EL VINO COMO ARTE
La familia Frescobaldi celebró un año más su Vendemmia d’Artista. En esta ocasión, la iraní Shirin Seshat fue quien diseñó la edición limitada de botellas de la bodega Ornellaia. Todo por una buena causa.
El de los Frescobaldi es de coleccionista.
Tal vez no se necesiten 700 años en la brecha para producir grandes vinos, aunque seguro que algo ayudan. La familia Frescobaldi, una de las sagas nobiliarias más antiguas de la Toscana, ha mantenido el control de las bodegas familiares desde el siglo XIV hasta la actualidad, y eso es mucho decir en estos tiempos de fría globalización. También poder presumir de una clientela que ha incluido a Enrique VIII de Inglaterra, varios papas y artistas como Miguel Ángel Buonarroti. O de una labor de mecenazgo artístico que auspició la construcción de la basílica del Santo Spirito anexa a su palacio de Florencia, además de iniciativas menos convencionales: la familia conserva una carta de Donatello en la que el titán del quattrocento agradece el apoyo prestado en forma de una partida de vino. “Algo bueno seré capaz de hacer gracias a estas botellas”, declaró. Hoy en día I vini Frescobaldi, bajo la presidencia de Ferdinando Frescobaldi, mantiene su compromiso con el arte a través de Ornellaia, las bodegas de vino Supertuscan que adquirieron hace una década y que mantienen como marca separada de su producción más tradicional. El pasado septiembre se presentó con una portentosa cena en el museo Peggy Guggenheim de Venecia la undécima edición de su proyecto Vendemmia d’Artista, por el que un artista contemporáneo —en esta ocasión la iraní Shirin Seshat— crea una edición limitada de botellas que se subastan por una causa benéfica. Para los Frescobaldi, la gran causa es seguir haciendo lo que han hecho siempre. Como siempre.
LOS FRESCOBALDI, UNA DE LAS SAGAS NOBILIARIAS MÁS ANTIGUAS DE LA TOSCANA, HAN MANTENIDO EL CONTROL DE LAS BODEGAS FAMILIARES DESDE EL SIGLO XIV