Fundación Meadows
El Premio A de ARCO distingue este año a la Fundación Meadows. Gracias a ella existe en Dallas uno de los mayores museos dedicados al arte español.
Qué haríamos sin el sueño americano. Y sin sus soñadores, capaces de hacer realidad las fantasías más descabelladas. Gracias a uno de ellos, Dallas (Texas) alberga el que quizá sea el mayor museo dedicado al arte español fuera de España. En los años cincuenta, el rey texano del petróleo Algur H. Meadows decidió invertir en España, convencido de que bajo nuestro subsuelo le esperaba un enorme raudal de oro negro. Durante 10 años él y su mujer, Virginia, pasaron largas temporadas en Madrid alojados en el Ritz. Mucho petróleo no encontró, pero a cambio quedó deslumbrado con los óleos de Velázquez y Goya del Prado, que le quedaba justo enfrente. Cuando la mayor parte de sus compatriotas no salían del impresionismo francés o del expresionismo yanqui, él se puso a comprar arte español con avidez compulsiva. De Murillo a Picasso y de Ribera a Miró. Tras fallecer Virginia, donó la colección a la Universidad Metodista del Sur a condición de que se cumpliera su sueño: abrir un pequeño museo del Prado en Texas. Y el sueño se hizo realidad.
Hoy, el Museo Meadows de Arte luce el sobrenombre de “el Prado de la pradera”, además de una colección de más de 200 pinturas y 800 dibujos. Y sigue adquiriendo obra para su actual edificio, que no solo es seis veces mayor que el anterior, sino que recuerda poderosamente al original madrileño. Juan Muñoz o Jaume Plensa forman ahora parte de la colección. Y la Fundación Meadows, que preside Linda Evans —sobrina nieta de Algur—, aporta cada año una dotación económica que le permite ser el gran centro americano para la investigación del arte español. Mark Roglán, actual director del museo, no podría estar más feliz con el Premio A al Coleccionismo que este año le entrega ARCO. “Reconoce nuestro interés por el arte contemporáneo, pero también el gran papel de los mecenas”, asegura. Mecenas de América: seguid soñando.