Vanity Fair (Spain)

CONTRA KOPLOWITZ

La cubana María Elena de Cárdenas le disputa desde hace dos años el marquesado de Bellavista a la empresaria Alicia Koplowitz. Antes de la decisión del Tribunal Supremo, EDUARDO VERBO viaja a Miami para reconstrui­r su historia.

- FOTOGRAFÍA GRACIELA CATTAROSSI

María Elena de Cárdenas le disputa a la empresaria el marquesado de Bellavista.

Alicia Koplowitz Romero de Juseu (Madrid, 1954) está acostumbra­da a triunfar. Lo hizo cuando, a principios de los setenta, con solo 17 años, ganó su primera puja: una porcelana de Sèvres que se convertirí­a en la pieza inaugural de la que hoy es una de las mejores coleccione­s de arte de Europa. O cuando, en 1984, con solo 30 años, ya ostentaba un título nobiliario. O cuando, en 1990, se divorció de su esposo, el empresario Alberto Cortina, quien, tras el escarnio público provocado por su deslealtad con Marta Chávarri, fue apartado de la gestión de Fomento de Construcci­ones y Contratas (FCC) y perdió la custodia de sus tres hijos. O cuando, en 1998, vendió las acciones del imperio familiar a su hermana, Esther, por 871 millones de euros y tras invertir ese dinero consiguió casi triplicarl­o seis años después. Pero el 7 de marzo de 2017, a la financiera más famosa y bella del país le tocó perder. Ese día, el juzgado de Primera Instancia número uno de Alcobendas (Madrid) emitió una sentencia en la que reconocía que el marquesado de Bellavista que su tío materno, el aristócrat­a Enrique Romero de Juseu, le había cedido tres décadas atrás tenía una heredera de “mejor y preferente derecho”.

Un año y medio más tarde, el 20 de septiembre de 2018, la Audiencia Provincial de Madrid confirmó el fallo. Ahora, el Tribunal Supremo estudia el recurso interpuest­o por la empresaria a través de su abogado, Ramón López-Vilas, exmagistra­do de este órgano judicial y letrado curtido en batallas nobiliaria­s —defendió a la infanta Margarita cuando el marqués de Atarfe, Javier Méndez de Vigo, quiso hacerse con el ducado de Hernani—. “Alicia no pierde la esperanza de ganar. Está tranquila, centrada en su fundación, en su fabulosa pinacoteca y volcada en su faceta financiera. ¿Muy afectada porque podría quedarse sin el título? Para nada. ¡Esas son cosas de la prensa!”, me responde el letrado cuando le pregunto si la coleccioni­sta está preocupada por esta posible pérdida. “No necesita ningún marquesado para moverse en sociedad. Es Alicia Koplowitz”, se revuelve López-Vilas. Si la resolución definitiva no fuese favorable, la todavía aristócrat­a dejaría de pertenecer a la nobleza, ya que la otra dignidad que llevó en el pasado, el marquesado del Real Socorro, se la cedió a su hijo Alberto en el año 2000, cuando se casó con Inés Balmaseda, hija del conde de Cumbres Altas. “La gente que puede perder un título se disgusta generalmen­te porque es para toda la vida y está al margen del comercio de los hombres. En una sociedad tan igualitari­sta, un marquesado da distinción”, reflexiona Carlos Teixidor, otro de los grandes expertos en Derecho Nobiliario del país.

La incertidum­bre de Alicia contrasta con la alegría de María Elena de Cárdenas González (La Habana,

“NO TENEMOS NADA EN CONTRA DE LAS HERMANAS KOPLOWITZ … NO SABÍAMOS QUE ÉRAMOS FAMILIA” LUIS DE LA VEGA

1919), la cubana que le disputa este marquesado y que podría hacerse con él en los próximos meses tras más de dos años de litigios en los tribunales españoles. Manana, como le gusta que se refieran a ella, cumplió 100 años el pasado 5 de julio y reside en Miami. Hasta allí hemos viajado para entrevista­rla. Esta dama, de pelo cano y tez fruncida, se instaló en Florida junto a su familia en 1961, escapando de la revolución de Fidel Castro. Luce una toquilla que le otorga un aire español y lleva anudada al cuello una gargantill­a de perlas de la que pende “un ejemplar de 1916 de la única tirada de monedas en oro que se acuñaron en Cuba”. Su avanzada edad la mantiene en un segundo plano y solo participa en contadas ocasiones en nuestra conversaci­ón. Quien sí habla alto y claro es su hijo, Luis de la Vega, de 72 años, fruto de su matrimonio con el exbanquero y promotor inmobiliar­io, ya fallecido, Vicente de la Vega Elozúa. A pesar de su aparente ausencia, su hijo define a su madre como “una mujer jovial, sencilla y llena de alegría”. Mientras, Manana se deja maquillar y fotografia­r en las diferentes estancias de la casa de Coral Gables, una lujosa zona residencia­l aledaña a la metrópoli, en la que ambos viven desde hace un año.

El dintel de la puerta de acceso a la mansión alberga un escudo de armas que evidencia la condición aristocrát­ica de sus habitantes. Los Cárdenas son una de las sagas más vastas e importante­s de Cuba que, originalme­nte, descienden de españoles. El primer Cárdenas en llegar a La Habana fue Bartolomé de Cárdenas Vélez de Guevara, natural de Baeza (Jaén), quien viajó hasta el Caribe como “auditor de galeras” y se casó con una bisnieta del cacereño Vasco Porcallo de Figueroa, uno de los conquistad­ores de la isla más temidos. Años más tarde, algunos de los miembros de esta estirpe se convirtier­on en nobles gracias a sus servicios a la Corona durante los 406 años que duró el dominio de España en Cuba.

En las paredes de la residencia, repartida en dos plantas y con una refrescant­e piscina en el jardín, cuelgan, entre fantástica­s obras de artistas cubanos como Amelia Peláez o Wifredo Lam, los antepasado­s más relevantes del linaje: los marqueses de Prado Ameno, los de Almendares, los de Cárdenas de Montehermo­so… El primero se distinguió por su contribuci­ón a expulsar a los ingleses tras una breve intervenci­ón británica en 1762; el segundo, por llevar el ferrocarri­l a la isla 10 años antes que a la península ibérica; el tercero, simplement­e por su fidelidad a la monarquía. María Elena desciende de todos ellos.

Es la hija de Luis de Cárdenas y de Cárdenas, bisnieto del II marqués de Almendares, y de Águeda González, una sevillana del barrio de Santa Cruz que a principios de siglo XX cruzó el charco junto a su primer marido y que, tras enviudar inesperada­mente, contrajo matrimonio de nuevo. “Nunca perdió el acento. Tocaba muy bien la seguiriya [un palo del flamenco] en el piano. ¡Y las castañuela­s!”, dice Manana. Ella también toca el piano y, al igual que su madre, ha conocido el exilio y una vida longeva. Águeda, que falleció a los 99 años, era prima del torero Enrique Vargas González —conocido popularmen­te como Minuto, por su corta estatura—, una auténtica celebridad en la sociedad hispalense de entonces, que alternaba con leyendas como Juan Belmonte y fue padrino en la boda de El Gallo y Pastora Imperio. “Mi abuela siempre nos contó que Jacinto Benavente coincidió con ella y le escribió un poema: ‘Eres pequeña y morena y llevas en tus ojos algo de la Virgen pura de la Macarena”, recita con aire magnánimo De La Vega.

Este hombre, de aspecto impoluto y extremadam­ente educado, habla nueve idiomas y es el chairman de Protransla­ting, una de las empresas de traducción más relevantes de Estados Unidos. Como experto en lenguaje, está preocupado por la terminolog­ía de la entrevista. Al poco de vernos, aprovecha para, educado pero firme, dejarme claro que no han “arrebatado” el título a nadie y que, por supuesto, estas reclamacio­nes ante

la justicia española son legítimas y no un ataque a la familia Koplowitz. “No tenemos nada en contra de ellas, pero mi madre tiene derecho a solicitar el título y acreditar que tiene preeminenc­ia en llevarlo sobre Alicia. Sé que a ella y a su hermana les gusta la privacidad, y hay que respetar eso”, ref lexiona mientras sorbe una refrescant­e mimosa, una bebida a base de champán y zumo de naranja que en Estados Unidos se toma en el brunch y que el servicio nos ha preparado con esmero.

Cuando Manana fallezca, Luis de la Vega será el heredero de las distincion­es nobiliaria­s de su madre: la cubana las ha reclamado siempre guiada por su hijo y por su equipo de abogados, el bufete López Becerra de Solé, conocidos en la profesión por su

LA MADRE DE MARÍA ELENA ERA PRIMA DE ENRIQUE VARGAS, ‘ MINUTO’, UN TORERO MUY CÉLEBRE EN SEVILLA

exhaustivi­dad en la genealogía aristocrát­ica. A la vez que ha solicitado el marquesado de Bellavista, María Elena también ha pleiteado por el marquesado de Campo Florido, que hasta 2003 perteneció a Esther Koplowitz, hermana de Alicia, y hoy lo ostenta su hija, Alicia Alcocer Koplowitz. Ella, al igual que su tía, podría quedarse sin el título. En primer lugar, el Tribunal Supremo dirimirá sobre la titularida­d de esta dignidad nobiliaria y, más tarde, sobre el de Bellavista. “Mi madre está animada y espera que el asunto quede resuelto definitiva­mente lo antes posible. Me ha dicho: ‘Mientras Dios me dé fuerzas, pienso seguir luchando como lo he hecho hasta ahora. Tengo gran confianza en la justicia española”, me asegura De la Vega. “No tenemos trato con Alicia ni con Esther. Sabemos quiénes son por los periódicos. Desconocem­os cómo se tomaron nuestra reclamació­n”, prosigue De la Vega cuando me intereso por los detalles del procedimie­nto. A pesar de que han vivido ignorando sus respectiva­s existencia­s, María Elena de Cárdenas y las Koplowitz son familia. “Así es. Tenemos un antepasado común: Agustín de Cárdenas y Castellón, el I marqués de Cárdenas de Montehermo­so. No sabíamos que éramos familiares cuando empezamos a elaborar el árbol genealógic­o”.

Las hermanas Koplowitz son españolas, pero encuentran parte de sus raíces en la aristocrac­ia cubana. Su madre, Esther Romero de Juseu y Armenteros, nació en La Habana en el seno de una familia nobiliaria de alto nivel económico que poseía plantacion­es y fincas. Su abuela, María Josefa de Armenteros y Peñalver, también nació en La Habana y fue marquesa de Casa Peñalver y de Cárdenas de Montehermo­so. En cambio, su abuelo materno, José Romero de Juseu y Lerroux, nació en Cabra (Córdoba), en el seno de una familia de registrado­res de la propiedad.

Desde el 1 de agosto de 2018, María Elena de Cárdenas es marquesa de Almendares, el tercero de los títulos que ha reclamado en los tribunales españoles y que anteriorme­nte poseía Miguel Mariano Freyre Gómez, nieto de un expresiden­te de Cuba. “El día que nos lo comunicaro­n fue de una gran alegría. Todavía no hemos podido ir a Madrid a recoger la Real Carta expedida por el rey. Ahora mismo está en una caja fuerte de un banco”, asegura De la Vega. Además de su interés por los títulos nobiliario­s, es un gran monárquico. “Creo que los reyes, don Felipe y doña Letizia, están haciendo un gran trabajo y no se les ha subido la monarquía a la cabeza. No tengo el placer de conocerlos todavía, pero tengo ganas”. Desde 2018, Manana también es española, ya que solicitó la nacionalid­ad por tener una madre sevillana. “Hace unos años, en Sevilla, fuimos a una peña donde nos habían dicho que se reunían los toreros. Allí preguntamo­s por Minuto, el primo de mi abuela. Y de repente un señor nos dijo: ‘¡Yo soy su nieto!’. Nos llevó a su casa y nos regaló un pasquín que guardamos con cariño”.

Pero ¿por qué María Elena ha esperado al ocaso de su vida para reclamar los títulos que pertenecie­ron alguna vez a su familia? La historia comenzó hace cinco años, según cuenta su hijo. “Un día, me sentó y me dijo: ‘Yo tengo una deuda con tu abuelo. Él me pidió que luchara para traer de vuelta esos marquesado­s a la familia. No me quiero morir sin cumplirla”. Así fue como De la Vega viajó a Cuba buscando en archivos y parroquias la documentac­ión necesaria. “Los papeles estaban depauperad­os. Estuve al menos cuatro veces hasta que encontré un testamento de principios del siglo XIX que me dio una gran pista que seguir. Y así, poco a poco, conseguimo­s acreditar nuestro mejor derecho”, me dice antes de tocar al piano una contradanz­a que su madre había aprendido desde pequeña y cuya partitura encontró en esta búsqueda.

Luis de la Vega ha logrado reconstrui­r la historia de su familia y ha hecho realidad la gran ilusión de su progenitor­a. “Era increíble la sensación de ver sobre papel la historia de nuestros antepasado­s”. Se hace tarde. Anochece. En España es de madrugada y pienso en Alicia Koplowitz. ¿Le dolerá perder este juicio? Entonces recuerdo las palabras de su abogado y buen amigo, Ramón López-Vilas: “No necesita ningún título para moverse en sociedad. Es Alicia Koplowitz”.

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 ??  ?? CUBANA Y ESPAÑOLA María Elena de Cárdenas, nacida en La Habana y de madre sevillana, posa junto a su hijo, Luis de la Vega.
CUBANA Y ESPAÑOLA María Elena de Cárdenas, nacida en La Habana y de madre sevillana, posa junto a su hijo, Luis de la Vega.
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 ??  ?? HISTORIA DE UNA FAMILIA A la izda., las hermanas Koplowitz en una foto de archivo. Arriba, Alicia Alcocer Koplowitz. Abajo, Nicolás de Cárdenas, primer marqués de Prado Ameno, preside el hall de la casa de Luis de la Vega, repleta de recuerdos familiares y obras de arte.
HISTORIA DE UNA FAMILIA A la izda., las hermanas Koplowitz en una foto de archivo. Arriba, Alicia Alcocer Koplowitz. Abajo, Nicolás de Cárdenas, primer marqués de Prado Ameno, preside el hall de la casa de Luis de la Vega, repleta de recuerdos familiares y obras de arte.
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UNA MARQUESA CUBANA María Elena de exterior Cárdenas de la casa posa de en su el hijo en Coral Gables.

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