MI MUNDO Cynthia Vilchez Castiglioni, diseñadora de joyas, revela sus imprescindibles.
Su marca, Aliita, signi ca “cosa importante” en guajiro, aunque ella describe sus piezas como “ingenuas”. Venezolana a ncada en Milán, Cynthia Vilchez Castiglioni hace las joyas más deseadas. Y ella es un tesoro.
La nadadora simboliza a esa persona que está a tu lado cuando te lanzas a nuevas aventuras y te tiras a la piscina de un nuevo proyecto”, explica (Maracaibo, Cinthya Vilchez Castiglioni
1980), fundadora de la marca de joyas del momento: Aliita. Un término que significa “objeto importante” en wayuu, el idioma de los indios guajiros, y que le permite hacer un juego de palabras con el país, Italia, donde no fabrica todas sus piezas. Vilchez Castiglioni está casada con
Giovanni Castiglioni, hijo de Castiglioni, fundadora
Consuelo de y hoy al frente de la marca
Marni de culto C. “Mi suegra me apoyó desde
Plan el inicio. Me animó muchísimo, veía muy claro que tenía que dedicarme al diseño de joyas. Fue mi nadadora”, explica esta licenciada en marketing de moda que lanzó Aliita en 2018 y ya vende sus alhajas en Harvey Nichols (Londres) o en Madrid, en
Ekseption. Vilchez está convencida de que es el momento de las marcas “chiquitas”. “Mucha gente quiere ver otra cosa, sentirse única, ponerse algo que no tenga todo el mundo”, razona. También de Sudamérica, “de países que atravesaron situaciones políticas muy complicadas, como Colombia, donde hay una sensibilidad muy grande y otro punto de vista. Venezuela está un poco más apagadita pero presente”, lamenta. Criada en Caracas, Vilchez lleva seis años sin pisar su país. “Afortunadamente, puedo visitar a mi familia en Aruba, la isla holandesa de donde es mi madre. Es de llorar. Un quinto de la población se fue. Al venezolano le encantaba su país. La alegría, la ingenuidad. Todo eso se perdió”. Cada año lanza una colección cuyos beneficios se destinan íntegramente a proyectos en su país. “Vivimos con ese dolorcito, pero con la esperanza de que algo cambiará”.