Vanity Fair (Spain)

CELEBUTANT­E

- _VERA BERCOVITZ

José Banús, de las finanzas a diseñar lencería.

Su tío abuelo, José Banús, fue el artí ice del puerto más famoso de España, Puerto Banús. Lejos de los negocios inmobiliar­ios de su familia, Álvaro Banús se ha decantado por la ropa íntima de mujer. Hace tres años creó Black Limba, una marca de lencería que solo le ha dado alegrías.

Recuerdo mi infancia en Marbella. Vivíamos en la urbanizaci­ón Guadalmina. Tenía un jardín gigantesco con canchas de tenis, minigolf y dos piscinas. Se había llevado varios premios a la jardinería”, recuerda hoy (Marbella, Álvaro Banús 1992) sentado frente a un té rojo. El de su familia no era el único apellido conocido de la urbanizaci­ón. Ahí también tenían casa los , el futbolista o el dueño Aznar Zinedine Zidane de El Corte Inglés, ya fallecido, . “También ,

Isidoro Álvarez Juan Abelló mi padre le diseñó la casa. Ha construido casas a rusos, judíos, árabes…”, enumera sin darse importanci­a. Es consciente del calado de su apellido, sobre todo en Marbella, la localidad donde su tío abuelo, José Banús, construyó el puerto más famoso de España, Puerto Banús. Uno de los favoritos de y , o de , cuyo yate, el

Aristótele­s Onassis Maria Callas Adnán Khashoggi Nabila, el más grande del mundo en los años ochenta, no cabía en el puerto. A su inauguraci­ón, el 18 de mayo de 1970, acudieron unos jovencísim­os príncipes de Asturias, y , y en la fiesta posterior

Juan Carlos doña Sofía no faltaron personalid­ades como y , el

Grace Kelly Rainiero de Mónaco o , condesa de Romanones. “A veces cuando Aga Khan Aline Griffith

enseño mi DNI, la gente pregunta: ‘Ah, como el puerto’, pero es anecdótico”, comenta Álvaro, que se resiste a presumir de apellido.

Puerto Banús es quizá el más mediático de los múltiples proyectos arquitectó­nicos que los tres hermanos Banús — , y —

Juan Isidro José construyer­on a lo largo del siglo pasado, y que incluyen construcci­ones tan famosas como el Valle de los Caídos, el barrio del Pilar, el barrio de la Concepción y Mirasierra, todos en Madrid. “Mi abuelo, Isidro, falleció joven, a los 58 años. Antes de morir, le pidió a José, su hermano pequeño, que se encargase de sus nueve hijos”, explica Álvaro intentando arrojar algo de luz a una saga inabarcabl­e. “Somos muchos. Cada generación tiene ocho o nueve hijos…”.

Adiferenci­a de su abuelo, constructo­r, o de sus progenitor­es — su padre, , es arquitecto y constructo­r, Javier Banús y su madre, , Marisi Pallarés pediatra—, Álvaro estudió Administra­ción y Dirección de Empresas y se enfocó en el sector financiero. “En la universida­d creé un Club Financiero. Traía a directivos de grandes corporacio­nes como el Santander, J. P. Morgan o Goldman Sachs con el fin de acercar a los alumnos al sector y que tuvieran informació­n real, no solo teórica”. Iniciativa no le falta. A la vuelta del verano es él quien se pone en contacto con nosotros para cerrar definitiva­mente esta entrevista; cuando sube a la terraza del hotel RIU de Plaza de España, el lugar donde se hacen las fotos, felicita con entusiasmo a la responsabl­e de Marketing. “¡Menudo proyectazo!”, exclama mientras divisamos las impresiona­ntes vistas de Madrid desde el piso 27. “Mira, ahí al fondo vivo yo. En Puerta de Hierro”, asegura señalando a lo lejos.

Al terminar la carrera, trabajó un tiempo en un fondo de capital riesgo en Madrid y más tarde dio el salto a la banca privada. “Realicé una estadía en el banco Mirabaud, en Lausana, el más antiguo de Suiza”. Pero fue a los ocho meses, tras recibir una oferta de Goldman Sachs para irse a trabajar a Londres, cuando su vida dio un giro de 180 grados: “Dos de mis mejores amigos me propusiero­n crear un negocio”, recuerda hoy aún entusiasma­do. Sus amigos eran y , y el negocio,

Pepe Merino Javier Garay Black Limba, una marca de lencería que ha irrumpido con fuerza en el mercado: “Empezamos facturando unos miles de euros y ahora estamos en millones”. La creación de Black Limba no fue casual. “Teníamos desde siempre la inquietud de montar algo, y después de muchos análisis de mercado nos decantamos por la lencería”, explica Banús, quien se ha vuelto un experto del producto. “Antes las únicas copas que conocía eran las que pedía en un bar”, asegura con respecto al tallaje de los sujetadore­s. Lejos de los push-up y las piezas excesivame­nte sexis, Black Limba apuesta por un concepto muy natural. El proyecto, que empezó solo con venta online, se ha extendido. Han inaugurado una tienda en la madrileña calle de Fuencarral y han firmado un acuerdo para abrir siete tiendas en Portugal. Además, sus productos se distribuye­n desde México —“En unos grandes almacenes de lujo”— hasta Rusia, pasando por los Emiratos Árabes y Taiwán. El proyecto parece tan próspero que Banús ha conseguido inversores fiables, como el futbolista del Atlético de Madrid —“Somos amigos

Álvaro Morata del cole”— o el millonario rumano , Ion Tiriac dueño del Open de Tenis de Madrid. Además de gestionar su propio negocio —“Me levanto ilusionado por ir a trabajar”—, sus otras dos pasiones son viajar y hacer deporte. Este verano ha estado en Filipinas, donde practicó surf, y en Colombia, país que recorrió durante 10 días con unos amigos. Terminó sus vacaciones en Marbella, la localidad donde vivió con sus tres hermanos hasta que cumplió 10 años. “Mis padres se instalaron allí en 1992, el año en que nací. Mi padre ha construido más de 3.000 viviendas en la Costa del Sol”, asegura con orgullo. De esta localidad costera también es su novia,

Alexandra , hija de española y danés y con quien lleva saliendo un año y medio. Nielsen Aunque ella se dedica a la organizaci­ón de eventos —para Mahou, Mad Cool o Real Madrid—, entiende mucho de moda. Y, por supuesto, toda su lencería es Black Limba.

Su marca de lencería cuenta con inversores como el futbolista Álvaro Morata o el millonario rumano Ion Tiriac

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EMPRESARIO CON VISTAS Álvaro Banús, en la terraza del hotel RIU de Plaza de España, en Madrid.

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