PANTALLAS MÁS GRANDES PARA ABASTECER LA VORAZ DEMANDA DE CONTENIDOS MULTIMEDIA, SIN DESCUIDAR LA MULTITAREA
onrisas educadas. El políglota e inequívoco gesto que te invita a entrar a la estancia. Cinco coreanos se sientan a la mesa, de cristal y ocupada apenas por un portátil y un par de agendas. La escena es tan pulcra como una secuencia de Matrix. La delegación de la multinacional Samsung, que capitanea Sonia Chang —vicepresidenta del área de telecomunicaciones— con motivo del Mobile World Congress, recibe a Vanity Fair para presentarnos el último ingenio de la compañía. Solo cuatro medios —y el único español es esta revista— pueden presumir de haber acariciado un Fold un mes antes que el resto de la humanidad. Y créannos que ha merecido la pena.
El Fold comenzó a gestarse nada menos que sobre un prototipo de 2011. Al año siguiente, la compañía presentó la solicitud de patente para un smartphone plegable. Aunque en aquel momento la tecnología en esa línea no había sondeado las posibilidades de ir mucho más allá de una Nintendo DS, estaban convencidos de lograr una pantalla lisa, sin bisagra. Ocho años después, este dispositivo significa un salto próximo al que supuso la aparición de la tableta. Ni exageramos ni es una cuestión de alarde; todas las encuestas de consumo apuntan en la misma dirección: pantallas más grandes para abastecer la voraz demanda de contenidos multimedia —incluidas las llamadas interactivas y la edición de vídeo— sin descuidar la multitarea. Plegado, puede usarse para todo con una sola mano: llamadas, acceso a Google Maps, pagos móviles o consulta a nuestras redes sociales. Abierto, es una ventana a todo lo demás. Con seis cámaras.
Sonia Chang nos espera en una sala contigua. Licenciada en Artes, francófona y con especialización en Marketing por Columbia (Nueva York), es una mujer delicada, de hablar pausado, que transmite acaso sin proponérselo los valores de una compañía que ha contribuido a engrandecer: “Este dispositivo no es una meta, sino un comienzo. Nuestra filosofía no es la innovación por la innovación, sino dedicar ese progreso al bien común”, afirma la ejecutiva. Chang está disfrutando de Barcelona por segunda vez. La conoció en un viaje con sus padres y permitió que la obra de Antoni Gaudí anidase en su memoria. Tras este alumbramiento futurista, se permitirá unos días de vacaciones. La campaña de la que Chang es responsable apela al inconsciente colectivo occidental: minimalismo, caracteres asiáticos, blanco y negro. Le sugiero que los spots que acaba de mostrarme evocan, indefectiblemente, aquella escena de Blade Runner. Sabe a qué me refiero. Chang sonríe y asiente.