LA PANDILLA RABAT
O cómo los reyes del ‘photocall’ se prestaron a hacer cola en una fiesta imaginaria para celebrar la nueva colección Rabat 70’s.
ESTEBAN Y ROSA posan en una fiesta con sus amigos: ISABEL PREYSLER y FRAN RIVERA están entre ellos.
“Studio 54 es una dictadura en la puerta y una democracia en la pista”. Andy Warhol resumió a la perfección lo que sucedía en la entrada de la célebre discoteca neoyorquina, en donde hasta los reyes de la música disco —el grupo Chic de Nile Rodgers— tuvieron sus más y sus menos. A ese juego se entregaron el pasado abril los personajes más conocidos de la crónica social, capitaneados por Isabel Preysler. Precisamente ella fue la encargada de simular que sí estaba en la lista mientras Rosa Mairal observaba divertida cómo su marido, el joyero Esteban Rabat, servía champán a quienes aguardaban su turno pacientemente. Parecían “los malditos que esperan a que se les abran las puertas del paraíso” que describe el libro The Last Party: Studio 54, Disco, and the Culture of the Night. Allí estaban Amaia Salamanca, presumiendo de rubio oxigenado y enfundada en un modelo de The Second Skin Co.; Jordi Rabat y su mujer, Eva Palao; o el matrimonio formado por Lourdes Montes y Francisco Rivera. El diestro fue sin duda el que mejor llevó la situación, pues aprovechó para desvelar su colaboración con la marca de pañuelos Kukawa y recordar anécdotas noctámbulas. “Una vez en la Feria ayudé a un amigo a desalojar la caseta. Eran las ocho de la mañana, de allí no se movía nadie, así que agarré un extintor… ‘Y ahora nos tomamos una copa tranquilamente’, decía mi colega mientras tapaba su vaso con la mano”. Afortunadamente, esta vez no fue preciso tomar medidas tan extremas.