Las gemelas cazatesoros
De sus padres, los fundadores de Natura, heredaron el valor del esfuerzo y del sacrificio, y, sobre todo, el amor por viajar a paraísos recónditos del planeta y compartir sus hallazgos. Claudia y Sayana Durany triunfan hoy con su propia marca de moda, Gimaguas, una oda a la artesanía local y al diseño minimalista.
Cuando nuestros padres llegaban de viaje, siempre abríamos sus maletas con ganas de ver lo que nos habían traído. Un día en el colegio nos llamaron la atención por ir con chanclas de plataforma chinas y meternos en los charcos. Nuestros disfraces de carnaval eran saris indios y teníamos todo lleno de budas y ganeshas sin entender cuál era la religión en casa”. Sayana y Claudia Durany (Barcelona, 1995) crecieron en el microcosmos multiétnico creado por sus progenitores, Sergio Durany y Montse Clarasó, los artífices de las tiendas Natura que popularizaron en los noventa la importación de regalos exóticos de Asia, África y Sudamérica. “Había un choque cultural entre los lugares donde nuestros padres pasaban la mayoría de su tiempo y España”, cuentan hoy las hermanas. “Nuestra manera de vestir era el punto intermedio”. De ese equilibrio nació Gimaguas, la marca que las herederas de la saga fundaron en 2016 y que ya ha conquistado a las insiders gracias a su cuidada selección de accesorios, moda y objetos y su colección de diseño propio.
El nombre proviene de jimaguas (mellizas), como las llamaban en Cuba, país que visitaron siendo niñas. “Tener una gemela es una unión y una complicidad únicas, una conexión difícil de entender o explicar, pero fácil de notar. Sobran las palabras entre nosotras”, dicen. En la sesión de fotos, Claudia solo necesita mirar a su hermana para saber qué opina del vestido que le acaban de probar y Sayana busca el gesto de aprobación de Claudia en cada respuesta. “Al ser dos y llevarnos tan bien, nos hemos aventurado a muchas experiencias que en solitario no hubiésemos hecho”, añaden. “Sayana es luchadora, constante y cabezota. No tiene miedo al riesgo, lo que me llena de energía y a veces he de aportar mi punto más sensato”, señala Claudia. Su hermana contesta: “Claudia tiene las ideas claras y siempre va un paso por delante, es dedicada y sabe encarar los problemas”.
La idea de embarcarse con su propia empresa surgió en un vuelo de Londres a Barcelona. Ambas estudiaban en la capital inglesa —Claudia, Global Financial Management en Regent’s University; Sayana, Negocio de Moda en el Istituto Marangoni— y viajaban a
menudo a España para visitar a su familia. “Hicimos una lluvia de ideas con una aplicación que Claudia se había descargado en el iPhone”, recuerda Sayana. “En un principio iba a ser mi proyecto de final de carrera...”, continúa. “Pero al final lo empezamos como hobby”, añade Claudia. “Comenzamos a recordar los objetos que nos traía nuestra madre, los jungle-bags de red de Laos, los kurtas transparentes de la India, los bolsitos de Colombia.. Cuando llegaba el verano, estos complementos siempre destacaban entre nuestras amigas. Eran cosas que solo se podían encontrar yendo hasta allí y conociendo a los artesanos. Y decidimos acercar estos recuerdos que nos había proporcionado nuestra madre”, relata Claudia.
Gimaguas nació como resultado de sus experiencias en la moda de lujo y el low cost. Claudia trabajó en Liberty, en Hermès y en Isabel Marant, y Sayana, en Christian Dior, también en Isabel Marant y finalmente en Mango. Su visión de la industria pasa por lograr una transformación. “La clienta valora la transparencia de las marcas y la historia que hay detrás, quiere saber dónde invierte su dinero. Esto ocurre sobre todo a escala internacional y poco a poco en España, aunque
“Al ser dos y llevarnos tan bien, nos hemos aventurado a muchas experiencias que en solitario no hubiésemos hecho”
el fenómeno Inditex ha distorsionado la manera de consumir y entender la moda”, explican. La sostenibilidad es uno de sus objetivos. “Nadie se tendría que plantear otro modelo de negocio. Nos hemos dado cuenta de que cuando la empresa va bien, tienes un peso que te da la posibilidad de colaborar con las ONG. Es un gusto poder ayudar a otros y no solo buscar el beneficio propio. En casa lo veíamos como algo normal”.
Se mueven por la misma filosofía que animó a su padre a crear Natura hace casi tres décadas. Descendiente de una familia de zapateros con raíces italianas, Sergio Durany dejó la carrera de Medicina y junto a varios amigos abrió Zabriskie, un taller “de diseño casero” con un fondo inicial de 15.000 pesetas. A partir de técnicas pop art y materiales reciclados —latas usadas y posavasos que ellos mismos recolectaban— e inspirados por el movimiento hippy, fabricaban lámparas, portarretratos y otros artículos. Tras la marcha de sus socios, se incorporó su mujer, Montse, y comenzaron a abrir locales. Al cumplir 35 años, su constante inquietud existencial lo empujó a irse de viaje y a su vuelta, en 1992, compraron un local en la calle Consell de Cent con su vivienda como aval. Así crearon Natura, en la actualidad con más de 220 tiendas en España y Portugal. Su hija mediana, Sandra, es la directora de moda de la compañía, y la mayor, Paula, psicóloga, es la única que no se dedica al sector. “Es muy bonito tener apoyo interno y
compartir la experiencia de la empresa, aunque desde muy pronto nos dimos nuestro espacio y trabajamos paralelamente al negocio familiar”, explica Sayana.
Ambas rechazan el concepto de empresa que se limita a comprar el producto a coste mínimo en países en desarrollo para luego multiplicar su precio. En la India y Nepal, donde producen sus plumones en invierno y las prendas de croché en verano, colaboran con la organización de mujeres Karuna. También trabajan con Here We Are Collective, el grupo de creativos de Diana Martín y Ricardo Sanfeliu que une a marcas con causas benéficas. Con ellos construirán un taller batik —la técnica de tie-dye tradicional africana— para la fundación Bassari en Senegal.
El mantra de los Durany —“Constancia, sacrificio y energía”, las tres palabras que siempre repite su padre— ha dado sus frutos. El año pasado se estrenaron con una pop-up en Nueva York que captó la atención de la edición norteamericana de Vogue —Estados Unidos es uno de sus mercados más fuertes— y en julio aterrizarán en París. Mientras, seguirán defendiendo el valor de los objetos traídos de lugares lejanos que atesoraban desde niñas. “Hay un elemento íntimo en los productos que obtienes viajando. Poseen más valor que cualquier otra cosa que tengas en el armario. Cuando estás de vuelta, tu souvenir es la nostalgia del viaje vivido. Aprendes que tienes que cuidarlo porque no encontrarás otro igual. De este sentimiento surge Gimaguas”.
“Nuestro padre siempre nos repite: ‘Constancia, sacrificio y energía’. Esa es la clave”