SER (SUPER) PADRE HOY
La conciliación familiar deja de ser una aspiración increíble en la nueva película de Pixar.
L o que quiero ahora es recuperar a mi familia”. No es la típica respuesta de un cineasta cuando se le pregunta sobre sus próximos proyectos, pero fue lo que me dijo Peter Sohn en 2015, cuando estaba presentando El viaje de Arlo, la película de Pixar sobre un joven dinosaurio y su pequeño amigo humano. Había pasado seis años trabajando en un proyecto que había sufrido infinidad de cambios, en el que había relevado a su director original, reescrito su historia, sustituido al reparto, etc. En ese tiempo de horas extra y noches en vela en el estudio había tenido dos hijos. “Mi mujer se ha sacrificado, ahora tengo que compensarla y disfrutar de mi familia”.
Esa es la gran paradoja de Pixar: la gente que asombra a nuestros hijos desde hace más de dos décadas lo hace dejando de ver crecer a los suyos.
Las mejores historias del estudio de animación más influyente del mundo siempre han partido de experiencias personales de sus autores. Brad Bird, el director Los increíbles, dijo que no haría una secuela de las aventuras de la familia superheroica hasta que tuviera una que necesitase contar. Ha tardado 14 años en encontrarla.
En Pixar, que desde Toy Story incluye en los créditos finales de sus películas a los bebés nacidos durante la producción, están decididos a aprender de sus pequeños y grandes errores.
Han dejado la tarea de reexaminar la conciliación a Mr. Increíble, que en esta nueva entrega se queda en casa cuidando de sus tres hijos. Mientras, su mujer, Elastic Girl, se dedica a cambiar la percepción que la sociedad tiene de las personas con superpoderes: salvan el mundo mientras lo destruyen. Por cierto, Peter Sohn, que lleva tres años tranquilos, sin proyectos a la vista, figura como “story consultant” en Los increíbles 2. Seguramente, Bird y él hayan hecho algo más que enseñarse fotos de los críos últimamente.