LA FOTO DE MI VIDA
Piedy Aguirre recuerda para Vanity Fair cuando fue anfitriona de Andy Warhol.
Esta foto se hizo gracias al valor de mi amiga Teresa Nieto, que se levantó de la mesa durante una comida para fotografiarnos a Andy Warhol, a mi entonces marido, Javier Cavero de Carondelet, y a mí. Era una tarde de enero y estábamos en la Quinta de Mirabel, el cigarral del siglo XVI que Javier, duque de Bailén, heredó de su familia. Otro amigo, Lorenzo Larios, había organizado aquel almuerzo con motivo de la visita de Warhol a España. Al hombre más moderno del mundo lo había visto ya poco antes en la inauguración de la exposición que le había organizado Fernando Vijande en su galería, pero había tanta gente que no pude saludarlo. Él quería conocer Toledo, y allí nos aventuramos el joven fotógrafo de la Factory Christopher Makos, los españoles Carlos Astiárraga y Vicente Carretón, además de Lorenzo y Teresa. Después, todos vinieron a comer a la quinta con Javier y conmigo y con mi hermana Isabel. Recuerdo el frío del paseo por la finca, durante el que Warhol no paró de hacer fotos sin mirar por el objetivo siquiera, y las risas que nadie había esperado de aquel hombre de imagen tan hierática. Warhol vino a España a hacer negocio, quería inmortalizar a los nobles. A mi marido le propuso un retrato ecuestre a lomos de su Harley-Davidson por 20.000 dólares. Como no los teníamos, no lo hizo. Una lástima, pues hoy la obra valdría millones. Hace poco, Teresa expuso esta y otras fotos en el Cock, el mítico bar del que es copropietaria. Me hizo mucha ilusión porque había olvidado que existían y lo ideal que yo era entonces... �
En 1983, Andy Warhol vino a España y puso a sus pies a la crema y nata del moderneo y la alta sociedad. Pero fue Piedad ‘Piedy’ Aguirre — hermana de Esperanza Aguirre, entonces marquesa de Portugalete y artífice de la Sala Caracol— quien ejerció de anfitriona para él.