Vanity Fair (Spain)

QUEMAR MARBELLA

- _E. V.

YEYO LLAGOSTERA recuerda cuando la ciudad ardía —con la mecha de Los Chorys—.

En 2020, se cumplirán 50 años del nacimiento de Los Chorys, un grupo de animadores de las noches de Marbella. Hablamos con Yeyo Llagostera, quien financió con su fortuna los avatares de estos cuatro amigos.

Éramos como los mosquetero­s franceses. Teníamos el mismo lema: ¡Todos para uno y uno para todos!”, me dice Yeyo Llagostera (Barcelona, 1941) cuando le pregunto cómo le explicaría a un millennial quiénes fueron Los Chorys. La historia de estos icónicos personajes de la Marbella dorada arranca en 1970. En aquel entonces, Yeyo era inmensamen­te rico. Dos años atrás había heredado 50 millones de dólares tras la muerte de su padre, el médico Rogelio Llagostera, quien había hecho fortuna al fundar sus

propios laboratori­os, donde producían desde el espray antiinflam­atorio Reflex a las pastillas Strepsils. “No estaba seguro de continuar estudiando Medicina, así que decidí dar la vuelta al mundo en busca de ideas de negocio que luego materializ­ar en España”, explica Yeyo. En esa aventura lo acompañaro­n tres buenos amigos: Luis Ortiz, hijo del censor de TVE Francisco Ortiz; Jorge Morán, hijo del actor Manolo Morán ( Bienvenido, Mr. Marshall); y el especialis­ta de cine Antonio Arribas.

La primera parada fue Nueva York, pero también visitaron San Francisco, Los Ángeles, Bangkok, Honolulu, Nueva Delhi, Londres… “Y no nos gastamos todo el dinero. Todavía me duró 20 años más”. A la vuelta, montaron —siempre con el aporte económico de Yeyo— su primera empresa: el club de playa Rodeo Beach. “Para la inauguraci­ón trajimos una escuela de samba desde Río de Janeiro. La cola de coches para ver el espectácul­o era kilométric­a. Esa noche pude bailar con la emperatriz iraní Soraya Esfandiary y comprobé que la tristeza en sus ojos era real”. Aquel fue el origen de los hitos que Los Chorys —que adoptaron este nombre porque Jorge Morán llamaba así a quien no conocía— cosecharon los años siguientes. La noche fue su hábitat natural y pronto se convirtier­on en la salsa de todas las fiestas. “Éramos divertidos e interesant­es. No había una celebració­n a la que no nos invitaran. Hacíamos reír a todo el mundo. ¡Y sin hacer daño a nadie!”.

A aquella primera vuelta al mundo le siguieron, al menos, otras 14 más.

Tras el club de playa Rodeo Beach, continuaro­n agitando la escena de la jet set marbellí con otras ochos discotecas y un restaurant­e: el PJ, que importaron desde Nueva York y abrieron en Puerto Banús. “El general Fulgencio Batista, expresiden­te de Cuba, murió justo al salir del local. Llegó a casa y falleció en ese mismo instante. Se había comido una langosta de dos kilos”, recuerda Yeyo.

En los setenta y ochenta, Marbella era un nido de mandatario­s, reyes, artistas y aristócrat­as llegados de todas partes del planeta. “El príncipe Alfonso de Hohenlohe fue el que más me impresionó. Fue muy importante en el desarrollo de la ciudad, al igual que José Banús. Del que no guardo buen recuerdo es de Sean Connery. Era un rácano; esperaba las vueltas cuando pagaba un café”. Además de su vis lúdica y empresaria­l, Los Chorys fueron tildados por la prensa de auténticos playboys. “No me gusta nada esa palabra. Yo era el que menos ligaba, pero, cuando se daban cuenta de que era el que tenía la pasta, se venían conmigo”.

Para tener mala suerte, Yeyo salió con Cristina Macaya —“El amor de mi vida”—, Taryn Power, hija de Tyrone Power y Linda Christian, así como con Sandra Gamazo Hohenlohe, hermana de Ana, la esposa del financiero Juan

Abelló. “Me llevaba muy bien con él. Es un tipo estupendo. Le gustaba matar animales y a mí no”. También se enamoró de la artista Pepa Flores. “Pero jamás me hicieron caso las que me gustaban”. Se casó una vez y tiene tres hijos. Desde el 2000 sale con la relaciones públicas mejor conectada de la Costa del Sol, Karine Maeck. “Me enamoré cuando ella tenía 18, pero yo estaba casado. Treinta años después nos reencontra­mos y ya llevamos 20 juntos. Me ha hecho muy feliz. Quiero que se case conmigo”.

Los Chorys brillaban con luz propia, pero solían orbitar en torno a Jaime de Mora y Aragón, hermano de la reina Fabiola de los Belgas y un personaje singular de la vida social malagueña. “Decía que éramos sus sobrinos”. Y, gracias a él, Yeyo llegó a subir un día en el barco de Adnan Khashoggi, el legendario Nabila. “Fui a hacer esquí acuático porque me invitó mi tito Jimmy e impresioné a todos con las piruetas que hice al saltar desde el yate”. Pero un día el dinero se acabó. “Los negocios no funcionaba­n porque nos lo bebíamos todo e invitábamo­s a mucha gente”. La muerte golpeó al grupo en 1994 con la desaparici­ón de Antonio Arribas. Un año después, Yeyo entró en prisión por un caso de drogas. “En 2020, celebrarem­os los 50 años de los Chorys. Será sorpresa”, dice. “¿Yeyo, se arrepiente de algo?”, le pregunto antes de terminar nuestra conversión. “De todo”, concluye.

“ÉRAMOS DIVERTIDOS E INTERESANT­ES. NO HABÍA UNA CELEBRACIÓ­N A LA QUE NO NOS INVITARAN. HACÍAMOS REÍR A TODO EL MUNDO”

 ??  ?? LOCURA DE VIVIR ( 1) Yeyo, con su actual pareja, Karine Maeck. ( 2) Pepa Flores, junto a Yeyo (izquierda) y Jorge Morán (derecha). ( 3) Los Chorys, disfrazado­s en un festival benéfico. ( 4) Los Chorys, junto a Jaime de Mora y Aragón.
LOCURA DE VIVIR ( 1) Yeyo, con su actual pareja, Karine Maeck. ( 2) Pepa Flores, junto a Yeyo (izquierda) y Jorge Morán (derecha). ( 3) Los Chorys, disfrazado­s en un festival benéfico. ( 4) Los Chorys, junto a Jaime de Mora y Aragón.
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