VOCES ‘TECHIES’
Una década después de cambiar nuestras vidas con el ‘smartphone’, el progreso quiere que usemos algo aún más humano que los dedos para transformar nuestros hogares: la voz.
En nuestra nueva sección de tecnología presentamos los asistentes de voz.
CSteve Jobs presentó el primer iPhone, sabía lo que estaba poniendo en marcha: una necesidad creada que pronto se convertiría en indispensable. Hicieron falta años y un ecosistema de apps, pero ahora mismo cuesta, y mucho, imaginarse la vida sin un smartphone. El siguiente paso es no necesitar el ritual de desbloquearlo más de 80 veces al día (un iPhone cualquiera, y en 2016). Ni las pantallas. Ni los dedos. Al menos, no en casa. Es una batalla que Google y Amazon acaban de traer a España tras haber convencido a más de 40 millones de estadounidenses de que la idea de hablar con nuestras casas es la necesidad indispensable de los próximos años. Google ha abierto fuego primero con Google Home y Google Mini, dos aparatos que permiten controlar con la voz el día a día.
¿Que cómo funciona? Es sencillo. Solo hacen falta una wifi y un móvil con el que indicar qué dispositivos y servicios tenemos (una tele inteligente, Spotify, Netflix, ese altavoz conectado...) y, a partir de ahí, se trata de hablar.
“Hola, Google. Ponme una alarma para mañana a las siete” fue mi primera experiencia. El micrófono/ altavoz entiende bastante bien el lenguaje natural (nótese que no dije: “Programar alarma 7 a. m.”). La siguiente fue al despertarme: “Buenos días”, porque, si vamos a hablar con las máquinas, que no falte la educación. La respuesta de Google fue devolverme el saludo, decirme el tiempo que iba a hacer y recordarme mis compromisos. Como con los inicios del smartphone, su potenuando
COMO EL IPHONE EN SU MOMENTO, L A CLAVE ES LA COMODIDAD Y EL POTENCIAL PARA HACERSE INDISPENSABLE CUANTO MÁS LO USES
cial empezó a hacerse evidente con el uso. Igual que en 2007, la parte más atractiva era la comodidad, una vez que se pierde la vergüenza a hablar con la casa.
Apartir de ahí, empecé a pedirle música (es bastante difícil solicitar canciones en concreto, eso sí); que me pusiese Glow, de Netflix, en la tele; anotarme una lista de la compra para tenerla en el móvil cuando bajase a comprar; reservar mesa en un restaurante y recordarme la cita; pedirme un taxi...
Y, en el fondo, ser una especie de asistente personal (la inteligencia artificial que lo impulsa se llama así, de hecho: Asistente de Google) y un montón de apps juntas. Tampoco se trata de un servicio nuevo o revolucionario: la guerra entre Google Home y su Asistente y Amazon Echo con su Alexa se remonta a hace un par de años en Estados Unidos; el único problema es que, hasta ahora, ninguno de ellos hablaba castellano.
La respuesta de Amazon llegará este año con la familia Amazon Echo, que juega a lo mismo: integrar todos los servicios que hasta ahora asociábamos con el móvil en un aparatito siempre a la escucha y que, de paso, permite comprar impulsivamente en Amazon con la voz. Son, de momento, versiones primerizas de lo que nos espera y su nivel de efectividad depende menos de lo tecnológicos que sean nuestros hogares como de su capacidad para saber vender lo que pueden hacer. Google Home, por ejemplo, es capaz de guiarnos en la cocina a través de recetas, pero aún no es intuitivo entender que es apto para eso.
Es posible que de vez en cuando haya que consultarle a Internet qué puede hacer. Pero cuando se pasa la novedad de interrogarle, de pedirle chistes o de asombrarnos porque sepa hacer aquello para lo que se inventaron los ordenadores (¡Oh, sabe Matemáticas!), Home —Mini, en mi caso— se convierte exactamente en lo que debería: una presencia de fondo a la que pedirle que nos haga la vida más fácil y sentirnos importantes. Como si un mayordomo invisible, un poco torpe, estuviera 24 horas al día a nuestro servicio.
Podríamos ponernos futuristas y hablar del momento en el que nos permita controlar la temperatura, programar lavadoras, etcétera. El famoso “Internet de las cosas” del que nos reíamos hace un par de años (¿Para qué iba a querer nadie una nevera con wifi?) tiene sentido a través de este tipo de aparatos. Pero, de verdad, es lo de menos. En lo que importa, en el ahora, lo revolucionario es que ya podemos solicitar a nuestra casa que haga cosas por nosotros sin tener siquiera que mirar el móvil. Y esa es siempre la clave del éxito tecnológico: aquello que nos permite ser aún más vagos y dejar que las máquinas se ocupen.