen lugar para montar un hotel o un restaurante Nobu”, reflexiona De Niro, a quien interceptamos en Marbella con el chef en su tradicional ceremonia inaugural: rompen con una maza la tapa del barril del sake personal de Nobu y todos los invitados brindan por la buena suerte. Algo que para ellos constituye la clave del éxito. VANIT Y FAIR: ¿Cómo conoció a Nobu? ROBERT DE NIRO: Hace 30 años quedé con un amigo y me dijo: “Tienes que venir conmigo a este restaurante, es buenísimo”. Era el de Matsuhisa. Creo que fue en 1984, y me gustó tanto que le dije a Nobu que, si algún día se planteaba abrir un local en Nueva York, me llamase. Y aquí estamos. V. F.: ¿De quién fue la idea de dar el salto al negocio hotelero? MATSUHISA NOBU: ¡ De este tío! R. D. N. : Es por algo que me pasó hace, no sé, 15 años. Estábamos en la inauguración de un Nobu en un Hard Rock de San Diego y Meir [ Teper, productor de Hollywood y socio de Nobu y De Niro, presente en la entrevista] me recordó que yo había preguntado varias veces que por qué trabajábamos para otros, por qué poníamos nuestro proyecto en manos de terceros. Yo quería abrir nuestro propio hotel y rechazar cualquier otra oferta para abrir un Nobu, a no ser que se tratase de un punto realmente estratégico. Meir me preguntó qué era lo que me gustaba del Hard Rock, y yo también me lo cuestionaba. La respuesta era la comida Nobu. Así que me decidí: “No
tenemos nada que perder”, espeté a estos dos [Nobu y Teper]. “Hagámoslo”. M. N. : Veíamos que la gente era feliz en nuestros restaurantes. Solo había que permitirles pasar más tiempo con nosotros. Los hoteles no eran lo nuestro, pero sabíamos lo que teníamos que darles: felicidad. Un concepto que siempre está presente en los detalles. Si vienes a comer con nosotros, querrás dormir con nosotros. Y viceversa. V. F.: Esos detalles incluyen adaptar cada Nobu a su ubicación. M. N.: Cuando es posible. Aquí en Marbella no solo tenemos un enclave espectacular [el restaurante comparte espacio con el Hotel Puente Romano Marbella, propiedad del empresario Daniel Shamoon], sino también un producto increíble: atún, angulas, percebes… La idea es que la carta y el concepto sean el mismo en todos los Nobu, pero asimilando el producto local. V. F.: ¿Cómo toman las decisiones? R . D. N. : Somos como una familia, no tenemos mentalidad corporativa. Tomamos las decisiones importantes juntos y con calma, porque una de las cosas que sabemos hacer es no apresurarnos. V. F.: ¿Qué cambiarían si volviesen a empezar? R. D. N. : ¡ Dejaría antes de trabajar para otros! M. N.: Nada. Si triunfamos con este concepto tal y como lo hicimos, por qué cambiar. Creo que haría lo mismo. Hace falta tiempo. Al principio tratas de conocer a tus socios: su filosofía, su cultura, su forma de actuar. Empezamos con un equipo pequeño y ahora somos una organización, pero funcionamos del mismo modo. Es una operación familiar, y nosotros somos los padres. Si olvidásemos eso, perderíamos la proximidad. V . F.: ¿Qué lección transmitirían a quienes quieran seguir sus pasos? R. D. N. : Buena suerte. ¡Ja, ja, ja! No, en serio. Nosotros la tuvimos. Cuando te empeñas en crecer, como nosotros, es imposible predecir el resultado. Necesitas algo de fortuna y apoyarte en tus socios. Si tuviese que darle un consejo a un joven empresario hoy, sería: “Corre riesgos. De lo contrario, no lo vas a conseguir”. Conocí a Nobu por chiripa. Y este mundo en particular es muy complicado, hemos visto abrir tantos buenos restaurantes que no han durado… Siempre digo que hemos tenido una suerte increíble, que seguimos con vida y creciendo después de un cuarto de siglo. M. N. : Mi consejo para un chef que empieza es parecido: “No tengas miedo a los tropiezos. Cometer un error no es negativo, lo que es malo es no aprender nada. No te detengas, no te pares, no te cortes. Lo más importante es hacer las cosas con pasión”. R. D. N.: Cometer errores está bien, se aprende mucho de ellos. M. N.: Por eso sabe tanto [risas]. No es broma. V. F.: Veo que también es importante mantener una relación personal envidiable entre los socios. R. D. N.: Desde luego. Nuestra relación ha atravesado momentos difíciles y sufrido altibajos, pero nos queremos, respetamos y conocemos bien. M. N.: Y hay compromiso, como en un matrimonio. Compromiso y comunicación. R. D. N.: ¡Claro! ¡Somos un matrimonio de varios hombres maduros!
“SOMOS COMO UN MATRIMONIO DE VARIOS HOMBRES MADUROS”, DICE EL ACTOR