Olivia Colman, reina por un año
La actriz británica se aferra al trono interpretando a Ana Estuardo en ‘La favorita’ y a Isabel II en la tercera temporada de ‘The Crown’.
Qué será más difícil en el Reino Unido, ascender al trono siendo una plebeya o convertirse en actriz de renombre sin descender de una dinastía de intérpretes? En el caso de Olivia Colman (1974) no es preciso establecer jerarquías, porque ella ha conseguido las dos cosas. La mujer que Meryl Streep describió como “tocada por los dioses” —interpretó a su hija en La dama de hierro— está viviendo su mejor época. Dicen que sufre cada vez que llama al servicio de habitaciones o alguien amaga con llevarle la maleta, y a pesar de ello ha conseguido hacer creer a todos que es dos veces reina.
Colman, una de las cómicas más divertidas de las islas gracias a la serie Peep Show, cambió de registro dramáticamente en 2011 y se convirtió en una mujer maltratada en Redención, una película con poca gracia. Algo indicaba que con ella, como con Chavela Vargas, risa y llanto son la misma cosa: pura emoción.
“Soy de lágrima fácil”, contaba en el pasado Festival de Venecia, donde ganó la Copa Volpi por su retrato de la reina Ana Estuardo en La favorita, una comedia histórica y surrealista en la que se recrea la lucha de dos cortesanas por ser sus mujeres de confianza. “Si alguien me cuenta una cosa triste, no puedo evitar llorar”; solo necesitó saber que esta reina perdió 17 hijos para empatizar. Lo confirma Emma Stone, con quien lloró a moco tendido durante sus escenas juntas. “El problema es que me emociono”, contó a Vanity Fair USA. “Y la reina no puede hacerlo”, decía en referencia a Isabel II, a la que interpreta en The Crown, sucediendo a Claire Foy. Por suerte, ha descubierto cómo controlarlo: con partes meteorológicos. Es lo que escuchaba por un pinganillo mientras acudía a funerales y tragedias en esta tercera temporada de la serie. Queda por ver si será reina por un año o continuará la estela de Judi Dench. No tiene aún el título de gran dama, pero ya ha pasado por Buckingham, donde intercambió unas palabras con el príncipe Guillermo y se llevó un extraño souvenir: dos pedazos de papel higiénico.