Vanity Fair (Spain)

EL COLECCIONI­STA DE COLECCIONI­STAS

Su amistad con la familia Gamazo-Hohenlohe le facilitó su entrada en la venta de arte por la puerta grande. Hoy José Antonio de Urbina no necesita padrinos. Charlamos con él sobre los hábitos de compras de grandes fortunas como las de Juan Abelló, Alicia

- –IANKO LÓPEZ

Hablamos con José Antonio

de Urbina sobre los hábitos de compra de arte de las grandes fortunas españolas.

Habl a r con José Antonio de Urbina —Josechu para los allegados— es como abrir una encicloped­ia. Dos, en realidad: una de Historia del Arte y otra de sociedad. Murillo se mezcla con Alicia Koplowitz, Heinrich von Thyssen con Pantoja de la Cruz, y él no se cansa de enlazar una historia con otra. Ni uno de escucharlo. En el piso del Madrid señorial que acoge Caylus, la galería de arte que hace más de 30 años abrió junto a su socio Enrique Gutiérrez de Calderón, se acumulan los Goyas y los Grecos a la espera del cierre del trato con sus futuros dueños. Es como cualquier otra tienda, con la particular­idad de que sus clientes son algunas de las personas más poderosas del mundo. “A Carlos Slim le hemos vendido ya dos Grecos, dos Murillos y una Resurrecci­ón de Juan de Flandes”, recuerda. También ha presenciad­o la evolución como coleccioni­sta del empresario Juan Abelló: “Empezó comprando cosas muy tradiciona­les y ahora se lleva piezas del neoexpresi­onista Anselm Kiefer. Yo lo conocí en 1977, antes de que fuera un ‘galáctico’, y tiene mucha confianza en nosotros. A él no le interesan los yates: todo el dinero que ha ganado lo ha invertido en tierras y arte. Además es un gran conocedor de la historia. Puede ponerte en un compromiso discutiend­o sobre hechos y fechas”.

Con Abelló tiene en común Josechu el lado autodidact­a. Él no estudió Historia del Arte sino Derecho, aunque jamás llegó a ejercer como abogado. Hijo de diplomátic­o —su padre es el autor de El gran libro del protocolo, best-seller español de las buenas maneras—, se crio entre palacios y pintura barroca: “Viví en Roma de los 13 a los 17 años, y eso me marcó”. Su entrada en la venta de arte fue por la puerta grande: por amistad con la familia Gamazo-Hohenlohe —era íntimo de Anna Gamazo, esposa de Abelló, su hermana Sandra y sus primas Marina y Flavia de Hohenlohe—, que quería subastar el contenido de la finca El Quexigal. “La subasta duró cuatro días. Yo mismo compré un par de piezas. Después me quedé nueve años en Sotheby’s, al principio como chico para todo. En particular catalogand­o

artes decorativa­s, aunque lo que de verdad me gustaba era la pintura. ¡Y subastar, que era divertidís­imo!”. Allí coincidió con Enrique, subdirecto­r de la filial española, al que se unió para montar su propia galería en 1986. Entonces empezó la gran fiesta del arte.

Juan de Flandes “robado” a Heini

“Al morir la baronesa Gabriella BentinckTh­yssen, hermana de Heinrich von Thyssen-Bornemisza, dejó la colección de arte que había heredado de su padre y que según la herencia debía ofrecerse a Heini antes que a ningún otro posible comprador.

Uno de esos cuadros era una virgen con el niño atribuida a un seguidor del pintor flamenco Hans Memling y Heini la rechazó porque le pareció una obra menor. Cuando salió a subasta en Sotheby’s por un precio irrisorio, volé hasta Londres para verla. Allí me di cuenta de que aquello era una obra de Juan de Flandes y que su cotización sería mucho mayor. Pero me callé, haciéndome el loco ante mis antiguos compañeros, y me la llevé en la subasta. Demostramo­s su autoría y ahora está en el Prado como parte del depósito de la familia Várez, que nos la compró”.

Y un Goya que Rajoy “robó” a Abelló

“La familia de los duques de Sueca era la propietari­a de La condesa de Chinchón, el retrato de su antepasada pintado por Francisco de Goya. En el año 2000 decidieron venderlo, y Juan Abelló lo quería para coronar su colección. Negociamos la operación por 26 millones de euros y comunicamo­s la venta al Estado como establece la Ley. Entonces Aznar era el presidente y Rajoy el ministro de Cultura. Pues decidieron ejercer el derecho de tanteo y quedarse con el cuadro, que ahora puede verse también en el Prado. Fue un disgustazo para Abelló, aunque después se resarció en parte comprando unos cuantos Goyas más”.

¿Es Alicia Koplowitz feminista?

“Alicia tiene un gusto personal muy marcado. Cuando estaba casada con Alberto Cortina ya era ella la que compraba por los dos. En su colección hay un leitmotiv, que es lo femenino: incluso cuando compra un Schiele o un Klimt, estupendos artistas pero un poco rijosos, consigue obras que están del lado de la mujer. Además, si no le gusta lo que le ofreces, te dirá que no lo quiere. De manera muy elegante, pero lo hará. Hace un año nos compró el retrato de la marquesa de Espeja, de Madrazo, que irradia poder. Y lo donó al Prado inmediatam­ente”.

“ALICIA KOPLOWITZ TIENE UN GUSTO PERSONAL MUY MARCADO. CUANDO ESTABA CASADA CON ALBERTO CORTINA, ELLA ERA LA QUE COMPRABA POR LOS DOS”

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El galerista José Antonio de Urbina, fotografia­do en el salón de su casa.
 ??  ?? José Antonio de Urbina, ante Adán y Eva descubren el cadáver de Abel. A la dcha., David con la cabeza de Goliat. Ambas obras, de su colección particular.
José Antonio de Urbina, ante Adán y Eva descubren el cadáver de Abel. A la dcha., David con la cabeza de Goliat. Ambas obras, de su colección particular.
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