Vanity Fair (Spain)

Un logo eterno, en tres segundos

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El Palazzo della Civiltà Italiana inspira los nuevos relojes de Fendi, un tributo a la logomanía que fascina a los ‘millennial­s’.

Un día de 1965, en su primera reunión con las cinco hermanas Fendi —Paola, Franca, Carla, Anna y Alda—, Karl Lagerfeld, entonces un diseñador casi anónimo recién contratado por la firma, cogió una hoja de papel y dibujó una F junto a otra invertida. Había nacido uno de los logos más valiosos de la historia. “Lo hice en tres segundos”, presumiría el Káiser años después. Silvia Venturini Fendi, hija de Carla y única descendien­te de la familia que queda en la casa italiana, habla del símbolo con emoción. “Para mí es mucho más que un monograma. Significa que el objeto que lo lleva ha sido fabricado con mucho cuidado y pasión”, dice, mientras se adivina la doble F estampada de su camisa bajo una chaqueta de paño. Acaba de recibir a Nicki Minaj en las oficinas de la compañía, en el monumental Palazzo de la Civiltà Italiana de Roma, donde nos encontramo­s. La cantante se presentó a la cita enfundada en unos pantalones de ciclista y un jersey con el logo de la marca, el mismo que Rosalía se pondrá dos

La línea de cronógrafo­s inaugurada en 1988 inicia un nuevo capítulo con siete coleccione­s basadas en los pilares de la casa. En la edición Policromia (dcha.), las piezas combinan la sencillez de las líneas con el colorido de los diamantes, las gemas y la madreperla, obra de Delfina Delettrez, hija de Silvia Venturini Fendi y cuarta generación de la saga. “Ambas tenemos una extraña y profunda relación con la estética”, dice su madre. “Su diseño está lleno de distintos puntos de vista, pero al mismo tiempo es muy armónico”. días más tarde para una foto de su Instagram, hoy con más de 200.000 likes. “Lo que me gusta del emblema es cómo atrae a los jóvenes”, añade la heredera, al frente hoy de la moda masculina y la línea de accesorios —inventó en 1997 el bolso Baguette, un superventa­s—. “Es genial ver ese sentido de perennidad”.

En otra sala del edificio bautizado como el Coliseo cuadrado, símbolo de la arquitectu­ra de Mussolini donde Federico Fellini filmó escenas de La Dolce Vita, un artesano coloca diminutos triángulos de nácar sobre la esfera de uno de los nuevos cronógrafo­s de la marca. Tardará días en terminar. “El tiempo es la cosa más preciada, especialme­nte para alguien que trabaja en la moda”, reflexiona Venturini. “Es nuestro mejor amigo, pero a la vez luchamos contra él”. Sus tías vieron crecer su modesta peletería hasta convertirs­e en una de las insignias más fuertes de LVMH, dueño de la empresa.

El cielo se ha engrisecid­o tras la muerte de Lagerfeld, que trabajó a su lado 54 años. Pero Venturini Fendi no se refugia en el pasado. “Me interesa más lo que aún no he vivido”.

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