Vanity Fair (Spain)

GUÍA DISFRUTONA DE SHANGÁI

La ceremonia del té, ‘noodles’ y ‘wonton’ hechos a mano, regateo en los mercados y viejas pagodas conviven con rascacielo­s futuristas, códigos QR, la aplicación VPN y estrellas Michelin. Recorra Shanghái de la A a la Z.

- Por JAVIER AZNAR

APUNTE LAS DIRECCIONE­S EN CHINO EN UN PAPEL PARA PODER MOVERSE EN TA XI, REGATEE EN LOS MERCADOS Y SOR BALA SOPA

Arquitectu­ra: Rascacielo­s como la torre Perla Oriental o la torre de Shanghái (el segundo edificio más alto del mundo) conviven con templos y pagodas. B und: Zona del paseo marítimo, una de las partes con más vida de la ciudad. Se enamorará de los neones y edificios futuristas de la zona financiera, al otro lado del río Huangpu. C omida callejera: Wontons, dumplings, noodles… Riquísimos y a precio de ganga si se sabe mover bien. Recomiendo las visitas de UnTour Foods (untourfood­tours.com). Enseñan los locales más recónditos sin turistas y uno se ahorra muchos quebradero­s de cabeza con el idioma. D inero: Conviene llevar siempre efectivo, en muchos sitios no aceptan tarjetas de crédito occidental­es. E quipamient­o para cocinillas: Una parada obligatori­a para los amantes de la cocina es el hotel Equipment Center, donde los chefs compran cuchillos sofisticad­os, cestas de bambú, woks o teteras. Fascinante ver las demostraci­ones en directo. Un sitio especial. F iesta: Toda-la-que-quiera. Y más. En Shanghái no falla. El Bar Rouge y Le Baron son dos valores seguros.

G -Tren: Los trenes bala chinos. Algo muy llamativo: en los trenes anuncian que si pillan a una persona fumando en los vagones le quitan puntos en su sistema de crédito social. Un poco Black Mirror. H

oteles: Es muy importante acertar, pues serán de gran ayuda para todo tipo de eventualid­ades. El Waldorf Astoria es una maravilla. Ya solo por su bar. El Peninsula también es impecable y con una terraza con las mejores vistas del Bund. I dioma: Ármese de paciencia, porque a veces llega a ser complicado hacerse entender. Incluso por signos. No olvide tener sus direccione­s escritas en chino. En los hoteles dejan mapas y tarjetas con “Llévame a X sitio” para facilitar la tarea. J azz: En el Heyday, elegante y divertido sitio para tomar un magnífico cóctel, picar algo y disfrutar de la música en directo. Sin escenario, codo con codo con los músicos. Reserve con tiempo (y llame a partir de las 5 de la tarde, que es un sitio de noctívagos). Sebastian, de La La Land, seguro que soñó con abrir un local así. K araoke: No puede irse de Shanghái sin haber estado en un karaoke, observando con fascinació­n a los crooners locales como si fuera un ornitólogo. Si entra en cualquier establecim­iento de los K Party, puede reservar un privado. L ost Bakery: Panadería ideal y espaciosa para poder desayunar a gusto. M ercato: Sí, un restaurant­e italiano en Shanghái. Y merece mucho la pena. Imprescind­ibles su burrata y sus delicadas pizzas. Del chef francésame­ricano Jean- Georges Vongericht­en. Buenas vistas del Bund.

Noodles: Uno de mis platos predilecto­s del mundo. En Henan Lamian Noodles, un local diminuto y familiar, los preparan a mano. Observe la técnica con la que estiran y cortan la pasta. Hipnótico. O ld Jesse: Dicen que es el mejor restaurant­e de comida shanghaine­sa. Tenía tantos visitantes que dejaron de utilizar cartas en inglés como medida disuasoria. Pero merece muchísimo la pena ir. Cerdo braseado, arroz con dátiles y noodles. Aunque lo mejor es dejarse llevar. P ekín: ¿Quiere acercarse a conocer la Gran Muralla? En tren bala llegará en 4,5 horas. Mucho más eficaz que el avión. O R: En Shanghái, así como en casi cualquier rincón de China, se paga todo escaneando el código QR con la aplicación de AliPay, del gigante grupo chino Alibaba. Así que verá a todo el mundo con su móvil escaneando códigos sin parar. R egatear: Yo no valgo para esto, pero en Shanghái verá a auténticos expertos. Me gustaría poder darle algún tipo de consejo útil, pero casi con toda seguridad fui timado. Lo asumo con dignidad. S orber: En China se sorbe todo el rato. Sin parar. Es parte de la diversión de su gastronomí­a. Así que déjese de remilgos y sorba noodles, dumplings y xialongbao­s sin ningún complejo. T é: Los amantes del té tienen que visitar la Wan Ling Tea House, una encantador­a casa tienda donde dan clases sobre distintos tipos de té, una forma de vida en su cultura. Es imprescind­ible solicitar cita. U ltraviolet: El restaurant­e de una sola mesa y tres estrellas Michelin. Este espacio del chef Paul Pairet desafía todo lo convencion­al. Una locura muy meticulosa. El menú ronda los 450 euros. V PN: Su mejor amiga para poder tener acceso a sitios censurados como Instagram, Facebook o Google Maps. Importante descargar la aplicación antes de llegar a China. W ontons: No puede irse sin probar estos deliciosos triángulos de masa fina rellenos de carne. X ialongbao: Ya solo merece la pena venir hasta Shanghái por comer esta pequeña obra de arte. Anthony Bourdain los definía como “almohadas de felicidad”. La técnica para no quemarse: morder un poco, sorber la sopa y mojar en vinagre. Y uan: El nombre oficial de la divisa es el Renminbi. Pero la unidad de pago es el Yuan. Z otter Chocolate Theatre: Esta fábrica teatro museo tiene que ser lo más parecido al paraíso para los chocolater­os. La de Willy Wonka se queda pequeña. �

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Vistas de la zona financiera desde el Bund.
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 ??  ?? Le Baron, fiesta asegurada cada noche.
Le Baron, fiesta asegurada cada noche.
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Wanling Tea House.
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La calle Nanjin, una estampa típica.

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