Vanity Fair (Spain)

HABLEMOS DE L A AMISTAD

Porque necesitamo­s referentes para tomar decisiones con respecto a nuestros amigos, esos que siempre están ahí o aquellos que lo han sido toda la vida, y porque el amor no lo es todo en el universo de los afectos. La amistad es, sin duda, un tema del que

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NNos dan terribles consejos sobre el amor. Las películas, los libros, las canciones, las historias falseadas que nos cuentan y contamos: nos dicen cómo debe ser un amor feliz, y casi siempre se equivocan. Pero al menos lo intentan. De la amistad, sin embargo, poco se habla, más allá de las tres o cuatro frases manidas que no se suelen cuestionar. Desde mi personalís­ima óptica —que ni siquiera sé si coincidirá con la de muchos, porque nunca hablamos de ello—, voy a revisar aquí las tres que más oigo.

Los amigos de verdad son los que siempre están ahí. Cierto, no diré que no. En momentos de necesidad, cuando te encuentras perdido, los familiares y amigos que te quieren son tu único punto de referencia. Hay personas que son nuestro mayor tesoro en el mundo. Pero cuidado también con las trampas que encierra esta frase. Los amigos son en muchos casos cronistas de nuestra vida. Un amigo que siempre está ahí para decirte lo mismo, para recordarte todos tus errores, para convertirt­e en el personaje de la pandilla que no elegiste y llevas años interpreta­ndo, no es lo mejor que te puede pasar. Hay amigos que siempre están ahí, sí, pero no te dejan crecer.

Los amigos de toda la vida son los más valiosos: absolutame­nte falso. Hay quien conserva amistades de la infancia por las que mataría, pero no son envidiable­s por la antigüedad, sino por la relación en sí misma. Por la confianza y el amor que, a pesar del tiempo y no gracias a él, se ha mantenido. Hay quien conserva también amistades de la infancia y de la adolescenc­ia como una condena inapelable que ha de soportarse porque sí. Te tocaron esos amigos y aunque ya no tengáis nada que ver, hayáis agotado todos los recuerdos comunes y las interaccio­nes con ellos resulten deprimente­s para todas las partes, serías un desalmado si no hicieras por mantenerlo­s.

El concepto de perder amigos: demasiado abierto. Se pierden los amigos con los que te enfadas, quizá, pero no todos de los que te alejas. Muy grande tiene que ser la habilidad social de una persona y su tiempo disponible para conservar a la enorme cantidad de amigos que pueden hacerse durante una vida. Las circunstan­cias se imponen. No solo valen las amistades que sobreviven a ellas sino también las que sucumben y, sin embargo, se recuerdan con cariño. Los amigos con los que no hablas desde hace años, pero siguen siendo importante­s en tu vida por todo lo que te aportaron y deseas que allí donde se encuentren les vaya bien. ¿Por qué no se habla más de esto? ¿Por qué a veces las dos partes sienten algo de culpa?

Muy poco se mencionan también esas amistades intensas y arrebatada­s que ponen tu mundo del revés. A veces lo único que las diferencia de un enamoramie­nto es que no existe deseo sexual. ¿Cómo puede algo tan básico y tan fisiológic­o marcar la diferencia entre relaciones tan complejas? ¿No dejan estas amistades más poso o incluso más cicatrices que las parejas que has tenido?

El amor romántico seguirá siendo un protagonis­ta habitual, pero deberíamos hacer espacio en nuestros relatos a otro tipo de afectos. Necesitamo­s historias sobre amistad para entenderla, para tomar mejores decisiones, para explicárno­sla a nosotros mismos. Necesitamo­s hablar más de la amistad.

Carmen Pacheco es escritora, publicista y “amiga de sus amigos”, aunque siempre haya odiado esa frase.

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