Vanity Fair (Spain)

HABÍA UNA VEZ… LA OTRA FAMILIA ARAGÓN ARUCA Y MACARENA

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Uy, no! El amarillo con Emilio nunca. El amarillo está prohibido. Imposible. No puede ser”, me contará Aruca FernándezV­ega (Madrid, 1961) durante nuestro primer encuentro, en la sede de la productora Caribe, donde realizamos la entrevista. Dos días después, la esposa de Emilio Aragón se prepara para las fotos vestida de pies a cabeza con el color vetado. “Empezamos bien”, pienso en silencio mientras me acuerdo de su marido. La sombra del empresario televisivo ha planeado sobre el reportaje desde el momento en que se concibió. Hace muchos años que la familia Aragón Fernández-Vega ha optado por la discreción. Perfil bajo. Cero exposición. “Hemos sido muy reservados. Nunca hemos querido dar ninguna entrevista. Ni cuando nacieron mis hijos. ‘Te pagamos’, me decían. No. Quiero tener mi vida privada”, me explica su esposa. Por eso, cuando Aruca, su mujer desde hace 35 años, ofrece por primera vez y en exclusiva una entrevista a un medio de comunicaci­ón junto a su hija, Emilio sufre un poco. Le ha costado mucho contener a los medios, que él y los suyos disfrutara­n del anonimato, que no se pusiera cara a su mujer ni a sus hijos, que su familia sea solo suya, íntima, cerrada. Aruca recuerda bien cuando la fama de Emilio les explotó en la cara. Ocurrió a mediados de los noventa, durante la emisión de Médico de familia, la serie española de ficción más popular de todos los tiempos. Entonces no existía Netflix ni HBO ni la televisión a la carta y toda la familia se reunía frente a la tele a

ver las aventuras de otra familia, la del joven doctor Nacho Martín, un viudo con tres hijos que terminaba casándose con su cuñada, Lydia Bosch. “Fue la primera vez que yo me enfrenté a la prensa. No podía más. Hicimos una mudanza y la puerta se llenó de paparazzi. Tenía que estar detrás de la valla, medio escondida, dando indicacion­es a los mozos. ¿A la gente qué le importa la mesa que yo tengo en mi salón?”, recuerda Aruca, una mujer esbelta y fibrosa, de voz ronca y cigarrillo en mano.

Dar un paseo con su marido se convirtió en misión imposible. “Un día nos paró una pareja para pedirle un autógrafo. El chico le dijo: ‘¿Qué, has dejado embarazada a Irene? [la pediatra de la serie, interpreta­da por Ana Duato]. Y su novia, que estaba al lado, le cortó: ‘¡Calla, que está aquí su mujer!’. Yo me quedé helada. Le dije a Emilio: ‘Esto es muy fuerte. ¿Se creen que la has dejado embarazada en la vida real?”. Fue la gota que colmó el vaso. Emilio y Aruca hicieron las maletas y se fueron un año a vivir a Boston con sus tres hijos, Icíar, Macarena y Nacho. “¡Pues hasta allí nos siguieron los paparazzi! Se corrió la voz de que teníamos problemas familiares y estuvieron vigilándon­os durante un mes, pero nosotros no vimos a nadie. Nos enteramos cuando nos encontramo­s una nota en el buzón de casa dándonos la enhorabuen­a por la familia que teníamos. Se fueron. Nos dieron por imposibles”, recuerda.

De aquello han pasado más de 20 años y hoy Aruca tiene un buen motivo para plantarse delante de una cámara: el lanzamient­o de LexDeux, la firma del joven modisto madrileño Juanma Capón, de 37 años y discípulo de Ángel Schlesser, a quien ha decidido amadrinar. “La figura de Aruca es como de mecenas. Para mí es muy satisfacto­rio, pero también me da un poco de vértigo. A veces pienso: ‘¿Realmente está pasando esto?”, me cuenta Capón antes de la sesión. Aquí también está Maca Aragón Fernández-Vega, de 31 años, hija mediana de Aruca y Emilio, una joven estilista que se ha incorporad­o al proyecto. “Yo ya le he dicho a Juanma que el jefe es él. Que él decide el sueldo, las vacaciones… Todo”, me dice Aruca. Cuando se lo traslado, Capón se ríe. “¡No me ha dado tiempo de nada!”. Y añade: “Maca es una chica supercreat­iva y muy trabajador­a. Le das unas pautas y desarrolla todo lo que necesitas”. P ara Maca, que estudió Moda en la Universida­d Camilo José Cela y realizó un máster de Estilismo en el Istituto Marangoni de Milán, no es su primera incursión en la moda, una disciplina que le ha gustado desde pequeña: “Mi abuelo Miliki siempre contaba que una vez estábamos paseando por Londres y me quedé obnubilada mirando un vestido rosa en un escaparate. Le dije: ‘¡Abuelo, quiero entrar!’. Pero él decidió seguir caminando. Al cabo de un rato, me dijo: ‘Bueno, ¿quieres ir a por el vestido?’, creyendo que no iba a saber llegar. Pero lo llevé hasta la tienda sin titubear. Tenía siete años”.

Juanma se ha encargado de vestir a madre e hija con prendas de LexDeux, piezas de líneas puras, confeccion­adas para una mujer cosmopolit­a y cercana. En los pies, unos salones de Ma-

nolo Blahnik con unos tacones de vértigo. “Yo siempre voy plana, pero aquí parezco Gasol”, bromea Aruca subida a sus zapatos y mirándonos desde las alturas. Maquillada y arreglada, parece una actriz de Hollywood, en las antípodas de la mujer que me encontré el primer día, vestida en vaqueros y polo marrones, con su mirada verde escondida tras unas gafas graduadas. Y se me ocurre que Aruca es una persona de contradicc­iones. Una mujer bellísima que se empeña en parecer normal. Una mujer de buena familia que prefiere no presumir de apellido. Una mujer casada con uno de los empresario­s de la industria del entretenim­iento más importante­s de España que solo quiere ser una más: “A mí ir de señorita no me va”. Puro nervio, puro carácter: “En casa la llamamos Teniente Aruca”, me contará su hija.

Por vía paterna desciende de una prestigios­a saga de médicos oftalmólog­os asturianos. Su abuelo, Luis Fernández-Vega, impulsó el Instituto Oftalmológ­ico Fernández-Vega, uno de los más importante­s de España y donde se han tratado personalid­ades de nuestro país, incluidos algunos miembros de la casa real. Su tía Elena se casó con Sabino Fernández Campo, secretario del rey Juan Carlos. Su padre, Manolo Fernández-Vega, fue jefe de Otorrinola­ringología del Gregorio Marañón y a sus 85 años fuma tanto como su hija. Su familia materna no le anda a la zaga. Su abuelo, Manuel Feijoó, fue uno de los grandes empresario­s circenses, dueño del Circo Americano y del Circo Price: “Cuando Miliki se instaló en España con su familia, mi abuelo los contrató”. Y surgió el amor. “Mi tío Manolo se enamoró de Rita, la hermana de Emilio”. Él tocó el piano en la boda. “Yo ni me acuerdo. Luego vi fotos. Llevaba el pelo largo y barba. Parecía Jesucristo”. A través de Rita, Emilio y Aruca se conocieron y empezaron a salir. Ella tenía 16 años. Él, 17. “Era muy divertido. Estaba todo el día haciendo el ganso. Iba conduciend­o por la Castellana se bajaba y se ponía a bailar con la música a todo volumen. Yo pensaba: ‘Este está como un grillo”. Los planes con Emilio eran totalmente impredecib­les. “Un día me dijo: ‘Te invito a comer una paella’. Y me llevó a San Javier. En avión. Emilio tiene el título de piloto privado a falta

“LOS ‘ PAPARAZZI’ NOS SIGUIERON HASTA BOSTON. SE CORRIÓ LA VOZ DE QUE TENÍAMOS PROBLEMAS FAMILIARES Y ESTUVIERON VIGILÁNDON­OS DURANTE UN MES ”( ARUCA FERNÁNDEZ- VEGA)

de una asignatura para el comercial porque él quiso estudiar Aviación. Llegamos a Cuatro Vientos, volamos a Murcia y luego hicimos dedo hasta llegar a la playa. Nos comimos la paella al lado del mar”.

Alos pocos años, Emilio también quiso despegar. Y no solo en el sentido literal. “Le había dicho a su padre que iba a intentarlo por libre, fuera de los payasos”. Empezó con Saque bola, en la televisión andaluza, “un concurso de chistes en el que arrasaba”. Luego llegaron VIP; VIP Noche; VIP Guay; Noche, Noche; El gran juego de la oca… Emilio Aragón se convirtió en el rey del entretenim­iento. Rompió los cánones del presentado­r clásico y encorsetad­o para empezar a hablar con el realizador. “¿Entonces, vamos a publicidad, Dani?”, preguntaba mirando a Daniel Écija, fuera de plano. Su look, vestido de esmoquin negro y calzando unas All Star blancas, se convirtió en un icono. En 1991, con el nacimiento de las television­es autonómica­s, él y Aruca fundaron la productora Globo Televisión junto a Luis Fernández-Vega, primo de Aruca, y el productor José Velasco: “Empezamos juntitos, de la mano”. Dos años más tarde, Globo Televisión se escindió para dar nacimiento a la productora española de entretenim­iento más importante del siglo XX, Globomedia, artífice de algunos de los programas y series más exitosos de nuestro país: El informal, Caiga quien caiga, ¡Qué me dices!, El intermedio, Los Serrano, Periodista­s… “Yo me metí en administra­ción, llevaba las cuentas y los contratos”, recuerda Aruca.

En la década de los noventa, a Emilio no había formato que se le resistiera. No solo era humorista y presentado­r, también se hizo cantante y músico. Publicó tres discos, entre ellos Te huelen los pies, y firmó hits como Cuidado con Paloma. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Pero aún le quedaba un campo por explorar: la ficción. Entonces se “reconvirti­ó” en actor y protagoniz­ó (y produjo) Médico de familia. “Veíamos los capítulos juntos en casa y cuando se besaba con Lidia Bosch era como: ‘¿Papá, qué haces?”, recuerda hoy su hija, que por entonces era una niña de ocho años y no era muy consciente de nada. Más allá de pequeñas anécdotas como esta, Maca no tiene muchos recuerdos de la vida de glamour y lujo que podría correspond­er a la familia de una estrella televisiva de semejantes proporcion­es. “La verdad es que nos han mantenido bastante behind”, pronuncia en un inglés impecable, aprendido en el colegio británico St. Anne’s. Cuando le pregunto qué personalid­ad ha conocido gracias a sus padres, me mira dubitativa intentando buscar recuerdos en su memoria: “Pues no te creas… Lydia Bosch venía a casa, y Alejandro Sanz…”. Tampoco sabe lo que es lidiar con los paparazzi. “En la boda de mi hermana hicieron fotos y, cuando se publicaron, en vez de llamarme Macarena me llamaron Magdalena. Imagínate”. La exposición pública de Emilio y los suyos disminuía exponencia­lmente a medida que sus éxitos crecían. Hasta prácticame­nte desaparece­r. Para los medios, porque la actividad de Emilio nunca ha cesado. En 2015, vendió sus participac­iones de Globomedia a Mediapro, y sigue su trayectori­a profesiona­l desde su productora Caribe. En la última década, ha dirigido dos películas — Pájaros de papel; Una noche en el viejo México—, publicado varias bandas sonoras y producido el documental Lucha de gigantes con música del malogrado Antonio Vega, su amigo de juventud. “Cuando Emilio llegó a España, se fue a vivir a La Piovera y allí se conocieron. Eran de las misma pandilla. Se querían mucho”, recuerda Aruca sobre la relación que los unía. Hace años, cuando vivió en Boston, se licenció en Historia y Dirección de Orquesta. “Siempre está estudiando. Es un tío que me agota. Le gusta estar al día. Coge un avión a Nueva York o Londres y vamos a ver espectácul­os en una semana. He llegado a ver tres obras en un día”, se lamenta en broma Aruca. H oy, el objetivo de Emilio y Aruca se ha cumplido: ser anónimos. Los distintos tatuajes que Maca luce en su brazo izquierdo reflejan lo que más les importa: la familia. “Estos cinco puntitos en línea representa­n a mis padres y mis tres hermanos; aquí la palabra ohana, que significa familia en hawaiano; esta es la firma de mi abuelo Miliki, que nos hemos tatuado todos los primos”. Y el más curioso de todos: el año 1983. “Todo el mundo cree que es mi fecha de nacimiento, pero es cuando se casaron mis padres y les cayó la famosa gota fría”. Y recuerdo la historia que ya me había contado Aruca. “Fue horroroso. Todo el aperitivo se fue al garete. Las señoras con los tacones hundidos en el fango. Se organizó un barrizal… Yo lloraba con mi padre encima de la cama: ‘Esto es un desastre, papá”.

El abuelo Manolo [Fernández-Vega], Aruca y Emilio, los tres hijos y sus tres nietos —fruto del matrimonio entre Icíar Aragón y Hugo Rodríguez— viven juntos en casas contiguas. “Estamos unidos por el jardín”, explica orgullosa Aruca, que ahora también tiene a su suegra, ya mayor, viviendo en casa: “¡Somos la pensión del peine!”. Maca, por su parte, comparte piso con su hermano Nacho, el benjamín de la casa, que a sus 23 años lleva casi siete emparejado. “Dice que sigue nuestros pasos”, ríe su madre. Los consuegros, por supuesto, también se han sumado al clan. Esta tendencia a la multitud le viene de familia al matrimonio Aragón Fernández-Vega. Aruca es la mayor de ocho hermanos —“Nos llevamos de cine”— y Emilio, hijo de Miliki, un hombre que disfrutaba organizand­o reuniones en su casa de la colonia Fuente del Fresno, donde vivía a las afueras de Madrid. “Cuando empezaba el verano, nos juntábamos todos en la piscina. Tenía una especie de

EMILIO Y A RUCA S E C A SARON E N 1983, E N PLENA G OTA F R Í A. “FUE HORROROSO. TODO E L APERI T I VO S E F U E A L GARETE. L A S SEÑORAS CON TACONES HUNDIDAS E N E L FANGO” ( ARUCA)

chiringuit­o que llamábamos el bohío, como se le dice en Cuba. A mi abuelo le encantaba cocinar. Hacía paella, embutidos, mermeladas…”. Allí se juntaban padres, tíos, primos, hijos y se pasaban el día con música, bailando y comiendo, evoca Maca, que no puede reprimir unas lágrimas al recordar a su abuelo, fallecido en 2012.

La sesión ha terminado y todos alabamos el buen hacer de los tres modelos improvisad­os. “Yo no sé posar”, dice Aruca. “Yo solo sé hacerme selfies”, confiesa Maca, mientras su madre sale a la terraza a fumarse un cigarillo. Y me viene a la cabeza otra de sus contradicc­iones: Aruca corre entre ocho y diez kilómetros al día. “¿No te ahogas?”, le pregunto sorprendid­a. “No, estamos hechos de otra pasta”, asegura convencida. Desde hace unos años también le ha dado por la montaña. Ha escalado el Kilimanjar­o, el monte Tubqal y el monte Kenia. “Con crampones y todo. Sufrí muchísimo”, recuerda. Llega la despedida y Aruca se quita —por fin— el vestido amarillo y vuelve a desaparece­r bajo su ropa y sus gafas graduadas. Y en su línea de normalidad, me sube al taxi con ella y su hija para dejarme en la redacción de camino a su casa. El taxista, por supuesto, ni idea de quién es esa señora con voz ronca que va comentando con su hija lo que tendrán de comida ese día. Misión cumplida, Emilio.

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MUJERES DE ARMAS TOMAR Aruca lleva vestido camisero y Macarena viste americana de raso con falda de paillettes, todo de LexDeux.
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TENIENTE ARUCA La esposa de Emilio Aragón viste look de tweed de seda estampado de LexDeux.
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 ??  ?? TODA UNA VIDA Emilio y Aruca, en el Festival de Málaga de 2014. Abajo, Macarena viste pantalón de raso con camisa de popelín de LexDeux.
TODA UNA VIDA Emilio y Aruca, en el Festival de Málaga de 2014. Abajo, Macarena viste pantalón de raso con camisa de popelín de LexDeux.
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