CHAQUE TA O S CUR A, C AMIS A BL ANC A Y PAN TAL ÓN
Estrafalario, desastrado, hay sin embargo algo hipnótico en el aspecto de , el Boris Johnson último icono de estilo —aunque sui géneris— inglés. Observarlo remite inevitablemente a la descripción del vestir de la aristocracia inglesa que ofrece en Pompa y Ignacio Peyró Circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa (Fórcola): “La ropa nueva es ordinaria; un caballero puede llevar un traje hecho un harapo, pero todavía transparentará la mano de un buen sastre (…). La mayor alegría no será comprar ropa, sino poder meterse todavía en la que llevaba en Eton o alardear del cuarto de siglo que lleva sin renovar sus tweeds”. El duque de
, , a quien debemos Windsor Eduardo VII uno de los estampados más recurrentes de este otoño-invierno, el o príncipe de Gales
son tres ejemplos bastante Beau Brummell ilustrativos e inspiradores de lo mucho que, en cuestiones de estilo, le debemos a Inglaterra. Además de prendas como la gabardina — la favorita de Eduardo VII era de ; prefería
Burberry Humphrey Bogart la de — o de esa meca de la
Aquascutum sastrería masculina que es Savile Row, y que impulsaron hace 200 años y
Jorge IV su entonces protegido Beau. Desquiciante situación política aparte, Inglaterra es el lugar al que debe mirar esta temporada en lo que a moda se refiere. Las pasarelas ya lo han hecho, de ahí la proliferación de trajes — —, de tweed, de parkas
Saint Laurent — , — como las de los
Givenchy Berluti héroes del brit pop de la década de los noventa, y no faltan las referencias a los teddy boys o la new wave — —. Hasta el
Celine atuendo al que recurre de forma invariable en las ocasiones más diversas, de la oficina a una cita no demasiado formal —chaqueta oscura, camisa blanca y pantalones— viene de allí. Lo popularizó Brummell, y es todo por lo que quiso pasar a la posteridad.