Amistad en el hemiciclo
Antonio Hernando (Partido Socialista Obrero Español) y Rafael Hernando (Partido Popular)
Una noche de 2015, cuando Rafael y Antonio Hernando se estrenaban en el Congreso como portavoces del PP y del PSOE, respectivamente, decidieron irse de cena. Apenas se habían sentado cuando el jefe de prensa del socialista le envió una foto de los dos charlando animadamente. “Un periodista acaba de publicar esta imagen en Twitter y os han enviado cámaras al restaurante”. “La presión en redes fue durísima — cuenta hoy el político del PSOE—. Desde ‘Eres un sinvergüenza’ hasta ‘¿Cómo te ves con ese tío?”. Rafael sonríe. Sabe que el tándem que formó con su homólogo logró crear un clima de cordialidad en el Congreso que propició muchos de sus acuerdos — en educación, pensiones, justicia y violencia de género—, pero tenía asombrado al resto del hemiciclo. Máxime cuando el popular tiene fama de beligerante. Pero una cosa es el Rafael de mitin, el público, que puede llegar a ser afilado y cáustico, y otra este señor socarrón y amigable que tenía noqueado hasta a Gabriel Rufián, líder de ERC. “Una vez dijo que yo era el político que más lo había sorprendido, y lo llamé: ‘No hables bien de mí, que me hundes, coño”, dice entre risas. “Claro, es que la gente lo que ve — interrumpe Antonio— es el enfrentamiento, pero no sabe que nos llevamos bien. Y hay que hacerles comprender que es bueno que nos entendamos. Más en los tiempos que corren, donde hay una fragmentación tremenda y la relación personal, más allá de las diferencias ideológicas, es muy importante”. Dicen que nadie debería conseguir que sea rentable políticamente hacer de tu adversario tu enemigo. “Con Errejón, al principio nos teníamos que reunir en secreto, porque para ellos éramos la casta”, dice Rafael. Antonio asiente: “Y eso no puede ser. No puede ser que nuestros partidos, nuestros votantes o la prensa presionen de tal forma que se produzcan situaciones así. La empatía personal facilita el intercambio de ideas”. Lo dijo Aristóteles: “La amistad es el cimiento de la actitud política”.