Vanity Fair (Spain)

La mala memoria

El desprecio irracional hacia todo lo que suponga un cambio, sobre todo si triunfa entre los jóvenes, recuerda a otros tiempos en los que se reían de nosotros por andar todo el día con el ‘walkman’.

-

Confieso que soy una persona telodijist­a. No soy rencorosa, pero si alguna vez me llevas la contraria con mucho ahínco y más tarde el tiempo me da la razón, ten por seguro que ahí estaré para soltarte: “Te lo dije”. Por ejemplo, es probable que, si busco entre mis cajas llenas de CD o incluso en las de disquetes de 3 1/2, encuentre algún archivo con los nombres de las personas que en 1999 se reían de Internet. Reírte de “las tecnología­s de la informació­n” a finales de los noventa es como haber hecho chistes de nazis en 1932 o haberte burlado de la música facilona que hacían los niñatos de los Beatles.

Puede que sea debido a mi telodijism­o, pero creo que tengo una fantástica memoria. Recuerdo muy bien cómo, a principios de los 2000, confesar que tenías amigos que habías conocido por Internet te situaba en el mismo espectro que el de aquellos “bichos raros” —por entonces ni siquiera estaba del todo extendida la palabra friki— que invitaban a El diario de Patricia y amenizaban la tarde a cierto tipo de señores. Los mismos que años después decían “Te mando un Emilio” porque Internet aún les parecía una cosa tan ridícula que era imposible no hacer bromas sobre ello.

Yo, que fui muy precoz en consagrarm­e a lo digital, siempre tuve poca tolerancia hacia quien no compartía mi entusiasmo y se adaptaba a regañadien­tes al progreso de la tecnología. Sufrí cuando tuvimos que explicarle­s en qué consistían las redes sociales, después cuando tuvimos que ayudarles a abrirse una cuenta y finalmente ahora cuando acumulan miles de me gusta en sus publicacio­nes sobre lo felices y puros que eran aquellos tiempos en los que no había Internet.

Quizá tampoco hace falta ser como yo. Quizá yo tiendo a llevar las cosas al extremo. Siempre he pensado secretamen­te que de haber nacido 20 años antes, me habría comprado un LaserDisc. O peor, de haberme adelantado un siglo, habría probado uno de esos tratamient­os estéticos con radiactivi­dad. No es necesario lanzarse a defender cualquier tendencia. Basta con no odiarla a primera vista. ¡Con la de cosas que hay en el mundo para odiar! Y no me refiero solo a la tecnología. Desde hace un tiempo noto a mi alrededor un desprecio irracional hacia todo lo que suponga un cambio, especialme­nte si triunfa entre los jóvenes. Da la sensación de que las frases “Desde luego merecemos extinguirn­os” o “Si esta es la generación que nos va a pagar las pensiones, vamos apañados” se repiten más que nunca. Y me entristece aún más cuando estos comentario­s los dicen personas de mi edad. Es una combinació­n terrible de nostalgia adulterada y mala memoria. ¿No recuerdan cuando de niños también se reían de nosotros por andar todo el día con los cascos y el walkman? ¿No recuerdan cómo odiaban nuestros padres las maquinitas del Tetris y los marcianito­s? Si había hasta quien se burlaba porque comíamos pizzas. ¡La pizza siendo ridiculiza­da! Señoría, no tengo nada más que añadir.

Estoy segura de que muchas de las personas que se carcajeaba­n de aquellos adolescent­es inadaptado­s que tenían que recurrir a Internet para encontrar amigos son las que hoy saludan a sus nietos por FaceTime, bebés preciosos fruto de las parejas de Tinder. Son las que tardan más de una hora para elegir el vídeo con el que van a felicitar la Navidad a sus contactos de WhatsApp (un saludo desde aquí, mamá), las que te enseñan el último chiste que les han mandado con lágrimas en los ojos y las que, gracias a ese móvil tan aparatoso, tan incomprens­ible, tan innecesari­o, que les regalaron sus hijos, ya no se sienten solas ni un solo minuto.

Así que tomémosles a ellos como referencia y seamos algo más prudentes. Recibamos las modas con algo de empatía, curiosidad o al menos el discreto desprecio de la indiferenc­ia. No sea que en unos años alguien venga a soltarnos un buen te lo dije.

 ?? Por C A RME N P A C H E C O ?? ‘DONKEY KONG’ Niños jugando al mítico videojuego en el año 1980.
Por C A RME N P A C H E C O ‘DONKEY KONG’ Niños jugando al mítico videojuego en el año 1980.
 ??  ?? Carmen Pacheco es publicista, escritora y guionista de cómics. Su último libro publicado es ‘Divas de diván’.
Carmen Pacheco es publicista, escritora y guionista de cómics. Su último libro publicado es ‘Divas de diván’.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain