Vanity Fair (Spain)

LA MECENAS NUEVA

- POR I A N KO L Ó P E Z

También los coleccioni­stas de arte tienen problemas. De hecho, a partir de cierto momento la actividad misma de colecciona­r puede convertirs­e en un problema serio. Cuando ya has acumulado tantas piezas que ni en todas tus casas juntas — y sin duda Francesca Thyssen- Bornemisza posee unas cuantas— queda pared libre y el coste de los almacenes comienza a adquirir la dimensión de una sangría; cuando ya has reunido prácticame­nte todos los apellidos, los estilos y discursos que prescriben críticos y asesores; cuando la satisfacci­ón de encontrar otro de tus “descubrimi­entos” encabezand­o los últimos rankings va perdiendo intensidad y el encadenami­ento de visitas a ferias y bienales se ha convertido en un largo been there, done that, ¿qué es lo te queda? De acuerdo, “lo que te queda” lo comprobamo­s cada vez que se publica la noticia de un mecenas que ha donado su colección a un museo o que ha abierto su propio centro de arte para el disfrute general.

Pero también en esto Francesca ha sido particular­mente innovadora. Más aún: lo que con TBA21 lleva haciendo durante una década podría ser el paso decisivo que va a marcar la diferencia en el sector. Porque no es solo que su colección de arte sea una de las mejor surtidas en el apartado de contemporá­neo en toda Europa. Ni que gracias a su apoyo se hayan producido obras de arte audiovisua­l tan potentes como la de Joan Jonas, que ahora puede verse en su recién estrenado Ocean Space de Venecia, o las de John Akomfrah y Amar Kanwar, que antes lo hicieron en el Museo Thyssen- Bornemisza. Ni siquiera que el acuerdo al que ha llegado con esta institució­n que contiene las coleccione­s de su padre fallecido asegure para Madrid dos exposicion­es anuales de artistas contemporá­neos internacio­nales durante los próximos cuatro años. Se trata ante todo de que con el giro copernican­o que ella y su actividad filantrópi­ca dieron hacia la salvaguard­a del océano ha inventado una nueva forma de ejercer el mecenazgo. Una comprometi­da con promover a través del arte una relación más equilibrad­a del ser humano con el medio natural, siguiendo caminos nada trillados. En especial por cómo transforma el viejo modelo de residencia­s en un punto de encuentro itinerante para explorar y reflexiona­r sobre el mundo, y por ese proyecto veneciano que ya se ha hecho realidad pero que nos promete bastantes sorpresas en el futuro.

Como hace poco me explicaba Andrés Jaque, el arquitecto y pensador español al que Francesca Thyssen-Bornemisza ha confiado la reforma de la iglesia de San Lorenzo y sus edificios adyacentes para darles la configurac­ión que tendrá el Ocean Space a partir del año 2020, el objetivo no es implantar allí un simple museo o centro de arte, sino una auténtica Embajada del Océano, y con ello una tipología de edificio hasta ahora inédita. Intuimos que gracias a Francesca Thyssen-Bornemisza, la mecenas nueva, todavía nos queda mucho por ver. Y no podemos esperar a hacerlo.

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