Vanity Fair (Spain)

Ese aire frío

Un joven solo, almorzando en una cadena de comida rápida y paseando bajo las luces navideñas, puede ser la escena de un cómic o una rutina silenciosa que guarda signi icados ocultos. Pero en este caso ese restaurant­e, ese chico y esa ciudad por la que cam

- Por JAVIER AZNAR TIEMPO DE LECTURA :3'

Una de mis historias favoritas es de un cómic del dibujante Adrian Tomine. Me gusta tanto o más que algunos de mis cuentos preferidos de Raymond Carver. Apenas dura tres hojas. En esta historieta vemos a una señora mayor en su casa, preparándo­se un sándwich en la cocina. Pero en vez de comérselo ahí mismo, lo guarda cuidadosam­ente en una bolsita hermética de plástico y sale a la calle. A continuaci­ón, vemos cómo se mete en un coche de época, cubierto ya con algunas hojas de los árboles del vecindario, aparcado en la acera enfrente de su casa. Sentada sola en el asiento de copiloto, saca el sándwich de su bolsa de plástico y le da un mordisco. Entonces la historieta nos muestra un flashback: vemos que en ese mismo coche, aunque algo más reluciente, solía comer todos los días con su novio de juventud durante el descanso del almuerzo. Iba a recogerla al trabajo, ella preparaba un par de sándwiches para los dos y hablaban de trivialida­des y de planes de futuro mientras comían. Volvemos al presente: la anciana da el último bocado a su sándwich, sale del coche y se mete de nuevo en casa. Tira el envoltorio a la papelera y sigue viendo la televisión en silencio.

Da igual las veces que intente explicar esta historia: jamás podré expresar con palabras la belleza y fuerza que desprende el dibujo de Tomine. Cómo retrata la fragilidad de la anciana. El vacío que transmite sentada sola en el asiento de copiloto. El amor que se esconde detrás de esa rutina de seguir comiendo a solas su sándwich en el mismo coche, tantos años después. El mordisco que funciona como un gatillo activando todos los recuerdos. Me emociona cada vez que vuelvo a ella.

En Navidad, mi abuela siempre nos llevaba a comer al Vips. Me fascinaba ese sitio. Era una mezcla rara de elementos: un inverosími­l cruce entre un diner americano, una concept store y una cafetería viejuna. Raquel Peláez, redactora jefe de la web de Vanity Fair, dice que los Vips son un “estado mental madrileño”. Por eso creo que nos atraen tanto a los que venimos de fuera. Para mí la Navidad significab­a eso: el Vips, mi abuela y Madrid. Lo demás era accesorio. Me sentaba y pedía siempre una hamburgues­a y un batido. Tortitas con sirope de caramelo de postre cuando me veía fuerte. Al acabar de comer, me dejaba eligiendo algún libro de la tienda. Lo que más me gustaba era el proceso de selección, la búsqueda, husmear entre títulos. Ella fingía hacer recados hasta que yo por fin me decidía y nos íbamos luego a su casa a pasar la tarde. No había mejor plan. Ahora me gusta hacer algo parecido a la historia de Tomine. Un día de Navidad voy al Vips. No hago mucho más. Me siento en una mesa y pido una hamburgues­a. Me la como en silencio. A lo mejor hojeo una revista o un libro que llevo conmigo. O escucho un podcast. Observo a la gente a mi alrededor. Y luego vuelvo a casa dando un paseo. Me basta eso y volver a sentir el inconfundi­ble aire frío de Madrid en diciembre en la cara, que es el de siempre, ese que te activa, para que me posea eso que algunos llaman “espíritu navideño”. Cuando camino bajo las luces de Navidad, perdido entre la multitud que ha salido de compras, puedo notar el paso de mi abuela cerca, tan delgadita siempre, breve y ligera como un trazo japonés. Mi abuela era una abuela atípica. No daba pellizcos en los mofletes, no se metía en mi vida, no le interesaba cocinar y su frigorífic­o parecía el de un estudiante de Erasmus, lleno de platos precocinad­os. Conservaba su acento de Jerez intacto, como esos coleccioni­stas que tienen un cromo de béisbol en una funda de plástico, y decía “¡Arrea!” cada vez que algo le sorprendía. Todas las películas que veía en el cine le parecían “amorales, pero muy divertidas”. Releía en bucle todos los libros de Agatha Christie. Nunca volvió a Jerez, decía que le daba demasiada pena. Realmente no la echo de menos. En el fondo siempre fue así. Desaparecí­a para dejarme a mi aire. Discreta y eleganteme­nte distante. Sé que está por ahí, haciendo tiempo mientras yo me pierdo entre libros…

PARA MÍ LA NAVIDAD SIGNIFICAB­A ESO: EL VIPS, MI ABUELA Y MADRID

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 ??  ?? Javier Aznar (Santander, 1985) es autor del libro ‘¿Dónde vamos a bailar esta noche? (Círculo de Tiza, 2017).
Javier Aznar (Santander, 1985) es autor del libro ‘¿Dónde vamos a bailar esta noche? (Círculo de Tiza, 2017).

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