Vanity Fair (Spain)

Kanye West y su ‘Orange Fool’

Después de un apoyo incondicio­nal al presidente de EE UU con patriótico­s discursos incluidos, Kanye West anuncia que se distancia de la Administra­ción Trump, decisión que precede a la publicació­n del nuevo disco del rapero. ¿Ha abierto realmente los ojos

- Por ANDRE A LE V Y Andrea Levy, diputada en el Parlament de Cataluña, a veces sufre pensando.

Mi amigo acaba de publicar Ignacio Peyró un libro. Lo ha escrito en Londres, donde ahora está dirigiendo el Instituto Cervantes. Yo lo conocí hace unos años, cuando estaba al frente de la denominada “U.D.”. Así dicho, parece un cargo de riesgo y puede que lo fuera, visto con la perspectiv­a del tiempo convulso que en esa época se vivió. La Unidad de Discursos del Presidente del Gobierno lo tenía siempre cincelando frases frente al ordenador. Lo recuerdo en el soportal del edificio Semillas, del palacio de la Moncloa, fumando un cigarrillo. Aprovechab­a las pausas para salir a acechar a las musas, pero sin querer empatizar demasiado con lo mundano. Peyró siempre está a sus cosas, que suelen ser de un hedonismo ajeno a nuestra época. Comimos y bebimos es un recorrido por el año gastronómi­co en el que cada entrada parte de la mesa para hablar sobre la vida. En su apunte sobre los clubes de caballeros del barrio de St. James —“Una de las bendicione­s de la vida en el clubland es descubrir que las dos de la mañana son las 10 de la noche”— habla sobre una de las especialid­ades culinarias del Brooks’s —inaugurado en 1762—, el Orange Fool. A cierto cocinero americano se le ocurrió preparar este postre en su programa de televisión y acabó indignando a los seguidores de . Donald Trump En tiempos de la ofendiditi­s everywhere vieron en el nombre de esta tradiciona­l receta un insulto velado. “Tonto naranja” da para sacar la espada en Twitter. Para ello, Trump contaba con . Hace unas semanas el rapero nos dejaba ojiplático­s Kanye West con un alucinante monólogo de 10 minutos en el Despacho Oval —aunque no confundir con el sentido de alucinante que emplearíam­os para definir los 10 minutos del videoclip de su tema Runaway—. He de confesar que cada vez que aporreaba la mesa para concluir con ímpetu una de sus frases pensaba que Trump iba a invadir de inmediato Corea del Norte en un ataque de euforia patriótica. El discurso del cantante de Chicago diciendo que “le hacía sentir como Superman” llevar una gorra con su eslogan de campaña, Make America Great Again, fue un golpe de ánimo en una Administra­ción que no desayuna sin un escándalo. Pero ahora Kanye parece haberse caído del caballo. Hace unos días tuiteó que había abierto los ojos y se había dado cuenta de que había sido usado para extender mensajes en los que no creía. Prometía a la vez distanciar­se de la política para centrarse en su carrera creativa, en lo que se puede leer como un intento de prepararse para el inminente lanzamient­o de su próximo disco, Yandhi. Veremos si la política quiere o puede distanciar­se de él.

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